Conoce al monstruo

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no son míos, son propiedad de J.K. Rowling. La historia tampoco me pertenece, es de MrBenzedrine y fue beteada por Julietta Regneey.

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Irma Leopold.

El nombre salió de mis labios e inmediatamente sentí como si una docena de cuchillos cortaran mis cuerdas vocales. Es doloroso, por decir lo menos y casi me ahogo.

—No te detengas —me alienta Hermione, moviéndose para pararse a mi lado y pone sus manos en mis hombros. Me quedo de rodillas ante el Velo, temblando física, mentalmente agotado. La oscuridad interior rasguña mi alma, desgarrándome desde adentro. Dioses, duele tanto, pero sigo leyendo los nombres en mi lista.

—Phius Gamp.

Los susurros detrás del Velo se hacen más fuertes, bufando y diciendo cosas que no puedo entender.

—Sigue —las manos de Hermione frotan mis cansados hombros y mis ojos caen medio cerrados, perdidos en las sensaciones.

Ya sé el siguiente nombre.

—George Bones —la cortina del Velo se mueve hacia adelante y hacia atrás. Mis orejas están siendo perforadas por un agudo gemido, uno que solo puedo describir como de otro mundo. Las palabras que gritan las almas en el interior comienzan a solidificarse, pero aún no está claro qué dicen. De nuevo, continúo, a pesar del creciente dolor. Cada nombre es como una nueva herida. Nombre tras nombre sale de mis labios—. R-Rosy Doge... Thomas Ogden... ¡mierda! ¡No puedo!

¡No puedo, es demasiado! Siento como si estuvieran chamuscando cada nervio de mi cuerpo con una vara caliente.

—Uno más —dice Hermione, suave y segura—. Si te detienes ahora, todo esto no habrá valido la pena. ¡No dejes que gane!

—¡F-Floyd Stokke!

Una gran ráfaga de viento empuja la cortina hacia adelante, haciendo que sus bordes deshilachados se muevan en nuestra dirección. Entonces, se detiene.

—Lo has hecho, Draco —murmura Hermione.

Pero ¿qué he hecho exactamente?

Jadeo por respirar, sosteniendo mi caja torácica como si estuviera siendo apretada. Aturdido, me concentro en la cortina, preguntándome qué vendrá después.

—Hermione...

—Shh.

El silencio se prolonga y el monstruo dentro de mí camina adelante y hacia atrás, listo para aprovechar cualquier momento de debilidad. Hasta que, con un fuerte grito, las voces resuenan al unísono...

Asesi... no. Ase... siiii... nooo. Ase... si... no. Asesino...

Mi diario cae cuando mis manos suben para taparme las orejas.

—¡Haz que se detengan! —grito, desesperado—. ¡Detenlos! ¡Mierda! ¡No puedo soportarlo!

—¿Qué están diciendo, Draco?

Ase... si... no. Ase... si... no...

—¡Sé que lo soy! —grito al Velo. Me alejo de las manos de Hermione y recojo con rabia el libro, volviéndome a levantar—. ¡Lo sé! ¡Díganme qué me sucede! ¡Díganme quién está dentro mío! —llevo el libro hacia atrás, listo para tirarlo al Velo, pero los dedos de Hermione se envuelven alrededor de mi muñeca y me grita.

—¡No lo hagas!

No quiero existir, cualquier cosa sería mejor que esta tortura. La muerte sería una dulce liberación de mis pecados. Joder, soy tan débil... soy tan débil...

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