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BREMEN, ALEMANIA, 2007

Abrí los ojos, y me encontraba en una habitación vacía que carecía de muebles. La luz blanca que iluminaba el cuarto sorprendentemente no me cegaba. Estaba allí de pie vestida con el uniforme que llevaba en el coche, mirando hacia una pared, intentando descifrar el contenido de los susurros que oía en la oído, pero era un coro de musitación incomprensible. 

Una niebla oscura comenzó a formarse a mi alrededor y las voces comenzaron a elevar su tono, aunque yo seguía mirando derecho, despreocupada, sin miedo. La nube negra iba expandiéndose por la habitación, convirtiendo todo lo que tocaba en material oscuro.

No sabía qué ocurría a mi alrededor, la habitación era irreconocible y las paredes cada vez parecían cerrarse más, pero en aquél momento estaba casi hipnotizada, realmente no me importaba nada. Cerré los ojos para inspirar hondo, y no fue hasta que sentí un dolor agudo recorrer mi cuerpo entero acompañado de un luz roja que no me di cuenta de la situación.

Solté un grito de exclamación por el dolor. Alcé la mirada y vi como la niebla cada vez se acercaba más a mí,  me abrazaba con fuerzas, ahogándome más cada segundo que pasaba. Sentía que no podía inspirar, como si alguien estuviera presionando mi pecho con intensidad y no me permitía respirar normal. Intentaba tomar un buen trago de aire cada vez que encontraba una parte de la habitación sin niebla, pero había un nudo en mi garganta y no podía ni siquiera abrir la boca.  Caí al suelo de rodillas, mirando mi reflejo en las nubes oscuras.

Mi pelo pelirrojo aún no me llegaba a los hombros, me lo había cortado la noche anterior porque quería prepararme para una entrevista en una universidad privada. Mi reflejo iba vestida de una camiseta negra y pantalones beige de cintura alta que me hacía parecer más delgada. 

Mi reflejo sacó la mano en mi dirección, casi como si estuviera intentando tocar mi mejilla para reconfortarme, pero cerré los ojos nada más pensar que me iba a rozar. No llegó a tocar mi piel, las voces a mi alrededor comenzaron a sincronizarse hasta convertirse en una sola voz grave masculina que hablaba un dialecto desconocido. Abrí los ojos, en busca de la voz cuyo idioma desconocía. Alcé la mirada y súbitamente la niebla oscura disipó al proyectarse otra luz, convirtiéndose en el techo de una habitación.

 —Vivirá, señora.— dijo una voz masculina en alemán.

 —¿Estás seguro?— preguntó otra voz femenina.

La voz de la señora que respondía temblaba, después de cada palabra se escuchaba un gallo, y parecía que rompería a llorar en cualquier momento. Por alguna razón, el tono de voz lo había escuchado antes.

—Sí, la mayoría del daño fue del impacto lateral a la izquierda. Ella se encontraba a la derecha.—

La mujer soltó un suspiro aliviado, rompiendo a llorar de alegría por las noticias. En aquél momento bajé la mirada a mis piernas, estaba tumbada en una cama y tapada por unas mantas blancas. Eché la cabeza a un lado para buscar a los dueños de las voces que oía.

—Lo único, señora, es que los impactos más fuertes fueron en la nuca. Esa parte es muy importante, me temo que pueda tener problemas cerebrales cuando despierte.— explicó la voz masculina.

—¿Qué tipos de problemas?—

Intenté levantar la cabeza para mirar a las personas que hablaban, pero al usar los músculos mis brazos me fallaron y acabé cayéndome atrás de nuevo sobre la almohada. Solté un gruñido molesto.

—Por el escáner, hemos visto que el hemisferio que se encarga de la memoria está bastante dañado. Le afectará mucho a la memoria. Aunque, igual tendrá suerte y no será para tanto.— explicó la voz masculina.

Pelirroja De BoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora