Ha pasado una semana desde la firma de los nuevos contratos. Han sido pocas las veces que he salido de mi habitación. Mis padres no han hablado conmigo para nada. La última vez que los ví fue el día de la firma.
Hoy es sabado. Mis hermanos organizaron una salida con todos y para mi mala suerte invitaron a Mohammed. Ya se que no debo tratarlo así pero es que de verdad no tengo el mínimo interés en conocerlo.
Mis hermanos me dijeron que invitara a Mohammed por lo que en este momento voy a su habitación.Toco la puerta esperando encontrarme con Mohammed en cambio quien abre la puerta fue el Señor Omar.
—Hola preciosa, ¿sucede algo?.
Vaya, creo que este señor está mal de la cabeza. No entiendo porque me trata como si fuéramos cercanos, pero bueno creo que aprovechare la amabilidad que me brinda para hacer más fácil todo este asunto.
Debo tener la misma amabilidad con él para que siempre este de mi lado.
—Discúlpeme, Señor Omar. Estoy buscando a Mohammed para hablar sobre un asunto. Pensé que esta era su habitación—respondo sonriendo y poniendo mi cara especial.
La carita especial es algo que nos caracteriza a los Saavedra. Cada uno tiene una característica especial en su rostro para convencer a los demás.
Omar no tarda en mirarme con ternura y sonrío triunfante. Ya mordió el anzuelo.
—No te preocupes, cariño. Esta mañana pidió otra habitación—dice amable—. Es la habitación de enfrente.
—Muchas gracias, señor—digo sonriendo y él asiente cerrando la puerta de la habitación.
No puedo estar más satisfecha, ahora tengo de mi lado a Omar Assad, el multimillonario árabe que a simple vista parece un hombre muy serio y poderoso.
Cruzo el pasillo y abro la puerta de su habitación con toda la confianza del mundo. Después de todo estoy en mi casa.
Mohammed está hablando por teléfono en árabe, al parecer no se a dado cuenta de mi presencia ya que cuando gira se asusta de verme sentada en la cama.
—Mis hermanos y yo iremos a un club está noche. Nos vamos a las 10:00 pm por si gustas acompañarnos. Mientras más pronto lo sepa la prensa menos sospecha habrá de todo este acuerdo—digo mientras me pruebo su reloj y él me mira confundido.
—Esta bien. Gracias por la invitación—responde serio—. Charlotte, ese es mi reloj.
—¿Y?—pregunto confundida.
—Esta bien que lo mío será tuyo, y lo tuyo será mío pero hay ciertas cosas que no compartire—extiende su mano y me mira molesto.—Aja—le entrego de mala gana su reloj—. No te vayas a vestir tan formal, usa algo casual de preferencia.
Salgo de la habitación para dirigirme a mía. Faltan dos horas para las diez de la noche por eso me baño rápido.
No voy a demostrarles nada a estas personas. Frente a ellos reflejare seguridad y poder ante cualquier circunstancia.
De mi armario saco un conjunto de ropa. Me maquillo muy poco mientras escucho música de Bon Jovi. Tomo una cartera para guardar mi teléfono y otras cosas necesarias.
Bajo al primer piso diez minutos antes de la hora acordada. Entro a la sala donde están mis hermanos jugando videojuegos y Mohammed mira algo en su teléfono pero al percatarse de mi presencia no deja de verme de una forma extraña.
—No piensas ir vestida de esa forma, ¿verdad?.
Observo mi atuendo en busca de algo malo, pero solo es una falda negra que llega a mitad de mi pierna con un pequeño corte en la pierna izquierda, un top blanco con tirantes y unos botines de tacón bajo.
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Charlotte
RomantikCharlotte Saavedra es una nadadora profesional mexicana que toda su vida ha perseguido sus sueños al lado de sus mellizos. Mohamed Asad es un árabe millonario y el hijo mayor de los Assad. Desde pequeños sus familias los unieron para que al cumplir...