Capítulo 4. Te diré como lo sentí

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Harry ya no quería ver la televisión, cada minuto contaba.

Miró de nuevo su reloj y sacudió la cabeza producto del sueño que ya empezaba a colarse por su torrente sanguíneo. Suspiró pesadamente y de inmediato refregó sus palmas contra su rostro adormecido.

Louis no llegaba y estaba empezando a preocuparse más de la cuenta.

Después de lo sucedido, no pensó que el castaño comenzara a portarse tan extraño, cuando él intentó de todas las formas posibles no hacer de lo sucedido el acontecimiento más grande que le pudo pasar como universitario. Louis al parecer no pudo hacer lo mismo, y ahora lo evitaba.

Al principio, es decir, la mañana siguiente al beso Louis pretendió que había tomado demasiado inclusive preguntándole: "¿Cómo llegamos a casa?"

Harry pretendió que tampoco lo recordaba.

Esa mañana tomaron el desayuno, una lata de red-bull para cada uno y ya estaban listos para salir a su rutina de todos los días, apagaron las luces, cerraron la puerta pintada y partieron al campus.

Tampoco volvieron a tomarse de las manos desde ese momento, y a Harry le hizo falta aquella sincera muestra de "amistad" o la voz característica de Louis parloteando como todos los días.

Con el pasar de los días, la lejanía fue cada vez más notoria, Louis se levantaba o muy tarde o muy temprano, se iba sin tomar el desayuno o desayunaba de pie en el recibidor.


Harry estaba enojado, pero manifestarle su enojo iría en contra de lo que ya había dicho de no volverlo un gran acontecimiento. De no discutir por eso y ni pensar en volver a tocar el tema. Así que se resignaba a mirarlo de reojo, a desayunar solo y en silencio.

Y ahora esto, a esperarlo preocupado en el sofá mientras el de ojos azules llegaba quien sabe a qué hora.

―Louis...Louis...Louis ¿por qué me haces esto? ―susurró a la nada.

Miraba el techo perdido en tantos recuerdos, en esa noche, en su mejor amigo. Quizá debería llamar a Mitchell, quizá le escriba otro mensaje a Louis para preguntarle si estaba bien. Vacilaba en que hacer, quizá debería ir por otro vaso de jugo.

Se levantó por poco cuando la puerta resonó para sus oídos. Girando de inmediato la cabeza para encontrarse con la figura de su mejor amigo. Batiendo las pestañas para enfocar la iluminación del departamento. Louis trastabilló los pasos a medida que entraba y se quitaba la capucha del suéter, revelando su alborotado cabello y mirada pérdida. Sus labios rotos.

Harry frunció el ceño, acercándose para recibirlo:

―¿De dónde vienes, Louis?

―Hmmm. Yo...yo estaba con...esa chica Jade. Sí, Jade. Jade me hizo volver a casa contigo.

Harry pensó en la pelirroja, en sus brillantes ojos. La forma en que les sonrío cuando llegaron a la fiesta. Seguramente vio lo que sucedió entre ellos. Vaya, en serio tenía que ir a buscar a esa chica. Podrían ser hasta buenos amigos.

―¿Qué te dijo Jade para que volvieras? ―inquirió Harry.

―Que estarías preocupado por mí... ¿estás preocupado, Harry?

Harry asintió lentamente, sintiendo como toda la rabia y frustración se esfumaba de su cuerpo solo con verlo dirigirse a él.

―Ven, siéntate ―lo haló suavemente del brazo para hacerlo sentar en el sofá.

El televisor ya estaba apagado y Louis pudo removerse con tranquilidad en el sofá. Al haberlo dejado allí, Harry pudo irse a la cocina por el vaso de jugo.

―Ten...bebe un poco.

Louis le indicó que esperara un segundo mientras se quitaba el suéter. Acto seguido, tomó el vaso que le ofrecía su mejor amigo y sorbió con lentitud.

―Lo siento mucho ―departió con la voz rota―. Lo siento Harry, yo no debí...yo, soy el peor amigo de todo el mundo.

Harry sintió su corazón romperse de nuevo, pero solo consiguió soltar una risa apagada para tomar asiento junto a Louis en el sofá.

―No tienes nada de que disculparte Louis, yo entiendo. No debió pasar. No debimos, ya sabes...besarnos.

―Estábamos borrachos, lo sé ―cerró sus ojos para no lagrimear.

―Bastante ―continúo Harry―. Es solo que...no tenías por qué actuar así conmigo Louis, ¿tienes idea de lo que sentí? Pensé que no volverías, o que ya no ibas a volver a hablarme. Hice todo para no incomodarte con el tema.

―Fue mi culpa, lo siento, lo siento mucho ―negaba con algunas lágrimas ya escapando de sus orbes celestinos.

Harry tragó saliva al ver a su mejor amigo en esa situación, sinceramente él no se encontraba mejor. Pero ya había llorado lo que podía, eso creyó cuando sintió la primera cayendo por su mejilla.

―Escucha Louis...nosotros... tenemos que aceptar que sucedió ¿vale? Pero que eso no puede...o más bien no debe interferir con nuestra amistad.

Podía decirlo sin titubear, pero por dentro el escozor en el pecho estaba por dejarlo sin aliento. Si habla demasiado...joder, si tan solo llegaba a pronunciar una palabra más.

Harry bien podría llorar con los ojos secos.

―No lo hará....no lo hará ¿verdad? No vamos a dejar de ser amigos ―arrastraba las palabras.

―Claro que no...―parpadeó varias veces para alejar las lágrimas.

Louis suspiró pesadamente para juntar sus manos, eso suele hacer cuando está nervioso. Las manos le tiemblan un poco, así que las mueve para alejar esa sensación.

―Harry ¿Qué sentiste? ―preguntaba ahora con los ojos brillantes fijos sobre el menor.

Ladeó un poco la cabeza lo que provocó que se sacudiera sus rizos, sus orbes esmeraldas se fundían con el océano de los contrarios. Lleno de muchas emociones que quizá jamás podría explicarle. Miedo, rabia, frustración, amor.

Se relamió los labios con el dolor punzante en el centro de su pecho, oprimiéndole, recordándole que ese chico no sería suyo, que no podría tenerlo porque no le quería de ese mismo modo. No quería siquiera volver a besarlo, ni a pensar en eso.

¿Por qué se torturaba entonces? ¿Por tenerlo tan cerca? ¿Por saber que tenía que guardar todo lo que sentía? Todo lo que le provocaba.

―Te diré lo que sentí, como azúcar derritiéndose en mi boca. 

***

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