Capítulo 16.

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—Emily, despierta marmota. — Estiró mí mano golpeando algo duro —. Auch.

Me remueven fuertemente — ¡Emily! La boda.

—¿La boda de quién? — bostezo mientras me incorporo y froto mis ojos.

—La tuya — me contesta, Valentina mirándome con los brazos cruzados una vez que mis ojos la enfocan.

—La mía.

¿Cómo pude olvidarlo? Gimo de dolor, mí cabeza va a estallar.

—¿Te duele?

—No, me quejo por qué si.

—Alguien se levantó gruñona. — ríe.

Miro a mí lado izquierdo y.....¿Evan? Como si adivinara mis pensamientos.

—Está preparándose, debiste verlo no quería separarse de ti.

Hace unos veinte minutos llegamos a una hermosa capilla, después de tomar algo para la resaca y me di una ducha. La capilla es pequeña pero es donde ellos usan para casarse. Al lado de la capilla está el salón, eche un vistazo y está todo perfecto.

Siento como una sensación rara en mí estómago, jamás me pasó esto. He estado en frente de mil personas hablando de mí libro y no me he sentido nerviosa pero ahora siento muchísimos nervios.

Es un sueño, nunca pensé que iba a casarme. Lo había descartado de mí vida.

La decoración fue preparada por Sara, es muy buena en su trabajo. Dejo todo como queríamos, mesas con mantel blanco y una cinta en forma de moño alrededor de la mesa en color dorado, lo que más ame son los centros de mesa. Es una botella mediana con una rosas artificiales y dos frascos con velas blancas. Todo eso colocado arriba de un círculo de madera. En el techo hay luces colgadas, el pastel es de tres pisos color blanco con flores blancas y rosas.

Los souvenirs son de una luna de vidrio con nuestros nombres y por último una fuente de agua con dos parejas abrazándose.

Todo es muy mágico.

—¡Oh por dios! — un chiflido me hace darme media vuelta riendo — Estás bellísima.

Mí vestido es color blanco con la espalda descubierta y delante el escote es V, tengo unos zapatos blancos brillantes y mí maquillaje es algo sencillo pero delicado.

—Gracias, tu igual — le digo a Valentina, lleva un vestido rosa y unos tacones marrones claros. Bajo la mirada a sus manos donde sostiene una caja — ¿Qué traes?

—Es la corona.

Evan me comentó acerca de que tengo que usar una corona, es para representar que tu eres su reina y el tu protector. Es algo muy romántico.

—A verla. — Mi voz suena emocionada.

Destapa la caja y dentro de la caja hay una deslumbrante corona dorada con perlas grises.

—Es...es hermosa... ¿Son reales?

—Claro que sí.

Me tiende la corona. La tomó con cuidado y me acerco al espejo, me coloca la corona en la cabeza.

—¡Hola! — Astrid entra, por el espejo la veo sonriendo.

Lleva un vestido rojo largo, el pelo planchado. Se ve como un diamante, esa panza la hace ver preciosa.

—¡As! Estas hermosa. — Camino hasta ella y le doy un pequeño abrazo.

—Tu más. — ríe tocando su pancita.

EmilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora