Capítulo 13. No debí extrañarte en ese momento

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La noche todavía era joven al igual que él.

Allí en el medio de la pista de baile se olvidaba de que el algún momento tenía que regresar a casa, estaba deseoso de pasarla bien, de bailar, de embriagarse lo suficiente como para olvidar tantas cosas hirientes. Estaba en su punto máximo de felicidad.

Las luces coloridas se adherían obsesivamente a su piel, la música se colaba por sus venas, se mezclaban con el frenético torrente sanguíneo que ya tenía lleno de alcohol. Se estaba riendo demasiado, sabía que estaba ebrio pero no le importó seguir en lo suyo aunque no lo hiciese tan bien como Leigh-Anne que le instruía en el divino arte del baile moderno, ella si se sabía contonearse, moverse sensualmente y sacudir las caderas, robándose las miradas de todos en aquel lugar, se veía hermosa cantando a todo pulmón, como si de verdad no hubiese un mañana, era tan precioso ser jóvenes y libres en ese momento porque estaban seguros que luego se reirían muchísimo más cuando uno de los dos no pudiese ponerse de pie para tomar un taxi y volver al campus.

Ambos estaban bailando cuerpo a cuerpo, la extrema cercanía entre ellos no pasaba de ser algo divertido, de amigos que salen a festejar, a beber algo rodeados de muchas otras personas que también buscaban divertirse, pasar una noche diferente bebiendo mucho y escuchando música.

Luego de la presentación de Clairo, se sintió el cambio de ambiente, el bar empezó a llenarse de personas que buscaban muchos tragos coloridos, la música pasó a ser algo más movido y se encendieron las luces de colores que cubrieron toda la pista.

En ese instante sonaba fuertemente por los altavoces "Fever" de Dua Lipa con Angèle.

—¡Amo esa canción, Leigh! ¡La amo! —gritó sobre la música para que la morena pudiese escucharle.

Ella asintió eufórica y siguió bailando, sus brazos se movían enérgicamente, pero a la vez es como si crease una sutil coreografía con ellos, sus manos paseaban por su cara y sus piernas, vaya que esa chica sabía lucir esas largas piernas que tenía. Harry estaba maravillado, ojalá algún día pueda bailar así de bien.

Él se entretenía moviendo los hombros y cantando la canción ya que comenzaban a dolerle de nuevo los pies. Extendía de nuevo los brazos hacia el infinito cielo y luego bajaba intentando de todas las formas posibles mantener el equilibrio en esas botas tan altas que traía puestas.

Cuando la canción hubo terminado, se dirigieron hacia la barra a pedir una ronda más de tequila, la morena iba colgada del cuello de Harry y entre risas lograron ordenar para luego tomar asiento en una de las mesas altas y redondas cercanas, para su sorpresa la mesa también brillaba.

Luego de tener otro vaso en la mano, siguieron riéndose de la mínima cosa que hacían, de como se les enredaban las palabras y olvidaban que estaban diciendo.

—Todos te miraban, Harry ¡todos! —dijo batiendo mucho las pestañas—. Estoy segura que hoy rompiste muchos corazones, hmm sí. Esos chicos de allá no dejaban de sonreírte, como absortos, es increíble... es que, te lo dije, vas precioso —señaló con un leve movimiento de ojos y sonrío de vuelta a él.

—Leigh, no me estaban mirando a mi, estoy seguro que te miraban a ti. ¿Acaso viste lo bien que te movías? Estaban maravillados porque hasta yo estaba maravillado contigo —comentó cubriéndose los labios con sus manos, emocionado.

Leigh soltó una risotada mientras cruzaba sus piernas para tener mejor estabilidad, todavía no se había quitado los tacones, Harry sabía que cuando eso sucedía, es probable que ella ya quisiese irse al campus.

—Vale, nos miraban a los dos porque lo cierto es que esta noche la hemos pasado increíble, hemos hecho un equipo maravilloso, sal dos veces más conmigo y bailaras la mitad de bien que yo, te lo prometo —decretó al tiempo que bebía todo el contenido de su trago sin fruncir el rostro.

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