me colé en una fiesta

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🐰

Lo voy a hacer, está decidido.

El pequeño espejo de mi baño me devuelve un reflejo de ansiedad con un atisbo de esperanza, mientras paso una y otra vez las manos engominadas y sudadas por mi pelo, aplastando concienzudamente los mechones más rebeldes contra el cuero cabelludo, una y otra vez, una y otra vez, hasta que el último pelo esté en su lugar.

Nada podía ir mal esta noche. Nada lo iba a estropear.

Hasta que el mismo mechón de pelo que llevo intentando pegar a mi cabeza durante los últimos 15 minutos vuelve a caer sobre mi frente, y lo arruina todo.

Bufo exasperado y meto las manos bajo el grifo, donde dejo que el agua caliente se lleve por el desagüe la gomina mezclada en sudor, y remuevo mi cabello con desenfreno para disimular mi intento fallido por parecer alguien formal, de ideas claras y decisión grabada en la mirada. Cuando estoy medio satisfecho con el resultado final, suspiro con manos temblorosas a cada lado del lavabo.

Nervioso se queda corto para describir cómo me siento.

Después de todo... No todos los días te levantas preparado para salir del armario con tu familia, confesarte a tu crush, y menos aún te decidías a hacerlo todo en Nochebuena. Sabía que era un movimiento suicida y que conociendo a mi madre esto sería la última gota que colmase el vaso entre nosotros, que si las cosas ya estaban mal y estos últimos meses habían sido una pesadilla, después de haberme acostumbrado a sentir lo que era vivir con una familia de verdad, con decirle que era bisexual lo único que conseguiría sería acabar durmiendo en la calle. Pero es que... me daba igual ya. Estaba cansado. Cansado de que mi madre me odiase por los motivos equivocados, de su abuso, cansado de que lo que hubiese entre Jeno y yo no pareciese culminar nunca en nada, aun siendo estúpidamente evidente que nos gustábamos.

Suspiré. Era hoy o nunca. Mi último intento.

Me echo un último vistazo en el espejo dándome el visto bueno. Puede que mi madre decidiese desheredarme hoy, y puede que Jeno me rechazase también, pero nada de ello iba a ser porque estuviera precisamente feo esta noche.

—Estás feísimo... Qué te has hecho en la cabeza.

La que dentro de unas horas va a dejar de hacerse llamar "mi madre" me recibe con una mueca al entrar al coche.

Menos mal que a la que le tengo que gustar no es a ella.

Doblo con cuidado en mi regazo el abrigo que mi abuela me regaló las Navidades pasadas mientras la ignoro lo mejor que puedo. Ella carraspea con disgusto, y arranca el coche sin mayor dilación.

Durante todo el trayecto siento que se puede escuchar más el silencio pesado entre nosotros que el rugido del motor. Como si ella también tuviera una intuición, una sospecha de que la noche no iba a acabar exactamente bien.

—¡Pero mira qué guapo y alto está mi niño rico, mi cosita linda, mi ojito derecho e izquierdo, mi cuchirri-!

—Abu, ¡por favor!

Mi abuela me recibe, como de costumbre, con uno de esos abrazos que te sacan el aire de los pulmones y te crujen hasta el último hueso. Me revuelve el pelo aún más, por si no lo tuviera suficiente revuelto, y en un murmullo secretista y más preocupado me pregunta—: ¿Cómo van las cosas por casa? ¿Tu madre?

Me encojo de hombros en respuesta. Ni bien, ni mal, más bien indiferencia absoluta. No reconoce mi existencia. No me ha vuelto a pegar, no me ha vuelto a echar, ni hemos vuelto a hablar del tema. Las disculpas no se nos dan bien. La comunicación es inexistente. Es el mundo interior de cada uno el que está hecho un caos, y aunque su boca fruncida no se abre, sus palabras están escritas en las arrugas de su frente de forma evidente cada vez que la pillo mirándome: asco. Es como si no conociese otra emoción en mi presencia. Solo asco, amargura y diría que hasta rabia. A veces siento que le jode que haya conseguido entrar a la carrera, o que me haya sacado el carnet del coche. Odia verme triunfar en la vida, porque soy el motivo que arruinó la suya.

My First And Last | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora