resonance pt.2

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"no la cagues jaemin"

"ya me daréis las gracias 😘😘"

En definitiva, Haechan era hombre muerto.

—¿Seguro que no quieres irte a casa? Si estás muy cansado no tenemos por qué ir a ningún lado...

Jeno me preguntó de nuevo una vez que el indeseable de nuestro amigo hubo hecho bomba de humo en la última parada.

El hijo de puta de mi amigo, si es que le podía seguir considerando como tal después de esta traición, me había abandonado a mi suerte, dejándome a solas con la persona que menos tranquilo me hacía sentir ahora mismo en el mundo. Y no era una intranquilidad nacida de la inseguridad o peligro, era una intranquilidad del tipo "mi corazón va a estallar ante la posibilidad de pasar un minuto más a solas con él". Ridículo.

Me abofeteé mentalmente. A Jeno yo no le gustaba, no había necesidad de sentirme tan cohibido ante él. Simplemente aprovecharía esta oportunidad como la última para concienciarme de que estos sentimientos tenían que acabar aquí. Sí, hoy sería la última vez que me daría el lujo de vivir esta fantasía. A partir de mañana, me dedicaría en cuerpo y alma a olvidar todo esto. Todo él.

Sacudí la cabeza e intenté mantener mi cara más inexpresiva cuando le dije:

—Estoy bien. Quiero quedarme contigo.

Me examinó por unos instantes, y de repente se giró y se concentró en la pantalla de su móvil. Me quedé pensativo con los ojos puestos sobre su nuca y su pelo húmedo, ¿y si lo que él había querido decir realmente al preguntarme de nuevo aquello era que no quería estar conmigo? Porque lo más probable era que mis suposiciones estuvieran en lo cierto y Jeno se hubiese hartado de mí, y ahora estuviese buscando alguna excusa para irse a casa y dejar de verme la cara de una vez...

Pero... ¿y si Haechan tenía razón?

Froté mis ojos con mis manos escondidas en las mangas de su abrigo. Me detuve a observarlas y me paré a pensar. Pensar como haría Haechan. Si Jeno no quisiera estar conmigo, no me habría ofrecido el calor de su abrigo. Si no le cayese bien, no me habría devuelto las golosinas. Si no le importase, no me habría enseñado aquel lugar de la biblioteca que solo él conocía. A Jeno yo le importaba, tal vez no fuera de la forma que a mí me interesaba, pero debía dejar de cuestionarlo cada dos minutos.

El resto del viaje permanecí absorto mirando mis manos calentitas, repasando todos los pequeños detalles que Jeno había tenido conmigo hasta ahora.

🧥

Jeno me condujo hasta una pequeña cafetería en el corazón de la ciudad. Por el camino iba contándome pequeños detalles del lugar que escuché con gran atención, como la primera vez que había venido cuando todavía era un crío, lo amable que había sido siempre el dueño del local con él y lo mucho que le había conquistado la tarta de zanahoria casera que hacían. Parecía genuinamente ilusionado, y su sonrisa, siempre adherida a su rostro como si fuera su segunda naturaleza, se me acababa contagiando cada vez que nuestras miradas se encontraban al andar.

—Es una pena que no pueda tomarla hoy —comentó con cierto deje de decepción mientras me abría la puerta para dejarme pasar. Esto se estaba convirtiendo en una costumbre.

—¿Por qué no?

—Dieta —me recordó. Fruncí el ceño en desaprobación y justo al poner el primer pie en la cafetería mis cejas se levantaron curiosas ante el pequeño tintineo de un timbre en el techo y el maravilloso olor que inundó mis fosas nasales. Jeno se percató de ello y sonrió con suficiencia. Sus gafas se empañaron con la diferencia de temperatura y me pareció demasiado adorable.

My First And Last | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora