My First And Last | Nomin

no tienes nada que perder

Recapitulación sobre lo que ha ocurrido en los últimos capítulos porque llevo muchísimo sin actulizar (lo siento ;;;):

   Jeno, tras haber persuadido a Jaemin para que volviera a hablar con su abuela, se queda a dormir con él en el cuarto donde vivió entre los 5 y 10 años. Arrumacos apasionados y conversaciones privadas tienen lugar en la pequeña habitación hasta altas horas de la madrugada, pero Morfeo consigue que ambos sucumban y caigan en sus brazos.

🌑

—Esto... Esto es peor de lo que me imaginaba.

 Mi corazón se hunde en mi pecho. Duele, duele muchísimo.

Sabía que esto iba a pasar. No tenía excusas, pero aun así, quería hacer que se quedase, necesitaba hacer que se quedase.

—Jeno, ¡Jeno, por favor! ¡Escúchame!

—Pensaba que lo de tu madre ya era horrible, pero es que tú eres incluso peor.

Y cómo duele escucharlo de su propia boca. Me aferro a su brazo con desesperación y con lágrimas fútiles que me empapan el rostro y me dificultan respirar. Jeno me sacude y observa donde mis dedos han dejado marca en su piel. En su mirada solo hay una emoción: desprecio.

—¡No me toques! Dios, ¡y te he besado! Te he tocado con mis propias manos. Qué asco.

—¡Lo siento! Lo siento muchísimo, Jeno. Por favor, dame otra oportunidad. Estoy limpio ahora y no lo volveré a hacer, ¡por favor, por favor! —me desgarro la garganta al sollozar. Siento que cada palabra le aleja más de mí, que no hay nada que pueda hacer o decir para evitar su partida, nuestra ruptura. Todo se ha acabado, y como siempre temí ha sido por mi culpa.

Me arrodillo frente a él y me mira como si fuera un insecto miserable en su camino al que debe aplastar y dejar con todos los órganos visibles a un lado de la acera.

—Solo siento... lástima por ti. Espero que algún día encuentres a alguien que te pueda querer de verdad. Yo ya no puedo hacerlo.

Me quedo atravesado por sus palabras en el suelo, llorando y temblando. Entonces, siento algo pesado en mi coronilla. Cuando levanto la cabeza de mis rodillas, Jeno ha desaparecido. En su lugar, un rostro envejecido, sonriente y cubierto de sangre se impone sobre mí. No tardo en reconocerlo y, asustado, intento retroceder. Tropiezo con mis pies y caigo hacia atrás con torpeza. Pero cuanto más me alejo más cerca le siento. No puedo cerrar los ojos y no puedo dejar de mirarlo, porque está en todas partes. Voy a morir, me va a matar La desesperación me vuelve a consumir. Las manos callosas del hombre al que maté se sienten por todo mi cuerpo, y su sonrisa psicótica transpira en mi cuello. Voy a morir otra vez. Le intento apartar de mí con todas mis fuerzas, gritando sin sonido el nombre de Jeno y llorando sin lágrimas. No puedo respirar y duele. Me aplasta con su asqueroso peso. Me toca con sus depravadas manos. Jeno me ha abandonado para dejar que él remate la faena.

Ojalá no le hubiera contado la verdad. Ojalá no hubiera entrado en aquel coche, ojalá no hubiera descargado aquella aplicación.

Ojalá no me hubiera enamorado.

Mis manos caen a mis costados. Ensangrentadas, se relajan mientras acepto mi destino una vez más.

    Me desperté con el sonido de mi propio corazón dejando de latir.

Me incorporé en la cama de un salto y me llevé las manos al pecho, jadeando mareado. Entonces las retraje y las expuse ante mí sin llegar a ver realmente nada.