Dos semanas después.
Llevaban dos semanas a tope con el musical. Samantha ya había empezado a actuar en las representaciones que hacían y estaba gustando mucho al público. Estaba muy sorprendida con la acogida que había tenido y como en pocos días sus seguidores en redes habían aumentado una barbaridad. Amanda estaba tan contenta con ella y su trabajo que no dudó ni un segundo en ponerla en los carteles que publicitaban el musical junto con los otros tres compañeros que hacían el resto de los papeles principales. Le encantaba ir por la ciudad y encontrarse su cara anunciada en diferentes carteles, incluso les había mandado a sus amigos y familiares una versión digital de este. Llevaba dos meses sin verlos y estaba deseando que pudieran venir a Barcelona a visitarla y, de paso, ver el musical.
Tenía pendiente una cena con Flavio que se estaba retrasando demasiado. Desde aquella noche en casa de Samantha apenas habían estado juntos, aunque se habían visto todos los días en el teatro. En un principio la tenían programada para aquella misma semana pero el ajetreo de los ensayos, salir del teatro a horas inhumanas y muy cansados y todas las sesiones al público que estaban haciendo provocaban que la fueran retrasando. Se había convertido en rutina intercambiar mensajes por la noche hasta que alguno se quedaba dormido fruto del agotamiento. Había podido conocerlo un poco más a raíz de esas conversaciones nocturnas y le estaba gustando demasiado todo lo que estaba viendo, estaba deseando poder estar a solas con él.
- Chicos, tengo que comunicaros una cosa – dijo Amanda llamando la atención de todos -. He tenido que suspender los pases del sábado y del domingo por un problema de última hora así que tenéis libre los dos días. Haremos los de mañana y el viernes con aforo completo, así que ya sabéis, hay que petarlo.
Aunque les dio mucha pena que se tuviera que suspender la mayoría se alegraron de poder tener un par de días libres seguidos después de tanto ajetreo. Les hacía falta descansar y socializar o iban a terminar por volverse todos aún más locos y era lo que les faltaba.
Cuando Amanda dio el visto bueno a todo y dejaron preparado todo lo necesario para el pase del día siguiente Samantha recogió sus cosas y salió del teatro. Era bastante tarde y estaba muy cansada. Lo único que tenía en mente era llegar a casa, darse una ducha calentita y meterse en la cama, no sabía ni siquiera si iba a cenar algo. Un ligero golpe en el hombro la hizo asustarse y tropezar con un adoquín mal colocado, si no hubiera sido porque esa misma mano le agarró con fuerza del brazo se habría caído de morros contra el suelo y era lo que le faltaba ya.
- Perdóname, perdóname no quería asustarte Samanthi. ¿Estás bien, te has hecho daño? – preguntó Flavio preocupado.
- Estoy bien – sonrió -. ¿Me he dejado algo?
- Sí, bueno no. O sea... no te has dejado nada, quería acompañarte a casa – preguntó sonrojado.
- ¡Claro! – rio -. Vamos.
Caminaron el uno al lado del otro en dirección al piso donde vivía Sam hablando sobre el trabajo y esas últimas semanas. Estaban muy bien cuando estaban juntos y cada vez era más palpable la química que había entre aun siendo completamente distintos. Compartían silencios y carcajadas e irradiaban felicidad como dos niños pequeños. Samantha estaba empezando a ser consciente de que había algo especial entre ellos y se sentía de nuevo terriblemente ilusionada, no quería que le volvieran a romper el corazón.
- ¿Vas a hacer algo el sábado?
- La verdad es que no, pensaba descansar. ¿Y tú?
- ¿Quieres que vayamos a cenar? – dijo Flavio rápido y sin vocalizar.
- ¿Qué? Más lento, Flavio. Que no me entero.
- Te decía si quieres que vayamos a cenar el sábado – agachó la mirada.
- ¿Cómo una cita? – soltó Samantha.
Flavio levantó la cabeza de golpe y la miró sorprendido, no se esperaba que lo soltara así y se quedase tan ancha. Cogió aire, se armó de valor y contestó.
- Sí, una cita. ¿Te apetece? – sonrió asustado.
- Tendré que decirle al que me está esperando en casa que no se ponga celoso – dijo seria.
A Flavio le cambió la cara de golpe, parecía que hubiera visto un fantasma.
- Yo... yo...
- ¡Flavio, que es broma! – carcajeó -. No me espera nadie en casa, como mucho el satisfyer. Claro que quiero, hace mucho que la tendríamos que haber tenido.
Se despidieron con un abrazo eterno y quedaron en que Flavio pasaría a recogerla el sábado sobre las nueve de la noche y de allí irían juntos hacia donde fueran a cenar.
El jueves y el viernes pasaron volando para Samantha a pesar de todo el trabajo que habían tenido y del cansancio. Solo podía pensar en la cita con Flavio. Esa misma noche cuando se despidió del chico y subió a casa llamó a Eva para contarle emocionada que por fin iba a tener una cita con él. Se estaba haciendo muchas ilusiones y no quería llevarse un chasco. No sabía si Flavio la quería solo para pasarlo bien un rato y luego hacer como si nada o si de verdad también estaba empezando a sentir algo como ella.
A media tarde decidió empezar a arreglarse para estar preparada cuando viniera Flavio a buscarla. Se dio una ducha en la que consiguió relajarse bastante y que duró más de lo que había previsto, escogió un vestido ceñido, se recogió parte del pelo en unos moñitos y se maquilló con mimo. Iba controlando la hora en la pantalla del móvil, no quería perder ni un minuto. El efecto que había hecho la ducha estaba empezando a pasarse y se estaba poniendo atacada. Hacía mucho que no tenía una cita, hacía mucho que no se sentía así y no quería que nada se estropease.
Cinco minutos antes de las nueve ya estaba sentada en el sofá esperando a Flavio con la chaqueta puesta y el bolso. Movía las piernas nerviosa y no paraba de mirar el teléfono desesperada esperando que le llegase el mensaje del chico indicándole que bajase. A las nueve en punto la vibración del móvil, que tenía entre las manos, hizo que se levantase como un resorte del sofá y saliera prácticamente corriendo de casa sin coger las llaves. "Samantha, relájate o te va a dar un jamacuco" pensó a la vez que cogía aire intentando calmarse. El rato que dura el trayecto en ascensor desde su planta hasta la entrada del edificio se le hizo eterno. A través de la puerta de cristal de la entrada pudo ver a Flavio que aunque estaba de espaldas se le veía nervioso.
- Mare de déu, senyor – masculló entre dientes al verlo con esa chaqueta roja.
Justo en el momento que agarraba la maneta de la puerta Flavio se giró y por poco Samantha se desmaya al ver lo guapo que estaba. "Señor, dame fuerzas porque como siga sonriendo así no me resisto y le como la boca" fue lo último que pensó antes de iniciar la que sería la mejor cita hasta la fecha.
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¡Hola! Os dejo por aquí un nuevo capítulo. Estoy intentando escribir todo lo que puedo, perdón si tardo en actualizar.
Espero que os haya gustado, se viene con el próximo capítulo. Os leo en comentarios y por Twitter (@mariavv28) <3
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Todos mis sueños están en ti
FanfictionUnas vacaciones mágicas, una ciudad donde cumplir sus sueños y dos caminos que se cruzan en el momento más oportuno. ¿Qué podría salir mal?