Capítulo Doce.

499 67 16
                                    

2/2 (pueden ir escuchando la canción que deje en multimedia para una mejor experiencia)

Irene se veía ansiosa, estaba en el portón esperándome y cuando me vio bajar del auto, empezó a agradecer repetidas veces.

—Lia ¿Por que tardaste tanto?—preguntó tomándome de los brazos.

—Lo siento, la maestra nos retuvo por más tiempo, ¿Puedes explicarme el motivo de tu llamada?

—Quisieron festejar a JuRi por su graduación. Mamá y Papá quieren que vayamos juntos, supongo que para no quedarse atrás.

Estaba totalmente claro que ese no era mi día, probablemente tampoco mi semana, ni mi año, la tristeza llego al punto en que me consumió. Y no solo eso, también la rabia.

—¿Así o más claro que siempre estarán las apariencias antes que sus propias hijas? Dime ¿Hasta cuanto? ¿Eh?—Solté bruscamente su agarre para subir corriendo a mi habitación, ignorando cualquier suplica de Irene.

Para ese punto, la falsa calma que poseía se había perdido en algún lugar, me di cuenta todo lo que me reprimí por años cuando empecé a llorar. Pensé en lo horrible que me hacía sentir ser solo como una muñeca para mis padres, no importaba cuanto los amara, ellos ponían las apariencias, el trabajo y el deseo de ganar antes que a Irene o a mi.

A diferencia mía, nunca había visto a mi hermana desmoronarse como yo, tal vez se debía a la diferencia de edades o a que ella era más fuerte que yo, siempre sabía que hacer, nunca refunfuñaba cuando este tipo de cosas se le presentaban, el callar la mayoría de veces frente a mis padres se lo debía a ella.

No la entendía, dudaba sobre si algún día lo llegaría a hacer, ella también carecía del cariño de nuestros padres, más sin embargo, nunca la vi afectada como yo, ella siempre se veía tan pacífica y yo era como un torbellino.

Mis lágrimas seguían cayendo justo como el sol para darle paso a la luna, el carro de mis padres había llegado ya, pero no me moleste esa vez en irlos a recibir, no quería verlos, pero como era común, la vida nunca respetaba decisiones ajenas.

Mi padre llamó varias veces a la puerta, no le atendí, por supuesto, lo cual lo llevo a abrir con su llave.

—Lia, llevo varias veces tocando la puerta, ¿Por qué aún no estas lista? Ya es hora de irnos.—habló con un tono fuerte.

—No pienso ir.

—No se trata de si quieres ir o no, es que iras.—Habló mi madre entrando en la habitación.

Mi padre siempre fue más blando que mi madre cuando de regañarme se trataba, a él le costaba poner más autoridad que ella.
Ella siempre era firme, no podía contra eso.

—Si el problema es el tiempo, solo usa un suéter y listo, cámbiate como siempre lo haces, la fiesta de JuRi no es tan grande, gracias al cielo.—Empezó a buscar en mis ropas.

—Mamá, ese no es el problema.

—¿Cuál es, entonces?

Dude. Otra vez.
"Recuerda no enojarte demasiado"
Las palabras de SooBin hicieron eco en mi cabeza.

¿Por qué vienes a mi mente en momentos cómo este?—pensé.

—Ninguno, me deje llevar, perdónenme, estaré lista en unos minutos.—pronuncie con un tono apenas audible.

Mis padres salieron de la habitación sin decirme nada más. Con un dolor en el pecho y ya vestida correctamente, fue mi turno para salir.

Cuando todos estuvimos listos, subimos al auto, el camino fue tortuosamente largo, mi cabeza se encontraba descansando en el frío cristal de la ventana, mi cuerpo estaba temblando y mis ojos ansiaban cerrarse debido a la hinchazón.

Oh, Honey | Soobin & LiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora