Capítulo Catorce.

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Lia.

Mientras más lejos estaba de casa, más lentos se hacían mis pasos, un sentimiento enorme de culpa me estaba nublando, sentía un vacío enorme, quería volver a casa, pero con tan solo imaginar el rostro decepcionado de Irene me lo impedía.

Tenía miedo y unas ganas de llorar terribles, desde que salí de la residencia, empecé a sentirme insegura, podía sentir a alguien siguiéndome, pero cuando daba la vuelta, no había nadie, estaba preparada para huir en cuanto se me permitiera hacerlo.

Entre a una nueva calle, esta para mi fortuna, era la más alumbrada, pero eso no le restaba lo solitaria que se encontraba, pero, no todo fue una recompensa, una pisada se escuchó cerca, fui discreta y giré un poco mi cuello, había confirmado mis sospechas, un hombre me seguía. Rápidamente, pude sentir mi corazón latir, cada paso que daba, esa persona lo seguía, mi respiración entrecortada y sus pisadas cada vez más cerca mío era lo único que podía escuchar y eso me estaba atormentando, aumenté la velocidad de mi caminata.

Podía sentir el olor del cigarrillo del hombre cada vez más cerca mío, aprete más fuerte mi puño y esta vez comencé a caminar cada vez más rápido, él también lo hizo, solo podía pensar en mi familia, en que tal vez la ultima vez que los vería fue cuando discutí con ellos por separado. Me sentía horrible, me sentía con nauseas, rogaba porque todo esto fuera un simple sueño.

Me sentí al borde cuando unas manos se reposaron en mis hombros y me abrazo por detrás, iba a gritar y estaba lista para defenderme.

—¡Cariño! Aquí estas, ¿No te dije que esta vez iría yo por ti al trabajo? —Esa voz, era SooBin. —Sígueme la corriente, nos vamos de aquí. —susurró.

—Perdón, no quería molestarte...

—Ya estas conmigo, no importa, te llevare a casa.

Me di la vuelta y comprobé que el plan de SooBin había funcionado, aquel hombre ya se había echado a correr, pero yo aun seguía pensado en lo que me pudo haber pasado, me guío hasta el auto, no arrancamos de inmediato, pues, se puso a revisar en su celular.

—Le avisaré a tu hermana que te encontré y después te llevaré a casa.

No. Aún no estaba lista para enfrentar a mi hermana, todavía no quería enfrentarme a sus ojos, que seguramente estarían llenos de decepción y tristeza.

—¿Podríamos comer algo antes de ir a mi casa? Tengo hambre y estoy algo sedienta, creo que caminé demasiado. —pregunte sin apartar la vista de enfrente.

—Si, seguro, además, servirá, por si ese hombre vuelve a seguirnos, sería incoherente ir directo hacía la residencia.

Aquel hombre, pensar en lo que pudo haber sido de mi solo me causaba escalofríos y nauseas, mis manos frías seguían temblando ligeramente, al darme cuenta las escondí en mi suéter, sabía que, si SooBin me veía en tal estado, no dudaría en tratar de ayudarme, pero, no quería hablar sobre lo ocurrido con nadie en ese momento. Me sentía fatal, como si tuviera un hueco en el pecho, estaba aterrada, apenas y supe soportarlo, solo deseaba que hubiera sido un horrible sueño.

SooBin encendió el auto, ni siquiera pregunte hacía donde nos dirigíamos, estuvimos callados y para mi bendita suerte, no me pregunto nada, ni sobre mis padres ni sobre el caso de acoso del que había sido victima tan solo hace unos minutos. Lo único que nos mantenía distraídos era aquel podcast de Economía global y nacional que estaba reproduciéndose en la radio, él me pregunto si quería escuchar alguna canción en específico, pero me negué excusando que encontraba interesante escuchar sobre el declive económico, pero la realidad era que no quería asociar ninguna canción a esa noche, a esa abrumadora noche.

Oh, Honey | Soobin & LiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora