–No dejaré que te jodas la vida de esta manera—dijo el perezoso que estaba a mi lado quitándome el cigarrillo que tenía en las manos.
–Pero tú si que puedes ¿verdad?—rebatí al ver como se llevaba el mismo a sus labios.
–No puedo estar más jodido, pero tú—me señaló—Tienes solución.
Me tiré sobre su cama para observar todo su ambiente. Era prácticamente una mini cueva, todo lo que siempre le gustó estaba aquí. La computadora en la esquina del cuarto con miles de esos aparatos gamers, al frente de la cama estaba su play 4 encendida porque recién jugábamos. Todo alrededor del lugar estaba totalmente desordenado, como siempre. Las luces de neón era lo que nos iluminaba y le daba un ambiente demasiado juvenil a su cuarto. Era un chico demasiado perezoso. ¿Cómo no le daba vergüenza traer chicas a este lugar?
Mis dedos empezaron a dibujar los tatuajes que tenía en su pecho—que eran unos cuantos—creo que una vez mencionó que eran diecinueve. Tenía uno en su cuello que en particular era el que más me gustaba, eran unas letras pequeñas y sencillas que trazaban la palabra: sad.
Me detuve a ver su delgado rostro, tenía las habituales ojeras que lo caracterizaban, al igual que sus ojos negros mostraban cansancio. También llevaba barba de varios días, y su cabello castaño estaba demasiado largo. Después de todo esto mi querido mejor amigo era hermoso, y las chicas—o chicos—me afirmaban eso cada vez que salíamos.
Llevaba más de una semana quedándome aquí luego de lo que había pasado días atrás con el viejo presumido, los oficiales, el estúpido de mi padre, los matones con su "Tigre". Si, vuelvo y repito, Tigre.
Ganas de regresar no tenía pero de algún modo debía volver. No podía seguir usando ropa masculina, aunque no me incomodaba me sentía más libre y práctica con ella. Pero aún así temía por la salud y paz mental de mi hermano.
–Joan—sus ojos me observaron al llamarle—¿Crees que lo de mi padre se solucione?
–¿Te refieres al problema familiar o laboral?
–Laboral, lo otro es un caso perdido.
Tuve la sensación de que hablaría sobre la primera. Por eso, antes de que abriera sus labios y mencionara palabra alguna negué con mi cabeza, aún así no se callaría.
–Tienes buen corazón ¿sabías?—mi entrecejo se unió—A pesar de todo el rechazo, indiferencia y mal trato de el hacia ti, te preocupa lo que le pueda pasar. Te sientes mal, cuando él lo está y feliz cuando él lo es. Lo amas después de todo y eso te hace especial. No todos podemos perdonar, y estar.
Me quedé en silencio, no quería responderle. Mis palabras sobraban en este momento. Siempre solía decir lo que sentía por mi.
–Con respecto a la pregunta, ¿te soy sincero?—asentí—No tengo idea, pero en caso de que no se solucione, recuerda que todo lo que pasa tiene un motivo, tal vez no veas su propósito hoy o mañana, o quizás hasta puede pasar más de un mes pero llegará, sea para bien o para mal.
–Tengo tan mala suerte que seguro llega para mal—hablé finalmente.
–No seas tan negativa—regañó—Eres muy joven para tener tantas preocupaciones, sigues alejando a todos de ti y déjame decirte, que esa no es la solución a tus problemas.
–No necesito más personas en mi vida, con los que están tengo más que suficiente.
Me senté en el borde de la cama para luego sostenerme sobre mis delgadas piernas—Me voy a casa.
El permaneció en silencio por unos segundos, buscando las palabras adecuadas para decirme. Pero esa vez, no me dió una sonrisa y no parecía feliz con la respuesta que me daría.
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Lila
Teen FictionLila Malley nunca había tenido la vida que tanto deseaba, y sus padres eran los verdaderos culpables de eso. Sus problemas la habían llevado a ser una discreta consumidora que a su debido tiempo provocó que sus sueños se desmoronaran y convirtieran...