Prólogo

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Louis abrió los ojos con toda su ropa de pijama pegada a su cuerpo por el sudor. Estaba jadeando con lágrimas en los ojos. Se restregó la mano por las mejillas para intentar secarlas. Pasó también su mano por su frente y sintió aquella cicatriz que solo lo hizo llorar más.

Se levantó de su cama mirando las sábanas mojadas por tanto sudor, miró la hora, las 4:30 a.m. Se dirigió al cuarto de baño, aquel que compartía con su hermana pues era de dos puertas.

Se comenzó a desvestir, esperaba no despertar a nadie con el sonido de la regadera. Entró a ducharse sintiendo como su cuerpo se relajaba bajo el agua mojándole aquel cabello lacio. Comenzó a llorar sin poder detenerse, poco a poco se volvieron sollozos y luego un llanto desesperado.

Escuchó la puerta abrirse y vio la silueta de una persona por la cortina de baño.

– Boo, ¿estás bien? – el olor a tristeza y nostalgia habían despertado a la joven beta.

Su hermana menor, Lottie, se asomó por la cortina viendo a su hermano mayor sin poder controlar el llanto. No le importó que su hermano estuviera en ropa interior o ella en pijama y entró a la ducha dejándose empapar.

– Tranquilo Lou, saldremos de esta, lo juro. Solo tranquilízate, por favor. – Lottie pasó su mano por la mejilla de su hermano mayor intentando secarla, ya sea por lágrimas o por el agua que caía sobre ellos.

– Fue mi culpa, Lottie. Todo fue mi culpa. – comenzó a deslizarse hasta quedar sentado en el piso de la ducha entre los brazos de su hermana.

– No digas tonterías Louis. No fue culpa de nadie. A veces las cosas son así, no podemos hacer nada para cambiarlas, pero podemos afrontarlas, y eso es lo que haremos. – dijo cerrando la regadera y con lágrimas en los ojos. – Lo afrontaremos juntos, ¿sí?

Louis sabía que su hermana solo intenta ayudarlo. Sabía que ella intentaba avanzar después de lo que había pasado, pero él no podía.

Ya habían pasado meses, durante los cuales iba a terapias, pero él estaba consumido en su tristeza. Él quería que todo se detuviera.

– ¿Si, Boo? – repitió Lottie debido al silencio que había crecido entre ambos.

La rubia estaba con el pijama mojada y con una sonrisa triste en los labios. Ella sentía que poco a poco su familia se desmoronaba. No le echaba la culpa de Louis de lo que había pasado. Ella sabía que no era su culpa, la de nadie en realidad. Lo que le dijo era lo que de verdad creía, a veces las cosas son así y solo queda afrontarlas. Sabía que no sería fácil, pero tenía que intentarlo. Ya no quería perder a nadie más.

– Lo intentaré. – dijo Louis en un sollozo levantándose del suelo y cogiendo la toalla. – Puedo... emm...  ¿dormir contigo?

La rubia le dio otra de esas sonrisas tristes, las cuales eran las únicas que podía darle a todos.

– Claro Boo, pero en mi cama porque tu cuarto huele como si hubieses corrido una maratón. – dijo alejándose en dirección a su cuarto.

La verdad es que Lottie, no podía soportar más el olor de tristeza que había en el cuarto de Louis. Su cuarto estaba tan cargado de dolor que solo la lastimaba más.

– Bien. Iré por un pijama.

Louis se dirigió a el closet de su cuarto. Sacó un short deportivo y un polo viejo.

Mientras se vestía, dirigió su vista aquella foto en su mesa de noche. Aún recordaba perfectamente el día que fue tomada. Aquella tarde de invierno, haciendo muñecos de nieve y luego chocolate caliente.

–No me vas a atrapar Boo. No me atraparás.

–Vuelve aquí, pequeña engendro.

El Click - Omegaverse L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora