make a wish (II)

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—Qué vergüenza, Jaemin, por favor deja de verlo.

—Calla, sales adorable—le ignoré reproduciendo con una sonrisilla tonta de nuevo el vídeo que había tomado de él soplando la vela de la pizza, mientras él se alejaba de mi lado en el tren con adorable indignación. No quería verse en una pantalla ni en pintura, con lo guapo que era. Qué pena.

Su hermanita se había quedado dormida sentada sobre mi regazo, agotada como estaba después del trote que llevábamos. Aunque fuera casi una adulta de pensamiento y madurez, su cuerpo todavía era el de una niña pequeña, y necesitaba la misma cantidad de sueño que un niño de su edad. La verdad es que yo también estaba agotado, después de haber estado dando tumbos por ahí desde las 7 de la mañana, pero ni con esas pensaba que me fuera a ser más fácil congeniar el sueño.

—Todavía no me lo puedo creer.

—¿El qué? —bajé el móvil y le miré. Había vuelto a acercarse a mí, y su proximidad me ponía de los nervios, era algo a lo que jamás me acostumbraría.

—Que me hayas preparado una fiesta sorpresa instantánea —dijo mirándome intensamente a los ojos. Sonrió y me fijé sin poder evitarlo en sus labios—. Gracias.

Bajé la vista a la niña entre mis brazos, y acaricié su cabello suave una y otra vez en un intento por calmarme a mí mismo.

—Te lo dije, te iba a cantar el cumpleaños feliz tarde o temprado —reí pero me salió una tos incómoda—. Al menos les pedí que no te cantaran todos los camareros juntos, ese era el plan original.

—Eso habría sido horrible.

—Y me habrías odiado, si no lo haces ya.

Jeno pareció pensárselo y me ofendí.

—¡Oye! —le golpeé con el móvil en la pierna, por tener la otra mano ocupada sujetando la cabeza de la pequeña en mi cuello. Jeno rió y atrapó mi teléfono antes de que pudiera alejarme, quitándomelo de la mano sin ejercer fuerza -tampoco es que yo opusiera resistencia alguna-, e hizo que se me saltara el corazón en el pecho cuando tomó mi mano, la llevó a su pierna, y entrelazó sus dedos entre los míos. ¿Cuántas veces había hecho eso conmigo ya? Todavía me daban mini-infartitos cada vez que su piel cálida rozaba la mía.

—No te odio, ni de lejos.

Sentí su pelo hacer cosquillas en mi oreja y un peso caer sobre mi hombro. Me quedé paralizado entre él y su hermana, sin poder siquiera pensar con claridad. Jeno acarició con su pulgar el dorso de mi mano y suspiré profundamente. No debía sobreanalizar nada, solo disfrutar del momento.

Cuando el dedo detuvo sus caricias, comprendí que Jeno se había quedado dormido también.


🚉😊🥺👧🚉

—Shh.

—¡Estoy intentando hacer el menor ruido posible!

—¡Calla, que la vas a despertar!

—Duerme como un tronco, no se va a despertar ni aunque le chilles al oído, Jaemin.

Me ajusté a la niña en la cadera, intentando no moverla demasiado. Chasqueé la lengua cuando Jeno hizo igualmente ruido con las llaves al abrir la puerta de su casa, y ajustándose mi mochila y la suya al hombro me dejó entrar primero, lanzándole una mirada desaprobatoria -a broma, por supuesto (pero es que me encantaba chincharle y aprovechaba cada ocasión para hacerlo).

Me quité las deportivas sin desbaratar los lazos y perseguido por su minina más mimosa, cuyo nombre ya había olvidado, le seguí por su casa sin dejar de maravillarme por la decoración hasta el dormitorio de su hermana, donde la solté con cuidado sobre su enorme cama blanca de princesa. Madre mía con la casa del niño.

My First And Last | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora