XXIX

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"Alois Trancy" se leía en la pestaña del folder que sostenía el tan reconocido Psiquiatra. Se ajustó los lentes y miro al chico frente a él.

Sintió un tic en su ceja izquierda al ver cómo chupaba la paleta que sin permiso había agarrado de su escritorio (paletas que eran particularmente para Ciel) No le molestó el hecho de agarrarlas ya que las paletas eran solo para un paciente, la mayoría de sus pacientes eran adultos así que siempre sobraban, sino la manera de comerla sabía que el muchacho lo hacía a propósito, como sonría mientras sacaba la lengua y entre cerraba los ojos y alzaba las cejas rubias. Había escuchado de primera mano como era él en realidad.

Respiro volviéndose a armar de paciencia y repitiéndose mentalmente que no le afectaba en absoluto lo que hiciera el apuesto Adonis que tenía enfrente. Este día va a ser muy largo, pensó mientras suspiraba.

Ciel siempre tuvo problemas para relacionarse con los demás niños y adultos, no fue hasta que personas como Finny que fueron pasientes y le dieron su espacio y su tiempo para abrirse que le dió más confienza en si mismo

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Ciel siempre tuvo problemas para relacionarse con los demás niños y adultos, no fue hasta que personas como Finny que fueron pasientes y le dieron su espacio y su tiempo para abrirse que le dió más confienza en si mismo. Ahora sabía que para relacionarse con más facilidad debía ser amable (en especial con clientes de la cafetería) Siempre anhelo tener amigos más que nada, comprendió entonces que aunque el camino era difícil (especialmente para personas como él) debería de esforzarse para conseguirlos. Entonces Ciel tubo la fé que si se mantenía con una actitud positiva las cosas serían un poco más fáciles, pero a veces mantener esa actitud era imposible, está era una de esas veces.

Si había un lugar que odiaba en la tierra Ciel Phantomhive, eran los hospitales.
No era por el lugar en sí, sino por qué o a quién podría encontrar ahí. Nunca tuvo buenos recuerdos de los hospitales y mientras caminaba sujetado de la mano de Sebastián, cerro los ojos con fuerza y sacudió la cabeza intentando ahuyentarlos.

Sebastián por su lado estaba nervioso, no solo con lo que podría descubrir a boca de Rachel sino por los eventos de anoche, no era particularmente la discusión en si, sino que fue como si un balde de agua frío le cayera estrellándose contra la realidad. Sebastián lo dejo solo como el menor pidió, si hubiera existido la probabilidad de dormir aquella noche se extinguió con lo que pasó. Ahora parecía que las ojeras en su rostro se hicieron más presentes. En la mañana mientras preparaba el desayuno pensó en mil maneras de arreglar las cosas con el menor, pensó en sentarlo a platicar, en como expresarse mejor con sus emociones, en repetirle que podía confiar en él, en pregúntale qué había sido aquello que lo molesto tanto. Sin embargo cuando llegó el peliazul actuó como si nada hubiera pasado, se sentó en el mismo lugar de siempre y lleno sus hotcakes con la misma cantidad de miel que siempre.

Al entrar espero que la enfermera lo registrará como visita y ambos se adentraron en los pasillos con olor a desinfectante, Ciel ignoro su sensación de mareo.

Se pararon antes la puerta, Sebastián sostuvo con más fuerza la mano de Ciel mientras el niño se balanceaba sutilmente sobre sus talones, sabía que sería difícil para el menor ver a su madre después de tanto tiempo y por lo que le había dicho Sally no se encontraba muy bien. Quiso inclinarse y tomar al menor entre sus brazos y explicarle todo lo que le pasaba a su madre, quería decile que su madre se había sentido triste por un tiempo y que no era culpa suya, no era culpa de nadie, oh como quisiera abrazar a su niño, huir con el para que ninguna desgracia pudiera alcanzarlo. Sin embargo no hizo nada, no sabía que tanto sabía Ciel sobre la condición de su madre y no quería decir nada que pudiera ocasionar una mala reacción del niño. Decidió solo sujetar su mano firme pero delicadamente, quería hacerle entender sin necesidad de palabras que él estaba con él, que siempre estaría con él hasta el final.

Sin embargo, señales tan ambiguas como esa no eran suficientes para Ciel. Entraron al cuarto, lo primero que sintió Ciel fue esa sensación en el estómago que sientes cuando bajas de una montaña rusa, después sintió que su labio inferior tembló y un nudo doloroso en la garganta le impedía hablar. Por puro instinto volver a ver a Sebastián, quien atento al menor lo tomo en brazos y acarició su espalda baja mientras le susurraba algunas cosas que Ciel no comprendió pero que sonaban dulces.

Rachel miraba impotente la escena, se entristecía pero a la vez se alegraba de que había alguien más que cuidara a Ciel. Sebastián la miraba de reojo y casi podía adivinar sus pensamientos por su rostro de dolor no físico.
Ciel se acercó a la cama pero no dijo nada, solo se escuchaba su respiración, miraba a su madre de arriba a abajo, mirando los moretones de sus brazos conectados a la intravenosa y sus ojos con ojeras notorias. El menor gesticuló algunas palabras inentendisbles pero sentía que su cuerpo no cooperaba consigo y solo lo hizo angustiarse más.
-"¿Por qué?"- ni Sebastián y ni Rachel reconocieron su voz.
Sus manitas tocaron con cuidado los brazos arruinados en verdes y violetas, la punta de sus dedos temblaba en un sutil toque sobre los moretones. Su usual imperturbable expresión se convirtió en una de dolor y sus ojos se empañaron de lágrimas. No pudo soportarlo más y se echó a llorar. De nuevo se sintió que algo lo arrojaba al suelo, como si todo lo que hubiera recorrido se desvaneciera y fuera obligado a regresar a la línea de partida.

El brazo izquierdo de Rachel lo rodeo, mientras que el que tenía la intravenosa le acarició suavemente en una caricia que destilaba amor y arrepentimiento sus cabellos azules que tanto le recordaban a Vincent.
Se odio a si misma por pensar en aquel hombre, se odio aún más al no ser capaz de ver a su propio hijo sin ver al hombre que amo tanto.

Sebastián estaba parado estático, mirando al margen la escena, sintió su estómago revuelto la mirar a esas dos personas rotas que eran incapaces de consolarse entre ellas. Entonces supo que debía ser el héroe de ambos, el primer paso que dió para acercarse a ambos jamás se sintió tan pesado como nunca.

Sujeto a Ciel por la cintura apartandolo gentilmente de la maltratada mujer. El pequeño se comporto tan dócil y sumiso que solo se dejó hacer por el mayor, quien lo levanto en brazos y enterró su nariz en sus cabellos azules y respiro su aroma deseando que todo el sufrimiento del pequeño se pasará a él. Estaba enfermo de ver llorar al niño.
Rachel sin embargo, no miro a ninguno, su vista estaba clavada en la sabana apretaba entre sus manos.

Sebastián sintió la necesidad de hacer un gesto tan íntimo, pero sabía que hacerlo enfrente de Rachel (o cualquiera) solo traería mal entendidos, así que llevo al niño sollozante al baño. Lo sento en el lavamanos seco y con su mano derecha acarició su rostro invitándolo a abrir sus preciosos ojos que parecían que el mismo océano lloraba. Acercó su rostro al suyo, Ciel se estremeció cuando sintió el cálido aliento de Sebastián chocar contra su mejilla humedad, entonces sintió los labios plumados de Sebastián sobre la esquina de su párpado. El de ojos carmín sintió sus labios mojarse por las lágrimas atrapadas en las largas pestañas de niño, y procedió a besar el otro ojo. Fue un momento que lleno el corazón de ambos en una calidez embriagante. Besó cada lágrima hasta que no hubo ninguna. Ciel se alejo lo suficiente con sus manitas en ambas solapas del mayor. El azul se rindió contra el carmín y descanzo su cabeza sobre el espacio del hombro y cuello del mayor.

Un pequeño susurró salió de los labios mallugados del niño.

-"¿...Te quedarás conmigo hasta el final?"-

-"...más que éso"-

Le había prometido a alguien un capítulo ayer, pero pues ya son las 2:07 AM así que supongo que me retrasé

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Le había prometido a alguien un capítulo ayer, pero pues ya son las 2:07 AM así que supongo que me retrasé.

Daddy IssuesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora