Capítulo 9

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–¿Qué haces vestida así? ¿A dónde vas?—la voz de Noah llegó a mis oídos a un lado de la barra de la cocina.

–A buscar trabajo.

–¿Para qué?

–No voy a vivir de ti, Kurbini.

–¿Vas a salir a buscar trabajo al azar?—se colocó a un lado de mi.

–No tengo otra opción.

–¿Trabajarías en lo que fuera?

–Si, cualquier oferta me vendría bien.

Me dejó tirada en medio de la cocina con mi vaso de leche en manos. El día recién comenzaba, me había decidido por finalmente empezar con mi búsqueda de un trabajo que pueda mantenerme, y pueda pagar un pequeño alquiler. Estaría un largo tiempo ahí hasta que reúna todo el dinero que pueda para vivir con mi hermano. No quería irme, me había acostumbrado a vivir con este chico, era agradable, y siendo sincera estaría eternamente agradecida de todo lo que ha hecho por mi en este último mes.

Noah regresó a mi campo de visión, esta vez no traía su pijama. Me fijé en las llaves del auto entrelazados en sus dedos. Sus ojos celestes me observaron hasta que finalicé mi vaso de leche. Al parecer me acompañaría a conseguir trabajo.

–¿A dónde vamos?

–A tu nuevo trabajo.

–Puedo preguntar de qué...—dejé de hablar cuando sentí el tacto de su mano en mi brazo tirando de él en dirección a la puerta principal.

Mis pies se vieron arrastrados hacia su coche que ya estaba en la carretera. El deshizo el agarre en mi brazo cuando me sostenía a un lado del asiento del copiloto. Subimos ambos al mismo. Él condujo calles abajo, no sabía a donde nos dirigíamos. En el camino traté de informarme sobre el que sería mi trabajo a partir de esos momentos. El no mencionó ni una sola palabra, solo salían de sus labios "Se paciente", no tenía paciencia, nunca la he tenido y que me dijera eso solía me hacía angustiarme más.

El auto se detuvo frente a una calle que conocía muy bien, era imposible no reconocer aquella máquina expendedora de la esquina. Estábamos en la tienda donde lo conocí. El se bajó del auto, acto que yo imité, y tiró de la puerta cediéndonos el paso. Me fijé mejor en el lugar, y no era tan pequeño como recordaba. Se trataba de una tienda de comida rápida, donde habían pizarras con algunas ofertas, estantes de confituras y cristalerías ofreciendo algunos postres. Me detuve en la barra, no habían dependientes que ofrecieran sus servicios.

–¿Dónde está el dependiente?—pregunté sentándome en una de las mesitas.

–Se suponía que era mi turno.

–¿Me trajiste para que vea cómo trabajas? ¿Esto es algún tipo de tortura? Tengo muchas cosas que hacer como para perder el tiempo contigo.

–Trabajarás aquí de ahora en adelante.

–¿Qué?

–Ocuparás mi puesto de trabajo.

–¿Tú en que trabajarás?—negué con la cabeza—No, no, no, no puedo aceptarlo.

–Lila—llamó—No te doy a decidir.

–Kurbini, no pienso quitarte el trabajo. Además, todo depende el propietario del lugar, el decide si debo o no trabajar aquí.

–Estas hablando con el.

–No entiendo—abrí mis ojos al ingerir sus palabras—¿Tú eres... él propietario de este lugar?

–Si, esta calle completa me pertenece—puntualizó con mucha normalidad.

«Espera, eso quiere decir que...»

LilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora