Capítulo 17

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Las últimas semanas habían sido algo intensas. El musical estaba teniendo cada vez más éxito y conseguían agotar todas las entradas a las pocas horas de estar a la venta. Ante tanta demanda y las buenas críticas recibidas habían decidido aumentar el número de representaciones semanales y consiguiendo doblar el número de sesiones. Trabajaban contrarreloj y, si ya solían pasar mucho tiempo entre las cuatro paredes del teatro, ahora se había convertido en su casa. Comían y dormían lo que podían allí mismo en los ratos de descanso que les dejaba Amanda para recuperar las horas de sueño que perdían saliendo de ensayar a altas horas de la madrugada. Estaban todos agotados y eso se notaba en las relaciones personales de cada uno. Discutían entre ellos y con las personas de su alrededor más de lo normal, estaban irritables, todo les molestaba. Una nota mal afinada, un error con la letra en una de las canciones o un paso de baile incorrecto provocaban encontronazos constantes durante los ensayos. Todos querían hacerlo bien, eso era indudable, pero unos se presionaban más que otros. Ese musical era el sustento de muchas familias, no solo de ellos. Si todo se iba a pique se verían afectadas cientos de personas y eso no podían permitirlo. Además, habían ido críticos de diferentes blogs y revistas importantes que habían quedado impresionados con la excelencia de todo el elenco por lo que no tardarían en llegar ojeadores en busca de nuevos talentos y todos querían obtener grandes ofertas.

- ¡JODER! ¡¿QUÉ COJONES TE PASA, TÍO?! – gritó Samantha mientras se masajeaba el tobillo -. Parece que esto no te importe una mierda últimamente. Si uno cae, caemos todos, ¡es que no lo ves!

- No me toques los cojones, Samantha – contestó entre bufidos el chico.

- ¡Que no te toque qué! ¡ERES TÚ EL QUE NOS LOS ESTÁS TOCANDO A TODOS! Estás inaguantable y no solo lo pienso yo, ¿a qué no? – dijo mirando al resto de compañeros que estaban en el escenario -. Llegas tarde, desapareces sin dar explicaciones, no das una en los ensayos, te niegas a aprenderte nuevas coreografías y, encima, en las que te sabes no paras de equivocarte. Joder, que paso más tiempo en el suelo que otra cosa, haz el favor de sujetarme bien. No sirve de nada que en los pases la claves si haces estas mierdas en los ensayos. ¡Deja de mirarte el puto culo de una vez y espabila! Y que te quede claro que esto no solo lo pienso yo, pero aquí nadie tiene narices a decirte nada y ya iba siendo hora.

- Cierra la puta boca o verás – dijo acercándose a ella.

- ¿Ahora vienes con amenazas? Di lo que tengas que decir ¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a pegar? Venga, va, machote – le plantó cara y se acercó más a él, si pensaba que así ella se iba a asustar lo llevaba claro.

Cada vez estaban más cerca, sus cuerpos se encontraban a pocos centímetros de distancia y en sus ojos solo podía verse ira. Nada bueno iba a salir de allí. No estaban solos en aquel escenario pero lo parecía, todo el mundo guardaba silencio y contemplaba la escena. Ninguno de los dos iba a ceder y si alguien no intervenía aquello no iba a terminar nada bien.

- Dejadlo ya, chicos. Estamos todos muy nerviosos y...

- Anda, mira quien ha venido corriendo a salvar a la princesita – dijo Pablo despectivamente interrumpiéndole.

- Yo no necesito que nadie me salve, me sé cuidar yo solita. No me va a intimidar nadie y menos un hombre como tú – dijo Samantha haciendo caso omiso a Flavio que estaba de pie junto a ellos dos.

- Claro, a ti te va más follar como una perra en los camerinos.

Golpe bajo. Samantha no supo que contestar a ese comentario porque la pilló desprevenida así que Pablo continuó hablando.

- Ahora ya no eres tan valiente eh, guarra. Que te crees, ¿Qué no sabemos todos como este y tú vais follando por los camerinos? Más de una vez me la has puesto dura con esos gemidos que traspasan estas paredes tan finas. ¿A cuánto te cobra el polvo? - añadió mirando ahora a Flavio.

Todos mis sueños están en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora