Suelto un quejido y abro los ojos como plato al sentir un brazo rodear mí cintura. Por lo que puedo ver estoy en una habitación ¿Como llegué acá? ¿Acaso soñé el viaje? ¿Y las chicas?
Asustada trato de moverme.
—Quieta — Pidió la voz de un hombre. El que me está sosteniendo es un hombre.... ¡Un hombre! ¿Qué hago yo acostada con él?
El me pega más a su cuerpo.
<<No te quedes dura, Emily. Haz algo>>
—Suéltame.— Me ignora o está dormido —. Oye.
—¿Que, ma belle? (Mi bella) — frunció el ceño.
—¿Puedes soltarme?
Silencio, solo se escuchan nuestras respiraciones.
—Si te suelto, ¿No te vas a ir? — me pregunta puedo oír en su voz desconfianza.
Si.
—No. — miento.
Saca su brazo de mi cintura y rápidamente me levanto de la cama, me giro para ver a mi secuestrador. ¿Acaso estoy en el cielo?
Es el hombre más hermoso que vi.
—¿Qué hago aquí?
No se donde saco voz, él me cortó la respiración. Su belleza. Abre sus hermosos ojos azules brillantes y me sonríe de costado mientras se acomoda en la cama.
—Dormir — responde divertido.
Aprovecho que esta despierto y le doy un breve repaso, cabello negro oscuro, debe tener unos veinte tantos. Es músculo y... ¡Esta en cuero!
—¿Ya terminaste de repasarme?
—No te estaba...yo..
—Tranquila. No estés nerviosa Ma belle. — me sonríe y se incorpora de la cama dejándome verlo por completo —. Puedes mirar todo lo que quieras, todo esto es tuyo.
Apartó la mirada sonrojada.
— ¿Ma belle?
—Ma belle, mi bella.
—No soy tu bella.
Me armo de valor y lo miró de brazos cruzados.
—Oh, si lo eres. Por cierto, te queda sexy mi ropa.
—¿Tu qué?— miro mi vestimenta que consiste en una remera gris larga y la alzo solo un poco — ¿¡Que hago en bragas!?....¿Puedes explicarme que hago aquí y por qué estoy semidesnuda?
—Primero — va diciendo mientras se acerca a mi y por inercia retrocedo — te salve la vida — mi espalda choca contra algo duro, un mueble — y segundo si estarías desnuda no estaríamos hablando.
Me sonríe apoyando su brazo encima mío ya que es más alto que yo.
—Eres..un..
—Bombón, lo sé. — Me guiña un ojo y gruño. — Debes tener hambre.
Asiento con tal de que salga de encima mío.
—Comemos y te cuento todo.
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