Despierto de golpe al escuchar la alarma de un teléfono. Intento ponerme de pie, pero olvido que estoy amarrada de mis extremidades por lo que quedo colgando de la cama.
Anoche decidí amarrar mi mano a la cabecera de la cama y mi pie a la pata de esta. Esto con el fin de no moverme mientras duermo y terminar abrazándolo.
¡No'mbre, a veces soy una cosa pero bárbara!
—Genial, genial—digo molesta mientras intento volver a la cama, pero lo único que consigo es enredar más los cables.
—¿Necesitas ayuda, amor?—pregunta Mohammed confundido, aunque lo único que logro ver son sus pies descalzos.
—No, yo puedo sola—digo y veo como camina hasta uno de los sillones para sentarse.
Intento moverme, pero es inútil ya que no consigo regresar a la cama. Sigo colgada y Mohammed sigue sentando en el sillón.
Piensa Charlotte. ¿Cómo puedes deshacer estos nudos? Diablos, necesito una navaja bajo la cama.
Siento como unas manos me sostienen para dejarme de nuevo sobre la cama. Mohammed desata mi pie y sube para hacer lo mismo con mi mano. Estamos tan cerca que puedo ver sus labios y me dan ganas de tocarlos.
Contrólate, mija.
—Daría todo mi dinero a cambio de un beso tuyo—dice tocando mi mejilla delicadamente y mirándome a los ojos.
—Mejor inviértelo, querido—digo poniéndome de pie y entro corriendo al baño.
Me coloco con cuidado el vestido azul marino. Es precioso. Cubre mi pecho, es de manga larga, pero llega por arriba de la rodilla. Me coloco unas zapatillas y un collar que combinan con el vestido.
—Desayunaremos en mi oficina después de una junta que tengo al llegar—dice poniéndose el saco de su traje.
Vaya que los trajes le quedan muy bien.
—Pues ya que.
Coloco un poco de perfume sobre mí y en mis muñecas. Me pongo de pie y al dar la vuelta me encuentro muy cerca de él mí por lo que me toma de la cintura.
—Todo de ti es perfecto—dice acariciando mi mejilla y mira mis labios.
Al escuchar esas palabras mi cuerpo se tensa. Mi mente me juega sucio ya que el recuerdo de Elías aparece en ella.
—No pienso ser un trofeo para ti—digo firme y nos miramos fijamente.
—No eres un trofeo, Charlotte. Eres el amor de mi vida—une nuestros labios en un cálido beso.
¿Qué me esta pasando?
—Te amo Charlotte. Haré todo para ganarme tu amor—dice besando mi frente.
Por primera vez en cuatro años estoy abriéndome ante otra persona.
—No tengas miedo, bonita. Te espero abajo—dice dándome un último beso en la frente.
Me siento en el borde de la cama y me cubro el rostro con mis manos. Tengo unas ganas inmensas de llorar, pero me contengo.
Te estás empezando a enamorar. No, Charlie, detente.
Suspiro frustrada y me observo en el espejo para después salir de la habitación con mi bolso colgando de mi hombro.
Mohammed
—Está bien, ellos llegaran en su jet dentro de dos días—finalizo la llamada.
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Charlotte
RomanceCharlotte Saavedra es una nadadora profesional mexicana que toda su vida ha perseguido sus sueños al lado de sus mellizos. Mohamed Asad es un árabe millonario y el hijo mayor de los Assad. Desde pequeños sus familias los unieron para que al cumplir...