Oh, Honey | Soobin & Lia

Capítulo Veintiséis.

4 meses después.

Nadar me hacía sentir vivo, el agua tibia por toda mi piel mientras vivía la euforia de nadar más rápido que todos, era una sensación incomparable.

Últimamente me sentía más alegre y enérgico y eso se veía reflejado en los entrenamientos. Todos me felicitaron y se asombraron por el gran esfuerzo que estaba haciendo y todo eso se lo debía a una persona, y esa era Lia.

Ella lograba hacerme sonreír sin siquiera intentarlo, ella me hacía querer volverme una mejor versión de mí, me bastaba con verla feliz para querer darle las estrellas, jamás me había sentido tan enamorado, sentía que era capaz de todo y eso no pasó desapercibido por mi entrenadora.

—Choi, ven aquí un momento.

Al salir de la piscina, la observe extraño pues se le notaba particularmente feliz, aun así, asentí, tome una toalla y me dirigí hacia ella.

—¿Sí, entrenadora?

—Las competencias deportivas inician este mes, y como sabrás, mucha gente participa en ellas y a su vez, mucha viene a buscar candidatos para becas en universidades prestigiosas.

Oh, no, por favor, que no sea lo que estoy pensando.

—El año que viene, tú inicias tu último año, sabes bien que participar podría cambiar tu futuro.

—Entrenadora, yo realmente no me...

—Soobin, no te pido mucho, solo participa, hazlo por tu futuro, créeme que esto te beneficiará más de lo que crees.—dijo, mientras sacaba una hoja de su carpeta—Este es el formulario.

—Si le soy totalmente sincero, no me siento capacitado para concursar, habiendo allá afuera mejores que yo...—suspiré—No me malinterprete, amo la natación, me provoca sensaciones maravillosas, pero no estoy seguro de ser el concursante que usted busca para la competencia.

—Soobin, acabo de verte en la práctica, después de eso, nada podría hacer que cambie de opinión sobre lo que pienso de usted.

—Pero...

—No te pido que lo hagas por ganar, hazlo por la emoción, además, ¿No te gustaría poner orgullosa a la gente que te importa?

—Sí, eso me gustaría.

—Eso es todo, por favor, te pido que lo pienses, estaré ansiosa de saber la respuesta, buen trabajo.—la entrenadora me dio unas palmadas en el hombro antes de irse.

Quería hacerlo, pero mi miedo de verme inferior a los demás me lo impedía y era irónico en cómo solo dudaba de mí y mi potencial en situaciones cómo esas.

La cara de orgullo de mis padres era algo que anhelaba y por eso siempre estaba tratando de dar lo mejor de mí, pero...

Tenía miedo. Lo tenía y era mucho.

Concursaría con alrededor de otros 28 estudiantes y cualquiera de ellos podría ser mejor que yo, la horrible idea de quedar mal ante ellos me hacía querer llorar. Ser tan seguro y temeroso de lo que hacía, me carcomía por dentro.

Yo no podía permitirme darles menos a mis padres, no después de todas las cosas que ellos hacían por mí, no después de la peor época de mi vida.

Estaba seguro de lo que quería, pero estaba dudando sobre si hacerlo era lo correcto o no. Decepcionar a mi madre y a mi padre no era una opción, pero enorgullecerlos si era una, y no podía simplemente evitar eso.