Capítulo 15

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Maratón 2/3.

Lila Malley.

Apenas desperté el fuerte dolor de cabeza se hizo presente. Bostecé y sin abrir los ojos me abracé más a la persona donde estaba apoyada gran parte de mi cuerpo. Mi pie se acomodó sobre unos fornidos muslos y mi cabeza se sentía extrañamente cómoda sobre el pecho de alguien.

Espera, ¿qué mierda acabo de decir?

«¿Fornidos muslos?¿el pecho de alguien? Al parecer alguien durmió bastante bien, y yo no me enteré de la diversión»

Abrí fuertemente mis ojos algo de lo que me arrepentí al sentir la fuerte punzada en mi cabeza. Levanté con cuidado mi cabeza y ví a Noah durmiendo boca arriba en mi cama. Si, Noah en mi cama. Me separé de el suavemente y sentí como un hilo de baba se separaba de su pecho y de un lado de mi cachete. Cerré los ojos apenada. No podía creer que me babeara justamente cuando dormía con el. Apenas logré separarme miré por debajo de la manta que nos tapaba.

¡Si tengo ropa! ¡Si tengo ropa!

«¿De veras te alegras de eso?»

Volví a mirar al que estaba tendido en mi cama. Seguía con los ojos cerrados. Dejé de observar estos y me centré en su pecho donde había un pequeño charco. Con suavidad tomé una de las esquinas de la manta para limpiar los restos de baba que había sobre el, pero su voz hizo que detuviera mi mano antes de rozarle.

–Ni mi abuelo se babeaba tanto—rió, cerré los ojos apenada y me giré hacia el otro lado de la habitación para no tener que verlo.

Después de volver a recuperar un poco de valentía me giré hacia el. Me observaba vacilante con algo de burla en su rostro. Noté que ya no estaba acostado sino que se encontraba sentado sobre la cama aún debajo de las sábanas que nos cubrieron—al parecer— que en toda la noche. Me decidí a hablar cuando su lengua acusaba con soltar alguna palabra o frase incómoda.

–Ya desearías tener más de mi baba.

–¿Más?—niega varias veces con travesura en sus iris —Esto es malo, no recuerdas nada de lo qué pasó anoche.

–¿Qué quieres decir? Tu y yo nos...—corté mi voz cuando su cabeza se movía de arriba hacia abajo—¡No puede ser! Me obligaste ¿cierto?

–De hecho, fuiste tú la que me besaste—dejó su tono de diversión y mi corazón dolió cuando cambió su semblante a uno serio—¿De verdad no recuerdas nada?

Retiré las sabanas y las mantas que estaban encima de mi y me levanté con desesperación de la cama. Noah estaba apunto de hablar pero antes de que mencionara algo salí de la habitación tirando de la puerta. Me dirigí rápido hacia su cuarto, su puerta estaba abierta como de costumbre. Apenas dí un paso hacia dentro me encontré con su habitación en perfecto estado, su cama tendida, y su ropa doblada sobre esta. Salí y fui hacia el baño corriendo cuando sentí que abrió la puerta de mi supuesta habitación. Respiré profundo cuando escuché sus pasos descender por la escalera. Me observé en el espejo del baño, y directamente mi vista fue hacia mi pelvis.

No, no, yo no lo hice.

«O si...»

¡No! Estaba vestida cuando desperté.

«Con tu pijama...»

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