Retorcido

Miedo a un nombre

Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no son míos, son propiedad de J.K. Rowling. La historia tampoco me pertenece, es de MrBenzedrine y fue beteada por Ausie Adeline.

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¿Alguna vez has planeado algo en tu cabeza, hasta el último detalle, solo para que todo salga completamente diferente? Pensé que ella correría, me gritaría, posiblemente me maldeciría y se iría al Ministerio. Me preparé para todo eso en el momento en que abrí esa puerta; mil escenarios diferentes pasaron por mi cabeza, cada uno más desastroso que el anterior.

Sin embargo, no estaba preparado para que nuestros ojos se encuentran y todo lo que pude encontrar en su mirada fue: simpatía.

—Ayúdame —mis palabras resuenan en el aire entre nosotros como partículas de polvo, demasiado dispersas para agarrarlas y recuperarlas. Me paro frente a ella, empapado de sangre. Mis ojos reflejan lo marchito y solo que estoy por dentro. De pie ante ella, nunca me he sentido tan pequeño. Mis rodillas tiemblan y el cansancio me inundo. De repente, todo lo que quiero hacer es caer de rodillas y pedirle perdón. Rogarle que me entendiera. De pedirle que vea la humanidad en mí... si es que hay algo de humanidad en mí.

Entonces, ella da un paso adelante.

—Oh, Draco —su mano se extiende lentamente, como si yo fuera un Thestral destinado a huir si me sobresaltara. Y como un Thestral, observo su mano con interés, preguntándome si realmente puedo confiar en ella. Para nuestra sorpresa, la dejé poner su mano en mi mejilla salpicada de sangre, me apoyé contra su toque—. ¿Cuánto tiempo?

¿Cuánto tiempo qué? ¿Cuánto tiempo llevo matando? ¿Disfrutando la emoción de la sangre que gotea sobre mi piel? ¿He contenido la oscuridad en mí que ha estado devorando mi alma?

—Años —mi mejilla roza su palma y mis ojos se cierran automáticamente—. Dilo.

—¿Decir qué?

—Dime que soy imperdonable.

Su otra mano se levanta y me acaricia el rostro, ese fue mi punto de inflexión y deje que mis emociones se desborden. Soy mantequilla en sus manos, maleable y obediente. «Yo quiero... yo quiero...»

—Ven conmigo.

Lo siguiente que sé es que tomo su mano en la mía y la arrastro por el pasillo hacia la sala. No creo ser digno de seguir en su presencia, pero de todos modos lo hago, simplemente porque no soy lo suficientemente fuerte como para resistir su presencia. Apenas registro mis alrededores hasta que me encuentro con mi sillón de cuero, las manos de Hermione se mueven rápidamente hacia la parte inferior de mi camisa manchada de color carmesí para quitarla. Mis manos atrapan sus antebrazos y busco su mirada, finalmente, sacándome de mis pensamientos.

—Detén esto.

—Necesitas ropa nueva —dice ella tan obstinadamente que le permito terminar su tarea y el fino material de mi camisa me roza la cabeza y los brazos antes de caer al suelo a mis pies. Hermione saca su varita y conjura un cuenco y una toalla—. Aguamenti —el tazón se llena de agua y ella sumerge la punta de la toalla antes de llevarla a mi mejilla y frotarla. El silencio cae entre nosotros, incómodo y sofocante, mientras limpia mi rostro y cuello con cuidado. Mis dedos se hunden en los apoyabrazos de mi silla y mi mandíbula está tan tensa que me duelen los dientes. No quiero nada más que huir de ella, pero estoy demasiado fascinado por su disposición para verme así. Inspirado para hacer lo mismo, relajo ligeramente mi postura, mientras ella mueve la tela por mi cuello, presionándola contra mi piel.

—¿Por qué? —pregunto.

—No es tu culpa.

Yo resoplo.