6. Vengado.

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Vengado.

Había pasado un mes desde que Hashirama había sido proclamado como Hokague. En un mundo convulsionado por la crisis y la violencia, era obvio que fuese difícil proponer un ideal de democracia y paz. Sin embargo las cosas iban bien en esa pequeña aldea que cada vez iba creciendo más y más. Hashirama era alguien muy noble y justo, además, la paz entre los Senju y los Uchiha estaba bien soldada, a pesar, de las eternas diabluras de cierto Uchiha.

Madara había decidido hacerle la vida imposible a Hashirama. Y eso, era muy fácil y además, muy divertido. El Uchiha era una persona quizás fría y pedante, bastante sádico y un poco aterrador. Sin embargo era una persona bastante bromista y cualquiera podría pasar un buen rato al lado suyo y disfrutar de sus bromas. Quizás se debiera a su actitud de "no me importa nada" o su eterno humor sarcástico, o quizás, lo lindo que se veía una sonrisita prepotente en su rostro.

En un mes Madara había tomado como juguete principal el nuevo Gobierno.

Quemo dos veces tres hectáreas de bosque; contamino el agua del palacio del Hokague con un potente purgante que dejo enfermo a todos durante dos días; planto pulgas en la cama de Tobirama y cuando este la desinfecto y creyó más nunca sufrir de comezón, el Uchiha cambio su talco por polvo pica-pica; se acostó con tres mujeres de personalidad importante, luego les rompió el corazón, estas mujeres inmediatamente cancelaron tres contratos con el Shodaime, el cual estaba desconsolado; se fue una noche a un bar-bastante costoso- y bebió y comió hasta el amanecer, la cuenta se la mando al Hokague el cual grito con horror al ver la cuenta; entre otras miles de cosas.

Siempre pasaba lo mismo, Tobirama casi gritando llevaba a Madara hasta la oficina del Hokague, gritaba sermoneando y exigía a su hermano que le impusiera un severo castigo. El moreno miraba a su "amigo" y fruncía el ceño, entonces, miraba su linda y traviesa sonrisita y simplemente se derretía como si fuese un cubito de hielo al sol.

Esta vez, Madara había estado jugando a quemar a su hermano menor.

-¡Sugiero un mes preso! ¡No! ¡Mejor veinte latigazos delante del pueblo!-, aconsejaba Tobirama mientras su hermano mayor se levantaba de su silla y se acercaba hasta el sonriente Uchiha. El moreno sonrió con cierta tristeza, Madara sabía que el Hokague estaba a sus pies.

Debía de castigarlo, si no, Tobirama estaría gritando durante todo el día. Pero ¿cómo Hashirama podría meter preso a un hombre tan guapo?, podrían violarlo, y ese manjar solamente era del Hokague. Mucho menos le marcaria su linda piel con latigazos. Un castigo suave. Pensó durante un rato, hasta que se le ocurrió algo. Frente al pelinegro enrollo un manojo de papeles y con cierta fuerza le dio en la cabeza. Eso su padre le hacía a su perrito cuando se comportaba mal. Madara arqueo una ceja ante ese suave golpe.

-¡Mady malo! ¡Eso no se hace!-Le sermoneo mientras sentía la mirada decepcionada del albino y unos guardias a punto de explotar en risas. Madara gruño un poco, como odiaba ese "Mady" y más si lo trataban como un cachorro.

-Hermano ¬¬...-el albino miraba aquella absurda escena, si él fuese Hokague, le estaría arrancando la piel a latigazos.

-¡Mady malo! ¡No debes de quemar a Tobirama! ¡Mady malo! o_ó-Dio unos tres golpes más que le hicieron cosquillas al moreno.-...Creo que has tenido suficiente. Vete a tu casa y que no se repita.

Entonces Madara se iba casi pavoneándose, no sin antes dedicarle una sonrisa de autosuficiencia al alvino. Y es que no podía ser cruel, Madara era su Uchiha, su niño malvado, y no negaba que muchas de sus bromáslo hacían reír durante horas, en especial en esas largas horas aburridas en las que tenía que leer y escribir millones de cartas o informes...

Dulces Rivales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora