Prólogo: Alemania

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Sentí algo ligeramente chocar contra mi espalda mientras caminaba por los pasillos vacíos del instituto. Supe inmediatamente que se trataba de una bola de papel, ya que cayó justo en mis pies, seguido por unas risas masculinas. Supe quién fue sin la necesidad de darme la vuelta, ya que estaba acostumbrada a escuchar esas risas. Me giré lentamente, agarrando con fuerzas las asas de mi mochila negra.

—Gillipollas.— susurré lo suficientemente alto para que se escuchase.

Allí estaba Raúl, me miraba con una sonrisa traviesa, su pelo oscuro estaba rapado y su piercing de la ceja recién hecho. Sus amigos seguían animándole a que me tirasen más papeles a la cabeza. Sostenía en su mano izquierda otra bola de papel con la cual jugueteaba.

—¿Qué pasa pelirroja?— preguntó con tono burlón.

Le miré amenazantemente.

—Para ya. Me tienes hasta el coño.—

Raúl no contestó al principio, sin más se giró para echarle una mirada sus amigos, sonriendo de oreja a oreja.

—Es verdad... Ainoa, tu coño es de color naranja, ¿no?— comentó.

Sus amigos estallaron de risa cuando terminó de pronunciar esa frase. Mis mejillas se volvieron un color rojo intenso, pero sin dejar de mirarle con desprecio y rabia.

—¡¿De qué vas?! — exclamé.

—Espera... Tú eres pelirroja de bote... Chocho morenote.—

Mi cara estaba más roja que un tomate y ardía con intensidad. Sus seguidores no terminaban de reírse de mí. Yo no podía aguantar más sus humillaciones, sus chistes y su acoso. Llevaba años soportándole y sus amigos, y llegó un momento donde ya no le aguantaba más. Y por primera vez esa rabia se manifestó de forma física.

—¡Soy pelirroja natural!—

Formé una bola con mis puños, me acerqué a él con determinación, estaba a punto de pegarle. Pero sentí una mano posarse sobre mi hombro antes de que tuviera la oportunidad. Una gota de sudor recorrió mi frente al oír la voz de aquella persona desconocida.

—¿Señorita García?— escuché la voz grave del director.

Vi la cara de Raúl volverse blanca en segundos, ya que él había tenido muchos problemas con los profesores, y si acaso se enterasen que se dedicaba a acosar a una alumna estrella sería expulsado de una vez y por todas. Por dentro me reía de él, pero estaba segura de que yo también estaba metida en un lío.

—¿Sí? — pregunté mientras me giraba para mirar de frente al director.

El director era un hombre de grandes dimensiones, un bigote se encontraba por encima de su labio, sus gafas negras le acompañaban siempre. Intimidaba, los alumnos solían intentar evitarle, pero a mí no me daba tanto miedo.

—Ainoa, te estaba buscando. Tengo que hablar contigo.— comentó.

Miró a los chicos que se encontraban por encima de mi hombro y frunció el ceño. Raúl y sus seguidores tenían los ojos como platos al ver que cualquier cosa que decían podía causar una expulsión.

—¿Qué hacéis ahí parados? Iros a clase inmediatamente.—

Rápidamente pasaron por mi lado, evitando la mirada y dirigiéndose a sus respectivas clases. Observaba cómo se iban caminando con la cola entre las piernas, completamente asustados. Quise reír en voz alta por lo patéticos que eran en realidad, pero hacer eso delante del director me haría parecer maleducada.

Pelirroja De BoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora