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Toda la casa estaba en silencio, recubierta de oscuridad y de vez en cuando se escuchaba los sonidos de los grillos en la calle.

Auron se fue a casa horas antes, Inma estaba de mal humor y se puso el pijama, Sonia estaba dormida ya que había tenido un día largo y Anaïs estaba en su habitación durmiendo.

O al menos eso creía.

Corregía los deberes de mis alumnos con un bolígrafo rojo entre los dedos, mordiéndolo ocasionalmente, intentando pensar con claridad.

Pero la presencia de Anaïs me ponía nerviosa.

-¿Ainoa?-

Esa voz suave que rompió el silencio hizo que me sobresaltase, casi me caí de la silla. Rápidamente me puse recta, buscando a la persona que había pronunciado mi nombre.

En el marco de la puerta se podía ver la figura de Anaïs, apoyada. Su pijama corto dejaba descubierto sus piernas largas y delgadas. Su pelo rojo alisado le llegaba al pecho.

Estaba cruzada de brazos.

-Anaïs... ¿Qué pasa?-

Anaïs ignoró mi pregunta y se sentó sobre mi cama lentamente, mirándome fijamente a los ojos con una expresión preocupada.

-Ainoa... ¿Por qué te fuiste?- preguntó.

Todo los recuerdos me volvieron. Me acordé de cuando la encontré con ese hombre en la cama, la manera que me trató antes de aquella situación, lo que todos me decían sobre ella.

Sacudí la cabeza, intentando olvidar los pensamientos horribles. Ignoré su pregunta de la misma manera.

-¿No decías que estabas aquí para apoyarme después de la muerte de Laila? - pregunté.

-¡Claro! Obviamente. Pero hace tantos años que no te veo, y parece que no quieres que esté aquí.-

Agarré mi bolígrafo rojo entre los dedos y apreté tan fuerte que sentía que se iba a romper por el enfado.

-¿Qué crees? La última vez que te vi te encontré en la cama con un chico desconocido. No tengo que darte explicaciones.-

Anaïs pasó las manos por la cabeza.

-¡Ya lo sé! Pero... fue un error. Estaba deprimida, me sentía sola y...-

Me levanté de la silla.

-Esa excusa es patética, Anaïs. Sé sincera. Querías algo más, querías estar con un chico guapo y te despistaste.- dije entre los dientes.

Anaïs parecía que estaba al borde de lágrimas, agarrándose a sí misma, como si estuviera abrazándose porque necesitaba un abrazo.

-Ainoa, lo siento, de verdad.-

Suspiré.

-¿Sabes lo que tardé en olvidarme de ti? Por fin estoy conociendo a una persona nueva y crees que es normal volver a entrar en mi vida.-

Anaïs se levantó.

-¡He madurado! Llevo dos años con mi pareja, soy totalmente fiel. Jamás volvería a engañar a una pareja.-

Al escuchar esa frase me percaté y me di la vuelta.

-¿Pareja? ¿Tienes pareja?-

Anaïs asintió, sus ojos llenos de lágrimas.

-Se llama Arthur. Llevamos juntos dos años y nos vamos a casar dentro de unos meses. Estoy super enamorada, Ainoa.-

Su tono era convinciente, parecía estar agobiada y arrepentida. Mi expresión molesta y fría iba desapareciendo y se convertía en uno más empático y preocupado.

-¿De verdad has venido a España solo para pedirme perdón? ¿No has venido aquí para intentar volver conmigo?-

Sus ojos se agrandaron y se levantó de la cama.

-¿¡Qué?! ¡No! Vine aquí porque llevo unos años sintiéndome mal por lo ocurrido.- explicó.

Anaïs se lanzó entre mis brazos, abrazándome tan fuerte. No sabía como reaccionar. Anaïs anhelaba ese abrazo, deseaba que le perdonasen por su antigua manera de ser. Parecía que realmente estaba arrepentida, que de verdad estaba en España para apoyarme.

Le abracé de vuelta.

-Te perdono, Anaïs.-

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Iba caminando por un pasillo lleno de personas hablando, gritando, riendo... Iba agarrando una mochila celeste, caminando en dirección a una habitación desconocida. Los murmullos iban creciendo poco a poco.

Escuché una risa que poco a poco iba aumentando.

-¡Pelirroja de bote!-

Me di la vuelta.

Una figura desconocida se encontraba entre la multitud de personas, lo único que se podía ver era su sonrisa perversa y sus ojos que me observaban. De repente, se lanzó una bola de papel desde una esquina que chocó contra mi frente.

-¡Ai!- exclamé.

Tras unos segundos, otra bola de papel se lanzó. Me cubrí la cara inmediatamente, sintiendo miles de pequeños golpes. Se podía escuchar las risas, los gritos y los abucheos.

-¡Pelirroja de bote!-

Me levanté de golpe, sudando.

¡Hola amores! 💕 He estado estudiando un poco estos últimos días, pero estaré subiendo más capítulos más a menudo. Pronto tendré un ordenador nuevo y podré hacer más proyectos y escribir más rápido aún.

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Pelirroja De BoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora