Capítulo 4

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¿Había escuchado bien? No se lo podía creer. Le acababan de decir que el trabajo que podía hacer realidad sus sueños era suyo y no se lo creía. No podía ser verdad. Tenía que ser un error.

- ¿De verdad? – preguntó en shock.- No quiero que te sientas presionada para dármelo por ser amiga de Eva. El lunes hago mi prueba y si te gusta...

- De verdad, Sam. ¿Puedo llamarte Sam? Lo digo muy en serio, no me hace falta ver una audición para saber que no vamos a encontrar a nadie mejor que tú. Tal y como hablas de la música se nota que es tu pasión y yo en mi musical quiero a gente que de verdad sienta lo que hace y le apasione. Así que el puesto es tuyo. Si quieres, claro.

- Sí, sí. ¡Claro que quiero! Muchísimas gracias, no te vas a arrepentir de la decisión.

La comida prosiguió con normalidad. Las chicas estuvieron hablando de temas relacionados con el musical, horarios, sueldo y demás, entre otras muchas cosas. Cerca de las dos y media del mediodía ambas salían del restaurante y se despedían con efusividad.

- Como este fin de semana no hay espectáculo mañana hemos quedado todos para ir a cenar y a tomar unas copas. ¿Te apuntas? Así para el lunes ya conoces a todos y te sientes más cómoda.

Samantha se lo pensó durante unos segundos. No quería decir que no y parecer una borde antes de empezar a trabajar con ellos, pero tenía trabajo que hacer antes del lunes. Quería estudiarse bien todo el repertorio de canciones y el guion que ya le había enviado Amanda a su correo.

- Venga, vale. Será una buena manera de integrarme.

- Perfecto. Te escribo un WhatsApp diciéndote el sitio y la hora.

Al día siguiente.

Eran las siete y media de la tarde cuando Samantha se despertó de la siesta y empezó a arreglarse para la cena de esa noche. Después de la comida con su ahora jefa llamó a Eva para contarle la noticia. Esta se había alegrado mucho por ella, no tenía ninguna duda de que iba a conseguir el trabajo. Cuando llegó a casa imprimió todos los documentos que había recibido y los ordenó. Se pasó toda esa tarde y una parte de la noche sentada en el sofá leyendo una y otra vez los papeles intentando memorizar el máximo de cosas posibles. Esa mañana de sábado tampoco había distado mucho a la tarde del día anterior. Se había pasado prácticamente todo el día entre papeles. Solo había descansado un rato para echarse a dormir y así poder estar fresca para la noche, no quería que la vieran con cara de sueño y se llevaran una mala impresión de ella. A las doce había recibido un mensaje de Amanda donde le indicaba que la cena iba a ser en un restaurante llamado Botanic a las nueve de la noche. Ella había quedado con Eva a las ocho y medía para ir juntas hacia el local por eso empezó a prepararse pronto, no quería llegar tarde.

Una vez duchada, aún con la toalla alrededor de su cuerpo, empezó a rebuscar en el armario que ponerse. Se había probado varios modelitos, pero no la convencían unos por muy informales y otros por poco. Finalmente se decantó por un vestido rojo corto con las mangas abullonadas que le encantaba y unos tacones de infarto. Sabía que si la noche se alargaba mucho acabaría con un dolor de pies horrible pero la ocasión lo merecía. Completó el look ondulándose el pelo y pintándose de rojo los labios.

El cielo estaba despejado y se veían perfectamente las estrellas que adornaban el cielo de la ciudad. Caminaba hacia la casa de Eva, que apenas vivía a un par de manzanas de donde ella, todo lo rápido que se lo permitían los tacones. Estaba muerta de frío y quería llegar cuanto antes al restaurante para resguardarse del relente. A las ocho y media en punto ambas se subían a un taxi que las dejó en la puerta del restaurante. Desde fuera se veía un local bastante nuevo y moderno. Cuando entraron Samantha se sorprendió, estaba perfectamente decorado con plantas y luces por todas partes. Se notaba que era un lugar nuevo y que atraía al público joven, sobre todo, ya que aún no eran las nueve y todas las mesas ya estaban ocupadas. En el centro del local habían colocado una mesa enorme que era para ellos. Debian de ser unos veinte o treinta, aunque de momento solo se encontraban allí la mitad de las personas. Poco a poco fueron llegando todos los integrantes del musical y todos la recibían con los brazos abiertos. A las nueve y cinco solo faltaba una persona por llegar por lo que los demás pidieron algo para beber mientras esperaban a que llegase.

Todos mis sueños están en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora