XVIII

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—Esto no es lo que tú crees.

—Pues dime qué es lo que creo, hace veinte minutos que se escondió el sol, ¿y tú te dignas a llegar ahora?

Hyuna le dio solo una mirada que lo hizo lanzarse sobre el suelo de rodillas y pedir perdón restregando sus manos con sentimiento para no ser castigado.

—¿Qué tanto hacías que llegas a estas horas? Es tu cuerpo y lo sé, pero primero tengo que darte la charla antes de que dejes que un tipo como ese te toque.

—Solo fuimos a comer.

—Te dije ya que le decía lo mismo a tu abuela, a mí no me vas a engañar.

Baekhyun negó levantándose de un salto para sentarse junto a ella—. En serio, solo llegué tarde porque nos estábamos besando.

Tan pronto como terminó de confesarse se cubrió la cara del sonrojo, sintiendo hasta las orejas calientes. Hyuna soltó una carcajada que llenó la habitación dándole un sorbo a su bebida sin dejar de reír.

—Bueno, seguramente sabes que va después de los besos. Pero para torturarte te lo explicaré —dejó la taza sobre la mesa de centro y se cruzó de brazos con una mirada socarrona hacia el colorado Baekhyun.

—Por favor no…

Pidió, aunque ya era demasiado tarde.

—Cuando dos personas se aman, específicamente dos hombres claro está, usualmente tienden a introducir cierta cosa llamada pene en el ano del otro. A esto le llamamos sexo, aunque algunos románticos le dicen hacer el amor —exclamó usando sus dedos como comillas artificiales—. Pero si se lo preguntas a tu tía esas son tonterías que los creyentes inventaron para excusarse de que no son simples pecadores.

—El infarto de la abuela fue tu culpa, ¿cierto?

—Solo el que la mató.

—¡Tía, Hyuna!

—Terminaría en el infierno si existiera, pero como no, te invito a cenar.

Baekhyun le dio una mirada negando. A pesar de que quería estallar a carcajadas por la situación, no quería faltarle el respeto a su abuela, no más de lo que ya había hecho. Tomó su chaqueta con miedo de coger un resfriado y dejó que los finos brazos de su tía se enredaran con los suyos mientras caminaban hacia el elevador.

No demoraron demasiado en caminar hasta el restaurante italiano de la esquina y llenarse el estómago de ravioles.

—Me gusta salir de noche aquí. Cuando era joven como tú siempre soñé con hacer esto con mi madre, pero ella siempre estuvo del lado de la tuya.

Baekhyun le dio un sorbo a su bebida para después llenarse la boca de los cuadrados de masa cocida—. Puedes salir conmigo cuando quieras.

—Eres una dulzura, bebé.

Él se encogió de hombros sin más disfrutando de su comida. Hyuna, por el contrario, descansaba su cabeza sobre sus nudillos pensando y suspirando, su tenedor y danzaba sobre el plato inquieto, sin poder capturar ningún raviol.

—Es curioso… —empezó, volviendo su vista al menor—. En este momento estoy tratando de ser la madre que nunca tuve con mi único sobrino que ya tiene una madre.

—Siendo sincero, has estado más presente en mi vida que mi propia madre. Aún cuando tu trabajo te demanda más que otros días sigues llegando a casa para estar tiempo conmigo, con mamá… eso simplemente era imposible.

—No puedes comparar el trabajo de una enfermera con el de una empresaria y agente inmobiliario, bebé. Tu mamá tiene mucho más que hacer de lo que yo.

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