Apenas habían pasado unos segundos desde la grata sorpresa que se habían llevado Flavio y Samantha cuando esta se levantó torpemente de la silla, caminó rápido la distancia que le separaba de él y lo abrazó.
- ¡Pero Flavio, eres tú! – se separó un poco del chico y le sacudió sujetándolo por los hombros.- Qué sorpresa.
- Al final ibas a tener razón – Samantha lo miró sin entender a que se refería y añadió.- Que nos íbamos a volver a encontrar cuando menos lo esperásemos.
- Es verdad, que inteligente fui – bromeó.
La escena no había pasado desapercibida para el resto de los integrantes del grupo que tenían todos puesta la atención en ellos. La mayoría se habían sorprendido al ver la reacción de ambos pero, aún más porque conocían al chico desde hacía un par de meses y nunca lo habían visto de aquella manera, tan feliz y abierto. No es que el chico fuera un alma en pena, pero era bastante vergonzoso y le costaba abrirse a gente que no conocía de buenas a primeras.
- Vaya confianzas te gastas con la nueva, ¿no? – dijo Hugo, uno de los actores del musical, en tono burlón.
- Ya ves, Huguito. Ya quisiéramos nosotros que nos hiciera el mismo caso – añadió Amanda para molestar a Flavio.
Samantha y Flavio se separaron y se giraron hacia la mesa avergonzados. El rubor se había apoderado de sus rostros y ambos lucían un ligero tono rosado en sus mejillas.
- Ya nos conocíamos – contestaron al unísono.
Sorprendidos por haber contestado lo mismo a la vez ante las burlas de los compañeros se miraron y rieron descolocando aún más al resto. Quedaron tan perplejos que nadie añadió nada más después del comentario cosa que agradecieron los dos. No querían dar más explicaciones por el momento y que la cena se centrase en ellos dos. La chica volvió a ocupar su asiento entre Eva y Amanda y Flavio se sentó en la silla libre que habían dejado, casualmente, frente a Sam.
La cena estaba transcurriendo con normalidad. Estaba siendo bastante entretenida, aunque resultaba un poco difícil enterarse de todos los temas de conversación que se abordaban en aquella enorme mesa. Samantha perdía el hilo en muchos momentos e intentaba disimularlo como podía, pero llegó un punto en que no podía más. Se estaba empezando a agobiar y necesitaba salir de ahí. Se disculpó, cogió sus cosas y se dirigió hacia la salida. Abrió la puerta del restaurante y salió atropelladamente. Una vez fuera caminó hacia un banco que había a mitad de calle y se sentó. En ese momento exhaló el aire que retenían sus pulmones, no se había dado cuenta de que estaba aguantando la respiración. Corría una leve brisa que hizo que la presión en el pecho que había empezado a sentir allí dentro fuera desapareciendo a la vez que su respiración se iba normalizando. Rebuscó entre sus cosas y sacó un cigarro de la pitillera, se lo colocó entre los labios y lo encendió.
- Ey, ¿estás bien? Tenías mala cara.
- Hola, sí tranquilo. Me estaba empezando a agobiar y necesitaba salir a respirar.
- A veces son muy intensos, pero son majos. ¿Puedo sentarme o prefieres estar sola? – señaló el hueco que quedaba en el banco.
- Sí, claro. Siéntate, me irá bien un poco de compañía – sonrió al chico mientras se hacía a un lado.
Flavio se sentó al lado de ella y quedaron en silencio durante unos minutos. Ninguno dijo nada, simplemente se limitaron a hacerse compañía compartiendo miradas y sonrisas de tanto en tanto. Era un silencio cómodo y ambos estaban disfrutando de él.
- No es por ellos, soy yo – rompió el silencio.- Hacía mucho tiempo que no estaba con tanta gente en el mismo sitio y me cuesta seguir las conversaciones porque no puedo mirar a todo el mundo mientras hablan o hay demasiado ruido.
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Todos mis sueños están en ti
FanfictionUnas vacaciones mágicas, una ciudad donde cumplir sus sueños y dos caminos que se cruzan en el momento más oportuno. ¿Qué podría salir mal?