Capítulo 14

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Los rayos del sol entraban por los ventanales del comedor de Samantha iluminándolo todo a su paso. La claridad le comenzaba a molestar y se revolvió buscando una postura en la que no le diera el sol directamente a la cara pero una presencia a su lado la asustó he hizo que saltara del sofá abriendo los ojos de golpe.

- ¿Qué pasa? – dijo Flavio con voz pastosa aún con los ojos cerrados.

- Nada, tranquilo – dijo mientras se volvía a tumbar a su lado -. No me acordaba que estabas aquí y al girarme me he asustado.

- ¿Qué hora es?

Samantha alargó el brazo y cogió su teléfono de encima de la mesita de centro.

- Mierda, mierda, mierda. Las once y veinte, Flavio. ¡Las once y veinte! – dijo Samantha otra vez de pie.

- No jodas – dijo abriendo los ojos de golpe.

- Tengo cinco llamadas perdidas de Amanda, tres de Eva y una de Anaju, me van a matar.

- A mi Amanda me ha llamado quince veces, ¡quince! – dijo Flavio mientras revisaba su teléfono -. A mí sí que me va a matar. Tú necesitas descansar y lo saben, pero yo no tengo escusa.

Samantha entró en la lista de llamadas y seleccionó el nombre de Amanda para devolverle la llamada. Estaba bastante acojonada, no sabía que iba a decirle pero en pocos segundos sus dudas se resolvieron.

- Hombre, la bella durmiente aparece – dijo Amanda riendo.

- Lo siento mucho, de verdad.

- Pero que dices, tonta. Ya te dije que cogieras los días que hicieran falta y no me hiciste caso, al final tu cuerpo no ha podido más y es normal.

- Me visto y en cinco minutos estoy ahí – dijo Samantha yendo de un lado del comedor a otro.

- No, no, no vengáis.

¿Vengáis? Samantha abrió los ojos de par en par, ¿les habrían pillado o habría sido un error?

- Vamos a hacer las horas seguidas para poder salir a las tres, está todo muy bien. Además, lo tuyo lo llevas bien o sea que no hace falta que vengas, sigue descansando – prosiguió Amanda.

- Amanda, de verdad, estoy mejor ya. Puedo ir, no quiero que pienses que me escabullo de mis responsabilidades – insistió.

- No hay más que hablar. ¿Llamo a Flavio o le dices tú que no hace falta que venga, nos apañamos bien sin él? – soltó.

Por poco no se atragantó con el agua que estaba bebiendo.

- ¿Yo? – no sabía que decir, se había quedado sin palabras.

- No hace falta que disimules, nena. Os vi el otro día cuando os quedasteis en el teatro a ensayar – rio -. Pero tranquila, no he dicho nada ni lo pienso hacer.

- Yo... yo se lo digo, pero no es lo que parece. Vino a ver cómo estaba y nos quedamos dormidos. De verdad que no ha sido otra cosa, no era nuestra intención faltar.

- Ya, Sam – la cortó -. No me tienes que dar tantas explicaciones. Ya sabes que no soy una jefa al uso. Además, lo importante es que estás mejor y ya está. Os espero mañana amores, dale un beso de mi parte a Flavio y otro para ti.

Y sin darle tiempo a Samantha para decir nada más, Amanda colgó dejándola aún sorprendida.

- Vaya cara, ¿te ha echado mucho la bronca? – le dijo Flavio nada más colgar.

- No, que va, nada de bronca. Me ha dicho que te diga que no hace falta que vayamos hoy, no nos necesitan.

A Flavio le cambió la cara ante las palabras de la chica. No es que se estuvieran escondiendo de los demás pero se conocían desde hacía poco y tampoco tenían nada serio, por el momento, como para ir pregonándolo a los cuatro vientos.

- Lo sabe, pero no va a decir nada – le tranquilizó.

Flavio no añadió nada y vio como Samantha se acercaba a él con una sonrisa en la cara. Cuando estaba a su altura Sam le dejó un beso inocente en la mejilla y Flavio la miró sin entender nada.

- Ese es de parte de Amanda. Este mis buenos días.

Y juntó sus labios con los del chico. En un principio fue un beso casto, un ligero roce de labios, pero la intensidad se disparó en el momento en que Flavio pasó las manos de la cintura al trasero de Samantha y la apretó contra él con ganas.

- Tenemos todo el día – dijo Sam separándose un poco.

- Y yo que pensaba irme a mi casa a descansar.

- Gilipollas – dijo dándole un golpe en el hombro.

Sonriente Flavio volvió a besarla recreándose, sin prisa. Rozó los labios de Samantha con los suyos con dulzura dejando pequeños besos por todo el ancho de su sonrisa, los recorrió con la punta de la lengua humedeciéndolos a su paso y, después, apresó su labio inferior y tiró de él ligeramente. Samantha no pudo resistirse más y encajó su boca con la de él de nuevo. Mientras se besaban comenzaron a andar pegados por el salón buscando el sofá y una vez llegaron Sam lo empujó dejándolo sentado y se subió a horcajadas encima de él. Flavio metió sus manos por debajo de la camiseta de ella y acarició su espalda recorriendo cada centímetro de su piel. Llegó un punto que los separaba demasiada ropa y las camisetas de ambos acabaron tiradas por el salón. Era la primera vez que estaban tan cerca el uno del otro y una ola de energía recorrió sus cuerpos cuando sus pechos desnudos se fundieron en uno. El resto de ropa no tardó en unirse a las prendas que yacían desperdigadas por el suelo.

- Eres preciosa – dijo Flavio mirándola intensamente.

Samantha contestó enterrando su cara en el cuello de Flavio y dejando un reguero de besos y mordiscos desde el final de su oreja hasta el hombro. Notaba como se iba estremeciendo debajo de ella y como se le ponía la piel de gallina a cada beso, le encantaba tener ese poder. Se besaron como si no hubiera un mañana, se tocaron mutuamente y disfrutaron del otro sin límites hasta que Samantha recordó lo más importante.

- Mierda, no tengo preservativos.  


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¡Hola! Por aquí tenéis un nuevo capítulo que espero que os haya gustado. 

Estoy muy liada estudiando para los exámenes de la uni que tengo dentro de dos semanas y no voy a poder escribir nada. El fin de semana me dejé preparado este capítulo y otro para subiros la semana que viene, así que solo habrá un capítulo a la semana hasta que acabe y pueda escribir de nuevo.

Os leo en comentarios y por Twitter (@mariavv28), os adoro <3

Todos mis sueños están en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora