17. Rumores.

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Rumores.

Al principio comenzó como un cuchicheo que retumbaba en los oídos de Madara cuando pasaba cerca de algunos de los miembros de su Clan, pequeñas palabritas decidas con cierto miedo e intriga. Luego comenzaron las miradas.  Esas largas miradas que le daban cuando caminaba con el pequeño Sasuke guindado de su regazo, percibía como algunos hombres lo veían como estudiándolo, como cuestionándolo, curiosos, incrédulos, y a veces hasta asustados. Pasado el tiempo, comenzó a ver odio en sus ojos.

Cada vez que entraba a una tienda, a un bar, al parque o donde sea, siempre escuchaba esos rápidos y molesto murmullados, y esa mirada profusa, pero cuando se volteaba y los encaraba raídamente los Uchihas bajaban la mirada,  asustados y  trataban de rehuir. El solo fruncía el ceño, presintiendo que había algo que no estaba bien, pero el único problema era que, no sabía que era lo que estaba mal.

Solo suspiraba pesadamente cada vez que recibía aquellas miradas. Antes le regalaban manzanas y la gente se le lanzaba encima pidiendo su concejo. Sentía que su pueblo se alejaba de él. Y no sabía qué hacer.

No sabía que estaba pasando.

Culpo la situación actual de la aldea. Konoha pasaba por unos cuantos problemitas económicos, la gente estaba molesta por el aumento necesario de impuestos, el Tesoro debía de llenarse para poder pagar las deudas y los préstamos. También el horrible calor del verano tenía a todo el mundo estresado, también por la sequía que contrajo y con ella, una garrafal y triste perdida de la cosecha de arroz. La segunda del año.

Sin embargo sus miedos aumentaron exponencialmente ocurrió un suceso desagradable, uno que lo tenía increíblemente mortificado.  Él estaba tranquilamente sentado en la sala tratando de coser el pantalón de Itachi a pesar de que no tenía ni la mínima noción sobre costura. Al cabo de media hora de coser y descocer el pantalón descubrió que era una ciencia demasiado avanzada para sus manos. Además el escándalo que hacia Shisui e Itachi en su jardín no ayudaba en nada.

Fue entonces cuando tocaron su puerta con cierta presura. Cuál fue su sorpresa al descubrir a la madre de Shisui, la dulce señora Kauri Uchiha. Sin embargo esta vez no parecía irradiar esa enorme sonrisa y sus ojos no tenían ese brillo de sensualidad tan común, no, estaba pálida y sus manos temblaban. Le rehuía la mirada.

-¡Madara-sama!-Dio un brinco al ver al Uchiha-,disculpe la m-molestia pensé que no estaba en c-casa-se excusó mientras daba un paso atrás. El líder arqueo una ceja, ¿Qué le estaba pasando a su clan-Yo solo, solo vine a buscar a Shi-Shisui.

-¿Ah?- no sabía muy bien que contestar, en todos los años que aquel chico había habitado y comido su comida nunca lo habían ido a buscar, y en realidad no sabía si sentirse feliz o preocupado- Vale, claro. Ven, pasa y tomate algo-, la invito educadamente pero al ver la mirada de pánico casi se retractó de sus palabras-Tranquila mujer, yo no muerdo.

A duras penas entro en su casa y se sentó en su sofá como s se estuviese sentando en un cactus. Madara le sirvió una taza de su mejor té verde, esperando relajarla, a fin de cuentas era la madre el mejor amigo y novio de su alumno. Busco Shisui el también estaba tan o más sorprendido que él al saber que lo estaban sacando de aquella casa que había tomado prácticamente como suya.

-¿Pero porque mamá?-Se quejó el chico altamente, casi haciendo una pataleta.

-Tienes que ir a casa hijo-, la boca de la mujer temblaba con una tenue sonrisa falsa, miraba de reojo al Uchiha mayor que parecía desconcertado-, no discutas por favor, solo recoge tus cosas y vamos. Tu padre nos espera.

-¡Pero yo quiero…

-¡Ve Shisui!-Un grito histérico y sorpresivo salió de los labios de la mujer que dejo a todos algo inquietos. El primo de Itachi hizo un puchero y arrastrando los pies fue a buscar alguna que otra cosa de su pertenencia.

Dulces Rivales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora