XXXV

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El dolor de una muela, dolor de estómago, fiebre, incluso esconderse bajo la cama, esas y otras mil excusas se inventaba el pequeño Phantomhive para evitar ir a la escuela.

Rachel se estaba empezando a preocupar, pero Vincent le calmaba, no había nada que preocuparse, le decía. «una que otra burla le reforzara el carácter», la acusaba de sobreprotectora y sensible, pero cuando los moretones se empezaron a ver o cuando regresaba a casa sin una de sus pertenencias o el uniforme sucio, escondiendo la mirada y echando a correr suprimiendo los sollozos decidió tomar cartas en el asunto.

Esa era una de sus más grandes preocupaciones, desde muy temprano se dió cuenta que su hijo era sensible -en todos los aspectos- empático y amoroso. Cosa que la llenaba de felicidad, el niño era como un pequeño rayo de luz, pero también muy ingenuo. Las citas para jugar que hacía con los hijos de sus 'amigas' (que no eran nada menos que las esposas de los socios de Vincent) Ciel nunca se adaptó, prefería jugar solo y que hablar de jugar en grupo. Ni siquiera ir al parque, pues cuando el bullicio crecía el niño se llevaba las manos a los oídos y gritaba por hacerlo parar.

Pero pasaron los años y ya no podía cuidarlo como antes, siente que a ella le dolió más cuando lo dejo en la escuela, Ciel lloró, como casi todos los niños nuevos, se rodillo para poder verlo a sus ojos, ella se había recogido el velo sobre la nariz para besarle: y la nariz y los ojos estaban enrojecidos. Pero él había hecho como si no se diera cuenta de que su madre estaba a punto de echarse a llorar. Se abrazaron suavemente y le susurró cosas valientes en su oído, los sollozos del menor cesaron y el niño valiente había parado de llorar. Él fue quien le dió un beso de despedida en la mejilla y se despidió entrando al aula. Tuvo la ligera esperanza de que podría salir bien.

Pero no lo fue, las habilidades sociales del niño eran deplorables y aunque lo que más quisiera era hacer amigos simplemente no podía, se limitaba a ver a los demás desde la esquina del aula.
Era el primer día y estaba muy nervioso, no dejaba de jugar con el dobladillo de su camisa y no apartaba la mirada del suelo, él quería hacer amigos, estaba emocionado de ir a la escuela solo por eso, pero ahora que estaba ahí sentía que temblaba. Trato de relajarse y contar hasta 10 como le había dicho su madre una vez, miro al rededor y se dió cuenta que era agradable, habían dibujos pegados a la pared, números de colores, incluso imágenes de dinosaurios y del sistema solar, la puerta abierta también estaba adornada alegremente, se leía 'Grade 1' en letras de colores.

La maestra los hizo pararse y que se presentarán en una encantadora dinámica. Los otros niños que también estaban nerviosos se empezaron a relajar y empezar a reír, el también quería pero no encontraba el momento, al final llegó la hora de comer y él se había mantenido al margen, como siempre. Ahora solo deseaba volver a casa y reclinar la cabeza en el regazo de su madre.

Se sentó en una banca sin tomar en cuenta a los otros niños que estaban ahí, sin tomar en cuenta a su entorno en realidad. Desdobló el bonito pañuelo y abrió revelando un delicioso almuerzo, él mismo vio a su madre hacerlo en la mañana, sabía que era especial, pues usualmente las doncellas se encargan de la comida.Se sentó en un rincón del salón de recreo, haciendo como que miraba un partido de dominó, entonces llegó otro niño, no reconoció su rostro o su nombre, pero sabía que estaba en su clase.

-"Tu no has hablado nada ¿Cómo te llamas?"- la atención de los demás niños al rededor se centraron en ellos. Era cierto, él aún era un extraño entre ellos. Ni siquiera habían escuchado el sonido de su voz.
-"C-Ciel"-
-"Dinos, Ciel, ¿besas tú a tu madre por la noche antes de irte a la cama?"-
Ciel contestó -"Sí."-
Wells se volvió a los otros y dijo:
-"Miren, aquí hay uno que dice que besa a su madre todas las noches antes de irse a la cama."-
Los otros chicos pararon de jugar y se volvieron para mirar, riendo. Ciel se sonrojó ante sus miradas y dijo apresurado -"no, no la beso"-
Entonces Wells dijo
-"miren, aquí hay uno de los que no besa a su madre antes de ir a la cama"-
Y de nuevo se volvieron a reír.

El niño de ojos azules trató de reír con ellos, una risita espantosa y mal lograda salió del él, intentando comprender que es lo que estaba pasando. En un momento perdió su serenidad cuando las risas se volvieron un poco más fuerte ¿Se volvieron más fuertes o solo era su imaginación? Y sintió una oleada de calor en todo su cuerpo.
¿Entonces cuál era la respuesta correcta?

Estaba bien besar a su madre o estaba mal? Y, ¿qué significaba aquello, besar? Poner la cara hacia arriba, así, para decir buenas noches y que luego su madre inclinara la suya. Eso era besar.
Su madre ponía los labios sobre la mejilla de él; aquellos labios eran suaves y le humedecían la cara; y luego hacían un ruidillo muy pequeño: be-so. ¿Por qué se hacía así con la cara?

De pronto, el mundo pareció dar mil revoluciones por segundos. Sentía que la iba a explotar y se llevó las manos a la cabeza para tratar de apasiguiar pero en vano. No supo en que momento empezó a gritar, o cuando los demás se callaron, sus ojos azules se encontraron con los demás y vió miedo en ellos. Tenían miedo. Miedo de él. Salió corriendo, tratando de encontrar algún lugar seguro, el único lugar donde se sentiría seguro era en el regazo de su madre, lo único que lo tranquilizaría sería la suaves voz de su madre...lo único que quería era a su mamá.

Cuando la llamaron de la escuela, sintió su corazón en la garganta, le pidió al chófer ir inmediatamente a por su hijo

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Cuando la llamaron de la escuela, sintió su corazón en la garganta, le pidió al chófer ir inmediatamente a por su hijo.
Lo encontró encogudo sobre si mismo, ido y llorando, suplicando silenciosamente por ella, y su corazón se rompió. En la oficina habían más personas, entre ellas una señora en particular que veía a su hijo de manera diferente a las demás...de manera amable.

Ese día Ciel fue diagnosticado y su vida cambió formalmente.  Rachel apretó con más fuerza el abrazo en su pequeño hijo. Y deseo siempre protegerlo, pase lo que pase. Ella viviría por su hijo. Su mundo, su sangre, lo que más amaba en la vida. Le suplico, oh le suplico tanto a Dios que en su infinita misericordia siempre proteja a su Ciel.

CComo persona neuro divergente les puedo decir que a veces es muy difícil detectar ciertas enfermedades (más en las niñas) siento que en la atmósfera escolar, lejos de la protección materna Cielito sería una bomba de tiempo

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CComo persona neuro divergente les puedo decir que a veces es muy difícil detectar ciertas enfermedades (más en las niñas) siento que en la atmósfera escolar, lejos de la protección materna Cielito sería una bomba de tiempo. Los niños son crueles

Daddy IssuesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora