°Capítulo 21°

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Anteriormente

Lamentablemente, una de ellas cumplió parte de su promesa, pero aún falta completarla.

Continuación

De vuelta al presente, un rubio se encontraba al frente de su espejo, acomodando un poco sus cabellos dorados, mientras suspiraba admirando su reflejo.

Estaba demasiado nervioso, siendo sincero, y sus pequeños temblores se notaban al intentar de tomar las llaves de su auto. Antes de salir de su alcoba, se miró una última vez en el vidrio que lo reflejaba.

—No tires todo por la borda, Adrien—se dijo a sí mismo para retirarse después de golpear su cabeza un par de veces. Paso por la sala de su hogar, y justo al cruzar la salida su madre lo detuvo.

—Eh, madre, tengo que ir a la cena con los señores Dupain-Cheng antes de que se haga...-

La mujer rubia posó una de sus manos sutilmente sobre la boca del menor, evitando que continuara.

—Mi niño...—lo miró con atención—No intentes de interpretar  la imágen de alguien que no eres...—con su mano que anteriormente estaba sobre la boca del ojiesmeralda, despeinó sus cabellos soleados, para después acariciar su cabeza—Solo sé tu mismo, sé sincero con los que serán parte de tu familia de ahora en adelante, ¿Entendido?

Él sonrió de manera cálida, para asentir levemente y encaminarse hacia su vehículo, con destino a la mansión Dupain.

Ella observo con tristeza como el auto era encendido y tomaba rienda en la carretera, y poco a poco desaparecía de su campo de visión. Colocó una de sus manos en su pecho seguido de suspirar...

—Quisiera que ambos se quedaran como pollitos en mis brazos, para que nunca me viera en la necesidad de dejarlos volar...—algunas lágrimas se escaparon de sus ojos, siendo limpiadas inmediatamente por las manos de su esposo.

—No estés así, cariño. Dejarlos volar y tomar sus propias decisiones, es parte de crecer—dijo el señor para posicionarse detrás de su mujer.

—Lo sé Gabriel, pero soy su madre y eso no evita ese sentimiento de protección hacia mis niños ante todo—el de cabellos pálidos pasó sus manos por la cintura de la ojiverde, entrelazándolas con las contrarias en el abdomen ajeno.

—Solo... Déjalo ser, la señorita Marinette lo está llevando de nuevo por un buen camino, así que no hay de que preocuparse, querida.

Rió un poco, dejando caer su cabeza en el cuello de su amado—Tienes razón cariño, tienes razón...

***

Ahora, el rubio llegaba a su destino. Su rostro era una total poker-face, pero en su interior, todo su ser temblaba como una gelatina.

Después de aparcar su coche, se acercó a los portones de la entrada, tocando inmediatamente el timbre. Empezó a caminar lejos de el lugar antes mencionado, esperando que su acceso fuese permitido, hasta que escuchó las puertas abrirse, levantando su mirada hacia la apertura.

Su total cara de seriedad se desencajó al ver unos hermosos zafiros admirarlo con su respectivo brillo presente. El corazón del Agreste se aceleró de forma desmesurada, y un tenue rubor invadió su rostro al observar a la azabache en la entrada con su neutral rostro observarlo.

—¿Te piensas quedar ahí parado? Entra ya hombre, está haciendo frío ahí afuera—la pelinegra rompió la hipnotizante atmósfera de su pareja, trayendolo a la realidad de un golpe.

—L-lo siento—entró completamente al lugar, acercándo sus labios a la cálida mejilla de la joven, depositando un beso en ésta en forma de saludo—Te extrañé, Bogaboo.

—Adrien, solo fueron 3 días sin vernos—dijo con obviedad.

—Pero para mí fue una eternidad—ella rió por lo bajo por su comentario—Pero mírate bichito, te ves hermosa ésta noche, o más bien, todo el tiempo.

La ojiazul llevaba un vestido blanco que le llegaba dos dedos arriba de la rodilla. Las mangas de éste eran cortas, además de que la prenda tenía detalles en rojo, haciéndolo muy hermoso y elegante ante la mirada de cualquiera.

—Extrañé escuchar tus cursilerías empalagosas e idioteces, gato pulgoso.

—Oh, justo en mi corazón—dramatizó el rubio colocando una mano en su pecho.

—Deja el drama. Ven, vamos a cenar—él dejó de actuar para volver a un estado nervioso.

—¿A-ahora?

—Si, Kagami y Mariano ya están junto a mis padres, te estábamos esperando.

Él solo asintió para después ser guiado hacia el comedor por su novia. Al entrar, una peliazul de baja estatura conversaba con una azabache de ojos avellana y un azabache, mientras eran observados por un hombre robusto y cabellos castaños.

Inmediatamente, llamaron la atención de los presentes, apareciendo una sonrisa en la progenitora de los mellizos.

—Oh, has llegado querido—la mayor se acercó hasta el rubio para saludar— Eres Adrien, ¿Cierto?

—A-así es, Señora Cheng. Soy Adrien Agreste—se inclinó levemente en forma de respeto hacia la asiática.

—Es un gusto finalmente conocerte, Adrien. Y por favor, solo dime Sabine.

—¡Rubia! Por fin llegas—el pelinegro lo abrazó y dió un par de palmadas en la espalda del Agreste.

—¡Niño radioactivo! Por favor, ni que hubiera tardado tanto—recibió el saludo del contrario riendo un poco.

—Por cierto, quiero presentarte a mi novia. Kagami, el es Adrien Agreste; Adrien, ella es Kagami Tsurugi.

—Un placer—dijeron al mismo tiempo, ofreciendo el rubio su mano para terminar de presentarse.

El hombre de cabellos castaños aclaró su garganta, para recordar que seguía allí.

—B-buenas no-noches s-señor Dupain—sonrió nervioso esperando los insultos de parte de su suegro, llegando inmediatamente.

—¿Este rubio teñido es tu partido, Marinette?—le preguntó a su hija sin despegar la mirada del reciente invitado.

—Si Tom, ¿Algún problema?—encaró la azabache a su padre.

—No me parece que un... Niñato como éste salga contigo, no admitiré que...—

—No me importa tu opinión Thomas, solo te lo presento por petición de Mariano.

«Esta será una larga noche» Pensó el blondo, suspirando.

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Weeeeeenas nuevamente mi gente, ¡Nuevo capítulo de Diferente! Espero para los que lean la historia les haya alegrado la notificación sobre ésta historia :')

¿Que creen que pasará en la casa de los mellizos Dupain-Cheng? Descubranlo en el próximo capítulo...

Cambio & fuera!

Diferente (AU Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora