XXIII

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Mechones azules se asomaron casi tímidamente desde la puerta, seguido de unos ojos ocenaicos irritados (por tanto llorar) y una naricñita con tintes rojos.
-"Sebastián...?"- La voz suena insegura, pero es lo suficiente alta como para retumbar en el pasillo.
Con los pies descalzos el niño camina titubeante hacia la habitación de su actual tutor, toca la puerta y lo llama en repetidas ocasiones, pero no hay responsabilidad y entre más veces llama su nombre más ansioso se pone, gira la perilla y entró a la habitación ... Vacía.

-"S-Sebastian?"- sus ojos se mueven escaneando toda la habitación pero no hay rastro del mayor y la habitación vacía, que el único sonido que haya en toda la casa entera sea el de su pesada respiración, que el gran departamento de sienta vacío, que por lo que entendió Sebastián lo haya abandonado aún que juró no hacerlo, lo mata, todos esos pensamientos corriendo tan rápido en su cerebro lo están matando, siente que cada uno de ellos apuñala su mente.
Las paredes se hacían cada vez más estrechas y la oscuridad se cernía sobre él intentando atraparlo, su cabeza daba vueltas y su respiración se hacía pesada y errática. Él sabía lo que le estaba pasando, ya lo ha sufrido ataques de pánico inumerables veces en el pasado, pero no podía recordar lo que debía hacer, todos sus sentidos le gritaban por correr, por huir lejos y sin espacio de escuchar a la razón, él decidió escuchar a la voz que le gritaba al oído.

-"¡Sebastián! ¡Sebastián por favor sal!"- corría por los pasillos, hasta hasta llegar a recepción dónde no reconocía a nadie que pudiera ayudarle, el buscaba en todos lados aquellos ojos rojos, pero no había nadie el salón estaba vacío excepto por el empleado que al parecer aún no se daba cuenta de su presencia.

-"oye mocoso ¿Qué haces aquí? ¿Y tú madre? No puedes-"- se detuvo al mirarlo bien, le tomo un segundo después rodar los ojos y hacer su mejor cara de fastidio -"no me digas que te perdiste, módico imbécil"- se acercó intimidante hacía él, mientras retrocedía un par de pasos hasta chocar contra la una mesilla haciendo que se cayera un florero en el proceso, saltó ante el ruido de porcelana rota -"l-lo siento, no fue mi intención"- el mayor sin darse cuenta de los hombros temblorosos del menor lo tomo del brazo, tal vez con más fuerza de la debida y lo llevo hasta su escritorio
-"¿Cuál es el departamento dónde está tu madre?"-
-"eh?"- número? Por qué de su mamá si ella no podía verlo siquiera? Dónde estaba Sebastián? Ahora está sólo y este sujeto le daba miedo.
Un suspiro exagerado salió del mayor-"no me pagán lo suficiente, quédate aquí"- y fue a buscar al gerente.
Momento que Ciel aprovecho para buscar a Sebastián, pero si el no estaba adentro del edificio... talvez estaba afuera. Es decir, qué tan lejos podría estar.
Ahora un poco más calmado sabía que lo tenía que encontrar antes de que tenga empiezen los ataques TLP.

Cruzo el umbral de la puerta y el Londres matutino le dió la bienvenida, los piditos de los autos resonaron y en medio del mar de persona estaba el único niño sin nadie. Vio a su alrededor tratando de guardar la calma, vio a los niños con algún uniforme aburrido tomado de las manos de sus padres, vio distintos autos sobre la carretera, los rayos de sol segandolo por momentos, escucho los claxon, la risa y el llanto de kilos al azar, la voz enojada de algunas personas hablando por teléfono.
Él sin saber a dónde ir camino hacia enfrente caminando considerablemente lento, claro hasta que las figuras humanas se empezaron a convertir en algo más monstruoso, fue cuando empezó a correr, si estaba comenzando y no había rastro de Sebastián.
Corría tan rápido como sus piernas podían, no veía por dónde iba en ocasiones chocando con los demás y la gente a su alrededor se preguntaba que le pasaba al chico o le gritaran que se fugarse al pasar, pero él niño no escuchaba hasta que chocó contra algo lo suficientemente duro como para caer de sentón al suelo, levantó su mirada aterrorizada pero se relajó en alivió al reconocer el rostro del no tan extraño.

Corría tan rápido como sus piernas podían, no veía por dónde iba en ocasiones chocando con los demás y la gente a su alrededor se preguntaba que le pasaba al chico o le gritaran que se fugarse al pasar, pero él niño no escuchaba hasta que chocó co...

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