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La sangre desaparecía del rostro de Anais, su piel estaba bien pálida al ver que realmente lo había pifiado al mentirme de aquella manera. Al principio, me contó la verdad, Laila se estaba muriendo, los médicos decían que no había un ápice de esperanza. Pero, milagrosamente, Laila se recuperó lo suficiente para seguir adelante con el tratamiento. Anais estaba tan metida y tan obsesionada conmigo que se vio obligada a mentir si eso significaba tener una posibilidad de volver a verme. Y funcionó, caí en sus trampas como siempre.

Anais pasó por mi lado, empujándome contra la pared utilizando la fuerza en sus hombros. Me eché atrás, esta vez intentando controlar mis emociones, pero ver cómo huía hacía que me volviese a hervir la sangre. ¿Cómo podía huir después de todo lo que me había hecho? Odiaba a los cobardes.

Le agarré la manga del la camiseta, agarrándola hacia mí con fuerzas.

—¿A dónde vas?— exclamé.

Anais, al ver que la estaba agarrando con fuerzas, me empujó contra la pared para deshacerse de mi agarrada. Me sentía débil y mareada debido a la medicación, pero la adrenalina y la rabia me mantenían de pie y me daban las fuerzas para seguir atacando a Anais. No iba a dejar que volviera a salirse con la suya, ella era una persona horrible, una persona que solamente miraba para sí misma. Estaba tan cansada de ser manipulada.

—¡He dicho que no te vayas!— le volví a agarrar.

La chica que tanto había amado en el pasado se volvió a separar de la agarrada, mostrando sus dientes como un perro gruñendo. Era la primera vez que la veía tan agresiva, supongo que sería porque ya no era capaz de manipularme como solía hacer, y se sentía completamente vulnerable.

—¡Déjame en paz!—

Le señalé con el dedo.

—¡Has usado la enfermedad de Laila para utilizarme! ¿¡No te da asco?!— le reproché.

Anais gruñó de nuevo.

—Claro que me da asco, me siento completamente avergonzada.— replicó.

Solté una carcajada con ironía en mi voz. Mis oídos no podían creerse lo que estaban oyendo, era totalmente surrealista. No sabía cómo era capaz de decir que se sentía avergonzada cuando le pillé en la mentira. Mi madre, siempre que mentía, me solía decir que se pillaba a un mentiroso antes que a un cojo. 

—Mentirosa.— repetí.

Anais le pegó un puñetazo a la pared al oír otro insulto salir de mi boca. Su muñeca comenzó a volverse morada pasando los segundos, se veía que le había dado un buen golpe.

—¡No he mentido completamente! Yo... Yo... Me dijeron...— tartamudeó, no podía encontrar las palabras adecuadas para defenderse, las lágrimas se le acumulaban.

Normalmente sentiría pena, pero no era capaz de tener empatía en aquél momento. No podía confiar en ella. Arthur, su supuesto prometido, no existía realmente. Se había aprovechado del hecho que perdí la memoria para volver conmigo manipulándome y haciéndome sentir débil. Era imposible volver a confiar en alguien así. No podía verla de otra manera, era una mentirosa.

—¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué mientes todo el rato?— pregunté, desesperada.

Anais titubeó antes de darme la respuesta. Quiso seguir mintiendo, pero vio que no merecía la pena continuar engañándome.

—Lo hice porque te quiero, porque mereces estar conmigo en Alemania, con tus verdaderos amigos y con tu madre.— explicó.

—¿Merezco estar contigo? Como si fueses un ángel. Tú no eres un premio, mucho menos una diosa.— espeté. —No pienso volver a Alemania, mucho menos contigo.—

Anais volvió a intentar salir por la puerta, huyendo de la situación, pero logré detenerla de nuevo.

—¿Qué ha ocurrido con Auron?— ordené saber.

La chica alemana me echó una mirada.

—No he hecho nada. Auron no tiene nada que ver con esto.— explicó.

Yo estaba cien por cien segura de que Anais había hecho algo con Auron, algo importante había ocurrido. Si no fuese así, Auron no estaría molesto conmigo, ignorándome cada vez que me veía. Agarré su brazo con más fuerza.

—Yo sé que ha ocurrido algo.— musité.

—Averígualo, si quieres... Yo no pienso quedarme aquí más tiempo.— dijo Anais, recogiendo su mochila del suelo.

Menos mal que su mochila contenía todas sus pertenencias, y que no tuvo que volver más a mi piso a recoger sus cosas. Esa fue la última vez que la vi, al final se había ido de mi vida. Se iba a Alemania sin mí, su plan había fracasado. Yo había cambiado demasiado, eso no se lo esperaba.


(...)

Inma vertió en mi taza agua ardiendo que desprendía vapor, acto seguido metió una bolsa de té negro con limón, pasándolo por la mesa del salón. Sonia estaba sentada a mi lado en el sofá, ella solamente tenía un vaso de agua en su mano izquierda, y después Inma se sentó a mi lado. Sabían que Anais había vuelto a Alemania finalmente, pero querían saber los detalles sobre lo que había ocurrido.

—Y, bueno, en resumen, mi amiga Laila está viva.— terminé de explicar.

Inma jugueteó con la bolsita de té, levantándola y bajándola en el agua hirviendo. Clavó su mirada en mí.

—Ya sabía yo que Anais daba mala espina, su único objetivo era volver contigo.— explicó Inma, dándole un sorbo al té caliente.

—Utilizó mi pérdida de memoria para hacerme creer que habíamos vuelto.— expliqué, agarrando la taza de té para sentir su calor entre mis manos.

Sonia suspiró, reposicionando sus gafas después de darle un sorbo al vaso de agua.

—Además ha arruinado lo vuestro.— mencionó.

Alcé la cabeza, sé que se refería a mí, pero no entendía a lo que se refería con lo 'nuestro'. Me había quemado la punta de la lengua con el té caliente, pero traté de ignorar el escozor, lo que había dicho Sonia me importaba mucho más.

—¿Lo nuestro? ¿A quién te refieres?— pregunté.

Sonia esquivó mi mirada al ver lo que había dicho. Inma le echó más azúcar a su vaso, removiéndolo rápidamente con la cucharilla. Se mordía la lengua, intentando ocultar la verdad, seguramente Auron se lo había pedido. Pero no podía evitar al menos darme una pequeña pista.

—Tú... sólo...habla con Auron.— me dijo.

Así que Anais sí que hizo algo con Auron. Me lo esperaba, lo veía venir. Ahora debía solucionar todo lo que había ocurrido y hacer las paces con él, sin saber exactamente lo que le había hecho Anais.

Un capítulo corto, lo sé.

¿Recordáis cómo os dije en el anterior capítulo que estaría ocupada trabajando y estudiando? Resulta que estoy en cuarentena ya que estuve en contacto con una familia entera que dio positivo en coronavirus. Fui a darles clase y resulta que el hijo mayor ha dado positivo, y ahora estoy metida en mi habitación. Mañana me hacen la prueba, y tengo que estar confinada mínimo hasta el 26 de febrero, por lo cual tendré tiempo para escribir.

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Pelirroja De BoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora