Capítulo 2

103 25 12
                                    

Desperté al sentir el fuerte sol, que ya incomodaba mi vista. Me tomó varios segundos adaptarme a la luz del día. Mi piel quemaba como mil demonios, por lo que pasé mi vista hacia mis piernas y abrí mis ojos grandemente cuando vi que mi pálida piel estaba pasada de un bronceado. En mala hora me puse este pantalón más desgastado que la ropa interior de la Sra Margaret—mi vecina—. Pasé mis manos desesperadamente por mi corto cabello, y tomé asiento en lo que parecía un banco de piedra.

Mis ojos observaron todo mi alrededor, y era un simple parque que desconocía. No recordaba como era que había llegado ahí, supuse que mi estado de insomnio fue el que manejó mi cuerpo en la madrugada.

Varias personas transitaban por el lugar y se me quedaban observando con esa mirada que bien sabía distinguir, me juzgaban. Seguramente pensaban que era una vagabunda o una alcohólica, o las dos. Aunque lo segundo lo dejaba pasar por el mal aspecto que tenía en ese momento.

Levanté mi cuerpo pesadamente, estaba mas que segura que estaba echa un asco. Mal bronceada, mala postura por el incómodo dolor que sentía, un aspecto que de seguro daba miedo, aparte con un terrible dolor de cabeza. Por cosas como esas es que entendía como era que no había tenido una relación.

Mis pies dejaron de funcionar al ver mi reflejo en el diminuto espejo de un auto que se encontraba parqueado en la calle. Me aseguré de que nadie estuviera dentro del auto y al ver que no, volví a observarme.

«Pero bueno, sabes lo qué es un bañito ¿no?. Pareces excremento de vaca en estado líquido»

Suelo ignorarte pero por esta vez, tienes razón.

«Siempre la tengo, soy tú»

Ay no, calla ya.

Traté de peinarme lo más que pude, pero mi cabellera rubia estaba más rebelde que nunca, fácil podía compararlo con enjambres. Mis mejillas parecían que tenían 50 kilos de rubor por lo rojas que se encontraban. Odiaba ir a la playa por eso mismo. Quité las varias legañas que encontré en mis ojos, y por último mis ojos se encontraron en lo que se decían llamar cejas, parecía que iba a protagonizar el papel de Cejotas el de Angry Birds. No podía creer que no tuviera vergüenza de pasearme así por ahí.

A lo lejos distinguí a un hombre que aparentaba unos 54 años acercarse al auto. Mis ojos se quedaron encima de él, hasta tenerlo cerca. Los de el se posaron encima de mi, al parecer recién me notaba. Unos segundos después palideció, supongo que se asustó por ver mi hermoso aspecto. Veo como sacó de forma nerviosa su móvil del bolsillo y comienzan a marcar un número. Sus ojos no dejaban de estar posados en mi, por lo que lo ignoré y me contemplé por última vez en el espejo.

–¡Aléjate de mi auto!—gritó aquel señor alterado, que en cualquier momento explotaría—La policía está en camino.

Reaccioné luego de que mencionó a la policía, y comencé a caminar rápido para alejarme de ese miedoso hombre. Por muy mal que me veía no puede tenerle miedo a una chica tan delgaducha como yo. Además quien quiere su estúpido auto.

Después de correr varias calles abajo, me detuve para descansar un poco. Me apoyé sobre mis rodillas para poder respirar bien, no corría así desde el año pasado en las clases de deporte. Mis manos pasaron hacia la gabardina en busca de mi monedero, pero no encontré nada. Maldije para mis adentros, al recordar que pudieron robarlo en el bendito parque de hoy.

Una luces rojas y azules, se hicieron visibles para mis ojos. Comencé a correr una vez más pero aún más rápido, no sabía donde me encontraba, pero a lo lejos distinguí el callejón de antenoche. La terminé lo más rápido que pude pero una patrulla se encontraba esperando por mi al principio de la otra calle. Tenía dos remedios, seguir corriendo hacia el lado izquierdo o dejarme llevar, donde traería problemas con mi padre.

LilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora