Capítulo 2. Yo no te haría eso

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Antes.

—¿No me dirás? —fingió sorpresa y consternación ante la mirada divertida del chico de rizos.

—No —se encogió de hombros ahora fingiendo desinterés —, puedes averiguarlo si quieres. Pero no pienso decírtelo.

—Harry eres detestable —río sacudiendo la cabeza —. Me acabas de decir que te gusta alguien y lo tomas tan a la ligera ¿es en serio? Soy tu mejor amigo, imbécil. Quiero los detalles.

Sin embargo, Harry no estaba dispuesto a negociar. La revelación de la identidad de la persona que lo atrajo tendría que permanecer en secreto, no solo porque obviamente esta persona no lo sabía, se anexaba el hecho de que Mitchell lo conocía muy bien, le advertiría de muchas cosas que Harry no quería escuchar, sermones los que se daba él mismo cada que lo veía pasar, sonreír. Pensaba, que era un chiste creer que podría fijarse en alguien como él, en corresponderle siquiera.

Harry carraspeó, y eso hizo que Mitchell lo mirara de vuelta, entendiendo bien lo que había dicho.

—Vale, es que soy uno de tus mejores amigos —ahora hizo énfasis en la palabra "uno" refiriéndose a que Harry tenía otro mejor amigo.

—A veces siento que te olvidas de Louis a propósito, él también es mi mejor amigo —dijo Harry.

—Lo es, pero sabes que nosotros no congeniamos —bufó Mitchell —, lo acepto en la mesa porque siempre están juntos.

Ahora fue Harry quien río ante las declaraciones de su mejor amigo pelirrojo. La verdad es que por eso se complementaban ambos tan bien, Mitchell era sincero, sin filtros y lo apoyaba sin cuestionar mucho. Desde el primer momento en la secundaria hicieron un buen equipo, riéndose, yendo a fiestas, estudiando para luego reprobar, y por supuesto, secando sus lágrimas cuando le rompieron el corazón, dos veces. Por eso se preocupaba tanto, sabía de primera mano que Harry era alguien sensible, emocional y algo crédulo, no dudaba en que se merecía de una vez por todas a un tipo que valiera la pena, que lo tratara bien.

¿Tanto costaba? Al parecer sí.

Mitchell acomodó sus gafas, y terminó de sorber su bebida para tomar su mochila.

—Que te vaya bien en el parcial —sonrío burlonamente Harry cuando lo vio levantarse.

—No creas que te libraras de esta conversación tan fácil ¿me oyes, Styles? Solo porque tengo ese jodido parcial de cálculo, sino, me quedo hasta que aparezca el enano fastidioso —le dijo colocando los ojos en blanco.

—¡Mitchell! — le riñó Harry al tiempo que volvía a reír—, no le digas así a Louis. Si estuviese aquí esto termina en tragedia.

—Confío en que no le irás con el chisme, ricitos. Ahora me voy, pero estaré averiguando quien es ese chico, lo puedes tener por seguro —sonrío sin mostrar los dientes y se fue de la cafetería del campus.

Harry bufó mientras miraba la ahora mesa vacía, si tan solo lo supiera...

Es que ambos eran como el agua y el aceite. No quería quedar en medio de eso, que ya lo estaba, porque eran amigos e intentaba reunirlos de vez en cuando pero cambiando ligeramente los papeles no estaba seguro que podría pasar.

Harry y Louis se conocieron en la universidad a la que aplicó con Mitchell después de graduarse. El de ojos azules apareció con un gorro rojo y una musculosa negra pintada a mano ese primer día de clases, y no le habló hasta que vio a Harry cotilleando con una compañera de ambos.

Harry podía recordarlo bien, ese momento en que lo tuvo cerca por primera vez.

Leigh lo saludó efusivamente, hablaron del verano y de que coincidencia era encontrarse de nuevo. Porque ellos dos, tal como Harry y Mitchell, estudiaron juntos el secundario, así que Louis y Leigh se conocían, más la chica no tardó en presentarle al chico de rizos con el que estaba hablando, allí todo comenzó.

—Harry, Harry Styles —sonrío un poco mientras le tendía su mano derecha.

—Hmm. Harry, hola Harry. Soy Louis, Louis Tomlinson —correspondió el gesto ahora apretando sus palmas.

Vale, pero ¿por qué pensaba en eso justo ahora? En el enano fastidioso. En sus ojos azules y su cabellera revoltosa.

Era simple, Louis era todo lo contrario a Mitchell porque el ojiazul era ruidoso, bromista, sarcástico por naturaleza y de muy mal carácter cuando se lo proponía, era bastante burlón, pero conseguía ser...ser adorable como ninguno, te envolvía con esa voz tan suya, con sus gestos de superioridad y su risa, su risa era estrepitosa. Pero así era Louis, complementándose con Harry para saltarse clases o escuchar música en el bus. Louis estaba ahí siempre que Harry quería hablar de algo extraño o de películas, más sabía que no podía hablarle de tristezas o emociones confusas.

Louis le huía a esos temas complicados. Había tenido suficiente de ellos, o eso le decía a Harry.

De solo recordarlo algo se contrajo dentro de sí, se quebraba de a poco, porque nunca podía apoyarlo o decirle que lo resolverían, que podían hablar de eso siempre que se sintiera decaído. Que lo escuchaba, cuando mucho.

Por lo que, le costaba ahora reconocer que se había enamorado de él, y que probablemente sería una estupidez decírselo. Y no solo porque aquello evidentemente arruinaría su amistad, sino que... Harry contempló por primera vez esa sensación de culpa y ansío que le generaba perder a Louis.

Dejar de hablarle, de reírse con él, de mirarle.

A Harry le gustaba mirar a Louis porque creía que era precioso y estaba allí tan ocupado jugando videojuegos o comiendo frituras que no se daba cuenta que lo era porque no estaba intentando serlo. Louis no intentaba gustarle a Harry porque se suponía que eran amigos.

Entonces ¿Cómo es que había quedado prendado?

Hablar de aquello era evocar esa opresión en el pecho que Harry sintió la primera vez que Louis le habló de Elena, su ex novia. Sí, aquella chica que Louis describió como detestable, ruin y malvada Elena River.

Elena River tenía el cabello castaño, largo hasta por debajo de las caderas, ojos afilados como las víboras y labios rojos como los vampiros después de una cacería. Así la observó Harry en fotos, como esa clase de chicas que brilla, a las que todos giran para ver entrar a la habitación. Sin embargo, nunca entendió porque Louis, su Louis, terminó saliendo con una chica como esa, una frívola e insípida adolescente que lo que hizo fue burlarse de él en medio de una fiesta por la graduación.

Elena engañaba a Louis y no le importó hacérselo entender en una fiesta, frente a todos sus conocidos, incluida Leigh.

Por esa razón, Louis no quería involucrarse con nadie más, no quería consolar a nadie más que no fuese él mismo, sin emociones extrañas, así parecía vivir mejor y tranquilo. Hasta que de sus rosáceos labios brotaba aquella frase que sin darse cuenta Harry empezó a odiar.

"Quiero que las cosas fluyan ¿sabes?"

El de ojos verdes frunció los labios solo de escuchar a su cabeza remembrar aquello, no se sentía precisamente como un río para fluir. Y a su vez, después de lo de Elena, teniendo presente que era una chica y pues él no lo era, tampoco creía que era probable que entre ellos pudiera suceder algo, se sentía todavía más ridículo aunque Louis nunca manifestó tener problemas con sus preferencias, recordaba incluso cuando le ayudó a pintar sus uñas.

Harry suspiró mirándose estas, limpias e incoloras. Con tanto lío en la mente no había tenido fuerzas para pintárselas.

Luego miró la ventana, pensando de nuevo en cómo se sintió luego de la historia de Louis y Elena, en su voz titubeando, sus ojos azules oscurecidos de la rabia que sentía, fue ese el primer momento en que Harry quiso decir algo que hubiese cambiado totalmente el rumbo de esta historia.

Pero no lo hizo.

Harry no le dijo a Louis que él jamás sería capaz de hacerle algo como eso.

***

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