Capitulo 3: Buenos días.
Un delicioso aroma a pan recién horneado y a frutas embargaba la casa de Uchiha Madara. Emanaba de la cocina donde un adolescente tendía la mesa con un mantel blanco recién lavado, para luego posicionar una jarra de jugo de naranja, el pan de fruta que acaba de hornear, dos platos llenos de panqueques previamente untados con jarabe y mantequilla. Pico algo de piña, patilla y melón e hizo una deliciosa ensalada que también coloco en la mesa.
Itachi con una sonrisa miro su gran obra, el desayuno se vea delicioso, pero faltaba algo. Frunció el ceño mientras retiraba el sudor de su rostro buscando la solución. Pronto chasqueo los dedos, le había llegado la idea. Abrió la ventana la cual daba vista al jardín trasero, se montó encima del lavaplatos y tomo unas cuantas flores de un arbusto cercano.
Con rapidez posiciono un florero y las dos lilas.
Sonrió.
Se había levantado a las seis de la mañana y sin hacer mucho ruido limpio toda la casa, la sala, la cocina, todos los cuartos menos el de su maestro que aún seguía durmiendo, podo el jardín, arranco la hierba mala y rego las platas, también había limpiado el desván y había sacado un molesto mapache que yacía ocultándose allí.
Se sentó agotado mientras se quitaba el polvo y el sudor de sus mejillas. Tomo un palillo de dango y comió su no tan saludable desayuno. Su sensei estaría tan orgulloso de él cuando viese la casa obsesivamente inmaculada, ya se imaginaba las palabras "Itachi, la casa esta tan hermosa. Yo nunca pudiese haberla dejado así, eres un genio de la limpieza, un ninja de la pulcritud. Estoy tan orgulloso de ti, eres mucho mejor que el patético y bien muerto aquel de Izuna"
Divagaba un chibi Itachi.
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Senju Hashirama iba caminando por el clan Uchiha siendo saludado respetuosamente por los Uchihas los cuales parecían algo atemorizados de él, sin embargo a todos y cada uno le regalo su más sincera sonrisa y les aseguro que la paz estaba bien pactada y que no mataría o lastimaría a nadie.
Pidió la dirección de cierto pelinegro de ojos altaneros.
"Tú puedes Hashirama, tan solo ve y ratifícale lo que sientes. Enamóralo de ti. Sabes cómo hacerlo, a Madara le gusta que le miren a los ojos, que le hablen sin tartamudear, que lo hagan reír..."
Era sencillo se decía mientras se sonreí autosuficientemente, si fue su amigo una vez podía serlo de nuevo. Sin embargo cuando llego a una hermosa y amplia casa, simplemente sintió palidecerse y un ligero tono azulado lo embargo. Se dio media vuelta.
"Podría ser en otra oportunidad"... "¡No! ¿Qué hago?" Inmediatamente se volvió a girar y camino hasta la casa aquella "¡Eres Hashirama Senju! ¡Has estado al mando de miles de ninjas! ¡Eres el líder del clan más fuerte que hay! ¡Claro que puedes con Madara Uchiha y su sonrisa burlona...su mirada prepotente y malvada...su violencia extrema y su...su" Volvió a virarse esta vez completamente aterrado, en realidad no quería que lo volviesen a juzgar.
Pero tan solo se imaginó nuevamente besando la boca del Uchiha y volvió a llenarse de valor. Respiro profundamente y sacó el pecho, apretó los puños y camino con determinación hasta el hogar de Madara. Después de luchar mentalmente unos minutos toco la puerta.
Espero ansioso, rápidamente se miró de arriba abajo, estaba inmaculado, se había bañado casi obsesamente cada centímetro de su cuerpo, se había peinado lo mejor que pudo y se vistió con lo mejor que encontró en su closet, una camisa blanca manga larga con el signo Senju incrustado, de una tela muy fina, y unos pantalones negros también muy finos, que secretamente le había quitado a Tobirama mientras dormía.
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Dulces Rivales.
RandomEran rivales, se supone que se deben odiarse a muerte, que los gritos solo debían de figurar en el campo de batalla, y no en la cama. Pero a veces, las cosas no son lo que todos creen, o al menos, no fue lo que Madara Uchiha creyó de su mortal enemi...