Estaba tirada en el suelo de mi habitación aguantando el tóxico humo que sostenía mis pulmones para luego expulsarlo de mi cuerpo lentamente. Me detuve unos segundos para observar como se extendía el mismo por todo mi alrededor. Retomé la misma acción de llevar a mis labios el envontorio verde, y calé de el nuevamente imitando lo anterior.
Amaba la manera en la que me hacía sentir este pedazo de hierba. No me malinterpreten. No solía hacerlo todos los días, ni mucho menos dependía de él. Pero a veces era necesario que mi ser tuviera un respiro. Llevar mi vida no era tan fácil.
Muchas veces los que interactuaban a mi alrededor sentían el olor del producto y me trataban de evitar la mayoría del tiempo. No me importaba, sabía que todos me juzgaban o hablaban a mis espaldas—mi propia familia— Aunque pensándolo, nunca me fue necesario la aceptación de las otras personas.
Mis ojos dejaron de observar un punto al vacío. Para posarse sobre el niño que entraba asustado a mi habitación. Mi pequeño hermano. Rápidamente apagué el porro en el cenicero que se encontraba tendido en el suelo al igual que yo. Me levanté pesadamente para correr a donde se encontraba para cubrirlo con mis brazos.
Conocía el porqué estaba así. Unos años atrás podrías encontrarme en la misma situación, pero ya me había acostumbrado con el paso del tiempo. También contaba que su situación era peor, ya que con el tiempo nos enteramos que padecía del Síndrome de Asperger. Lo que hacía que no pudiera interactuar ni comunicarse con facilidad.
El ambiente en el que solía estar mi dormitorio no era el mejor pero tener a mi hermano, pero me resultaba mejor idea que dejarlo solo en la de el escuchando lo que sucedía en el piso de abajo.
Debajo de mi, sentí como comenzaba a temblar y moverse de manera nerviosa. Estaba teniendo unos de sus ataques otra vez. Traté de sostenerlo en mis brazos con bastante esfuerzo. Era algo pesado, ya no solía ser el mismo niñito de antes, tenía 4 años y comenzaba a notarse su crecimiento. Al tenerlo en brazos traté de calmarlo apretándolo fuerte a mi torso y dándole pequeños golpecitos en su espalda.
–Todo estará bien, confía en Lili—le dije en su pequeña orejita.
Luego de unos minutos el se encontraba tranquilo entre mis brazos. Lo recosté en mi cama para que pudiera descansar eran pasadas las 9:00 pm y ya debía estar durmiendo. Tapé su diminuto cuerpo con mi sábana, al mismo tiempo que coloqué música agradable para dormir. Deposité un pequeño beso en su mejilla, para quedarme observándole antes de salir de la habitación. Se veía calmado y realmente lindo así, abrazado a su peluche con una sensación de paz en el.
Apenas coloqué un pie en el pasillo que dividía los dormitorios, pude oír los gritos de mis padres. Otra vez andaban discutiendo y matándose entre ellos. Era algo habitual, mi padre llegaba a casa con varios tragos y golpeaba a mi madre en alguna que otra ocasión. Lo cual a ella no le parecía importarle, además de normalizarlo y justificarlo, estaba consciente de que le daba suficientes motivos para que se volviera agresivo.
Permanecí en el último escalón durante varios minutos lo suficiente para alterar y arruinar lo bien que me sentía anteriormente. Tomé la copa que había a un lado en la repisa y la dejé caer con fuerza al suelo. Al momento llamé la atención de ambos, que no disimularon su terrible genio ante mi.
–Pueden dejar de discutir por cosas tan inútiles—solté furiosa, ya estaba cansada de tanta inmadurez de su parte.
–No es asunto tuyo—contestó tajante mi madre, y una sonrisa burlona salieron de mis labios.
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Lila
Teen FictionLila Malley nunca había tenido la vida que tanto deseaba, y sus padres eran los verdaderos culpables de eso. Sus problemas la habían llevado a ser una discreta consumidora que a su debido tiempo provocó que sus sueños se desmoronaran y convirtieran...