Capítulo Treinta y Uno.

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Me hubiera gustado haber tenido una mejor relación con mis padres, pero por desgracia, eso nunca se logró.
Después de que Soobin me dejara en casa, encontré a mis padres y a mi hermana en medio de una discusión. Ingenuamente pregunté el por qué.

"Es hora de que dejemos esta maldita casa, Lia." Fue lo que respondió Irene.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas, no quería escuchar más. Subí a mi cuarto, mientras escuchaba aún los gritos de mi padre y las pisadas de Irene mientras me seguía, hice caso omiso a los dos y cerré mi cuarto con llave. Irene regresó a la planta baja, para seguir discutiendo con ellos.

Cuando la cosa se "tranquilizó" y cada uno regreso ya sus respectivas habitaciones, fui en busca de respuestas con Irene.

—Ábreme por favor.—supliqué cansada.

Ella me dejó entrar a su habitación, sin decirme una palabra. Irene lucia agotada y triste, al igual que yo.
Me acosté en su cama, minutos después, sentí como me abrazaba por detrás.

—¿Cuánto tiempo lo has estado planeando?

—Desde que huiste de casa.—comenzó a acariciar mi cabello—Fue ahí cuando entendí que no podía dejar que siguiéramos viviendo así.

Esa noche, esa horrible noche en la cual pude haber desaparecido sino hubiera sido por Soobin. Las pesadillas sobre esos recuerdos nunca se fueron del todo.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?—mis lágrimas salían una por una.

—En primera, no sabía si te ibas a oponer, después, tenía miedo de decírtelo, supongo que, en ese lapso, todo se fue acumulando, hasta que explotó por la cena de hoy.

Sus palabras me dieron en que pensar.
<<Si me lo hubiera dicho antes, ¿Habría aceptado?>> Seguramente, sí.

Vivir con mis padres se había vuelto una tortura desde hace mucho, sólo que no quería darme cuenta de ello.

—Pero ahora que ya lo sabes, necesito una respuesta tuya, ¿qué quieres tú, Lia?

Lo pensé y mucho antes de responderle. Lo hice sabiendo todo lo que iba a dejar atrás: la escuela, mis amigos y a Soobin.

Entre lágrimas, le di mi respuesta.

—Larguémonos de aquí, esto es un infierno que no estoy dispuesta a seguir soportando, vámonos de aquí.—me di la vuelta para ver a mi hermana, ella no dejó de abrazarme, mientras yo sollozaba.

—Eso haremos, te lo prometo.

Al final, me contó todo su plan, teníamos todo resuelto.
Iríamos a vivir a una ciudad vecina, con mis abuelos paternos, los cuales visitamos muy poco, debido al rechazo que mis padres mostraban hacía ellos.
Irene ya había solicitado su baja de la universidad e investigado sobre las escuelas de allí, hasta había buscado ofertas de empleo.
Solo quedaba empacar. Todo sonaba fácil, pero en realidad no lo era.
Las peleas con mis padres se volvieron más constantes y yo aún no asimilaba la idea de abandonar mi vida.

Deje de ir a clases por varios días, no tenía la cara para mentirles a mis amigos y menos a Soobin.

Él no paraba de llamarme ni mandarme mensajes preguntando sobre mi bienestar, no contesté ninguno. Hasta que un día tome la decisión de dejarlo.

Me hice la idea de que no podía atarlo a una relación a distancia, lo amaba demasiado como para hacerle esperar por mí, cuando no tenía ni idea de cual sería mi futuro, por lo que, cuando pidió vernos, acepté enseguida.

Cuando lo vi afuera de mi casa, con su sonrisa emocionada, sentí una presión en el pecho.
Guarde mi distancia en todo momento y trate de postergar un poco la despedida, lo cual se volvió difícil cuando comenzó a contarme de los planes a futuro que quería que hiciéramos.

Oh, Honey | Soobin & LiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora