Secuelas

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no son míos, son propiedad de J.K. Rowling. La historia tampoco me pertenece, es de MrBenzedrine y fue beteada por Julietta Regneey.

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La bruma nubla mi visión y desdibuja mis sentidos. Me siento como si fuese un cubo de hielo dejado afuera sobre el cemento caliente, el calor a mi alrededor me hace cosquillas mientras me derrito y me evaporo. La muerte no es una luz blanca al final de un túnel; es un entumecimiento que lentamente te devora y traga el alma. Ojalá pudiera decir que estoy listo, que hice las paces y encontré la religión o algo espiritual, pero una frase se interpone y se repite en tanto caigo en el borroso vacío; no quiero morir.

¿Y quién lo haría? ¿Quién realmente quiere morir? Muchas veces he contemplado el final de mi existencia, y no es eso a lo que llamamos morir ¿verdad? Era más el pensamiento de no sentir más dolor. Tal vez eso me haga un masoquista, debido a todas las veces que contemplé terminar con mi vida, pero nunca pude y ahora tampoco puedo hacerlo. Me aferro al cordón de vida dentro de mi alma, rogando que no se rompa, tengo la esperanza de poder regresar al mundo de los vivos.

Dicen que toda tu vida parpadea ante tus ojos, pero todo lo que veo son algunos momentos. Me veo en los brazos de mi madre a la edad de tres años, acurrucado en su regazo mientras me lee un cuento antes de dormir. Veo a mi padre enseñándome a montar una escoba a los siete, a Lucius maldiciendo por lo bajo cuando empecé a volar mejor que él. Veo la primera vez que conocí a Harry Potter en esa tienda de túnicas en Diagon Alley, el momento en que mi vida se entrelazo con la suya y en consecuencia con la de Hermione. Veo a Hermione con su túnica de vestir color bígaro en nuestro cuarto año durante el Baile de Yule. Según recuerdo, fue la primera vez que la noté, que realmente la noté. No por su rizado cabello o sus grandes dientes o por su aburrido rostro, sino por sus increíblemente marrones ojos, su genuina sonrisa y sus besables labios. Bésables, no, porque yo estaba en un bando durante la guerra y ella en el otro. Dos imanes puestos en el mismo camino por el destino, rechazándose el uno al otro, nunca tuvimos una oportunidad.

—Draco, despierta.

Así es como termina, ¿despertar? ¿En qué? ¿Otra vida? ¿Algún otro universo en el que no estoy obligado a las leyes de la física o el tiempo? ¿Seguiré manteniendo mis recuerdos? ¿Seguiré siendo yo mismo?

—¡Despierta, idiota!

Bueno, esa no es la forma en que me imaginé entrando en mi próxima vida.

—¡Despierta!

¡Bofetada! Mi mejilla arde y mis ojos se abren desconcertados. Encaramada encima de mí esta un ángel, sus rizos me hacen cosquillas en la frente. Sus largas pestañas están húmedas con lágrimas mientras pasa sus dedos por mi mejilla y da un suspiro de alivio.

—Pensé que te había perdido.

Me tomo un momento para evaluar mi entorno. No, este no podía ser el cielo, ¿verdad? No después de las cosas que he hecho. El infierno tiene una forma divertida de saludarme. ¿Se derretirá si la toco? ¿Qué puedo decirle a la mujer de mis sueños, a quien nunca volveré a ver? Sin embargo, esta invención de mi imaginación es muy atractiva. Me atreveré a...

Mi mano se levanta y ahueca su mejilla.

—Hermione —las comisuras de mis labios se alzan hacia arriba—. Me gusta este espejismo.

Sus cejas se fruncen.

—No seas tonto. ¡No soy un espejismo! —para demostrar su punto, me golpea suavemente en la mejilla otra vez, lo suficientemente fuerte para llamar mi atención.

RetorcidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora