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El primer día de clase llegué al instituto temprano. Estaba enfrente de las escaleras, mirando el gran edificio. Agarraba bien duro mi bolso, suspirando profundamente. Me sentía lista.

Entré, y fui recibida por tantos profesores y personal del propio instituto. Fue increíble. Nunca había estado rodeada de tantas personas amables y tan respetuosas.

-¿Eres la nueva profesora de alemán?- preguntó una chica.

La chica tenía el pelo rubio, recogido y llevaba una carpeta entre las manos. Iba vestida muy formal, con gafas.

¿Soy yo o todos los profesores son muy jóvenes?

Asentí con la cabeza.

-Soy yo, sí.-

Extendió la mano, agarrando la mía y sacundiéndola.

-Soy Naiara.-

-Yo Ainoa.-

-Te explico tu horario y ciertas reglas sobre este instituto. ¿De acuerdo?-

La chica me estuvo enseñando todo el instituto, sobre todo las clases de las que tenía que enseñar. El instituto era fantástico, lleno de nuevas tecnologías, tenía dos vestuarios, una piscina para los nadadores.

En Alemania no era tan habitual encontrar eso.

-¿Entiendes todo?- preguntó la chica.

-Sí, sé dónde están mis clases. Y me sé las normas.-

La chica asintió, sonriendo amablemente.

-Vale, perfecto. Cualquier duda me preguntas. Estoy deseando conocerte más.-

La campana sonó, era un pitido largo que sonaba por todo el instituto. Empecé a escuchar voces procediendo desde la entrada.

La chica suspiró, riéndose.

-Suerte.-

******

Salí del instituto, estresada. No eran alumnos malos, sabían bastante alemán y eran buenos estudiantea. Pero al ver que yo era nueva les gustaba gastarme las típicas bromas de novata.

Me recogí el pelo, suspirando. Al menos había sobrevivido el primer día. Solo me tocaba sobrevivir un verano entero, y después otra vez un año.

—¡Pelirroja!—

Sabía que eso iba dirigido a mí. Me dí la vuelta y vi a un chico en sentado en su moto. Achiché los ojos para ver quién era, y me di cuenta enseguida al ver sus tatuajes.

—¿Auron?— pregunté.

Auron me sonrió, posando su casco en el manillar de la moto.

—¿Qué tal pelirroja?—

Pelirroja... ese apodo me recordaba a algo.

—Bien bien.— suspiré. —He tenido un día estresante.—

—¿Primer día? Es duro.—

Me reí, arrascando la cabeza.

—¿Qué haces aquí exactamente?— pregunté.

—He venido a recogerte.—

Mis mejillas se sonrojaron al escuchar esa frase. No podía negar que Auron me parecía un chico atractivo, y me sentía como una adolescente con su crush. Me parecía tan guapo y tan interesante, que no podía evitar ponerme roja.

—¿En serio?—

Auron sonrió.

—¿Vives cerca no? A 15 minutos. Te los convierto en 2.—

Con su mano le dio dos palmadas al asiento de atrás, lo que quería decir era que me sentase atrás. Me quería llevar en moto.

Nunca había montado en motocicleta. Me daba miedo, me daba ansiedad. Tenía 30 años y aún me daba miedo hacer cosas así.

Sin embargo, me monté, sintiendo mi corazón latiendo como loco. Me puse su casco de sobra, respirando hondo mientras arrancaba la moto.

—¡Vamos!—

Fue a velocidad normal, no muy rápido ni muy lento. Sin embargo, le cogía del torso sin separarme ni un solo segundo. Estaba muy asustada debido a que era algo nuevo para mí.

Desde que tuve el accidente en Alemania, los transportes públicos me daban miedo. Un avión me asustaba, un tren me daba ansiedad, un coche me aterrorizaba.

Simplemente deseaba que todo terminase.

—Aquí estamos.—

Abrí los ojos y ví que estabamos de nuevo enfrente de mi bloque de pisos. Solté un suspiro, aliviada de que había salido con vida.

Me temblaban tanto las piernas que casi se me cayó la mochila.

—Ainoa, una pregunta. ¿Tienes una cicatriz en el hombro?—

Auron se había fijado en la cicatriz que recorría mi hombro y espalda. Se debía al accidente que tuve 12 años atrás. Fue por la operación que me salvó la vida.

—¿Esto? Fue por un accidente de coche grave.— expliqué.

Auron asintió.

—Menos mal que salistes bien ¿no?—

Suspiré.

-Mi padre murió, y a pesar de sobrevivir... perdí la memoria bastante. No me acuerdo de casi nada.-

Auron me miró con preocupación, igual pensaba que me había traído malos recuerdos. La verdad era que ni me acordaba del accidente, a pesar de que me había cambiado la vida.

—Lo siento... No sabía...—

—¡Tranquilo!— exclamé. —Estoy bien... No me acuerdo de mi padre, ni de Inma, ni de nadie...—

Callate la boca, Ainoa.

Se le veía incómodo a Auron, eso era lo que estaba evitando hacerle sentir. Me arrasqué la cabeza, intentando disimular mi incomodidad.

—Yo...— me reía nerviosamente. —Espero verte por aquí pronto, gracias por llevarme en motocicleta.—

Salí corriendo en dirección de la entrada, mi cara roja de verguenza.

¡Hola chicos! ¿Qué tal? He estado un poco ocupada estos ultimos días estudiando cosas aburridas.

Os prometo que habrá salseo en unos capítulos. Y muchos sentimientos.

Hoy literal no tengo recomendaciones. No he visto nada que pueda recomendar así que...

¡os veo en el proximo capítulo!

Instagram: chrisinrota

Pelirroja De BoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora