Cumpleaños, besos y halcones.
Hashirama caminaba con su hermano por un gran bazar que había en una plaza pública. El bazar había sido iniciativa de Madara para fomentar el comercio ya que muchas personas no tenían suficiente dinero para construir un local, y en realidad era buena idea, la gente humilde o medianamente adinerada estaba en pequeños puesticos de madera o sentadas en el piso sobre esteras, ofreciendo sus productos: comida, ropa, lana, incienso, pan, artesanía, etc.
El Senju sonrió orgulloso viendo como los ciudadanos intercambiaban sonrisas y bienes, era increíble que hacia tan poco tiempo lo que intercambiaban eran estocadas y puñaladas. Cuando se fundó Konoha casi toda la población era pobre, ninjas que vivían del sueldo de un feudal o que obtenían dinero por sicariato o trabajos mercenarios, robo, espionaje...Hashirama conocía muy bien ese mundo. Daba gracias a los dioses que ya hubiese terminado.
Esta noche seria la gran y opulenta fiesta de Madara. El Clan Uchiha era famoso por eso, el Líder del Clan siempre hacia un festejo tan grande que daba que hablar a kilómetros a la redonda, solo la alta clase era invitada, no importaba si fuesen clanes enemigos, Hashirama recuerda cuando era invitado conjuntamente con su padre a las fiesta que en esa época Tajima hacía en honor a su edad. Eran dos retoños en ese momento, Madara escapaba con él de la mirada social de los líderes, de los obligados bailes con las kunoichis o de las aburridas charlas que como primogénitos debían de escuchar. Siempre se escondían debajo de la mesa donde se servía el banquete, previamente haberse robado casi todas las bandejas de dulces y jugaban hasta que terminaba la fiesta o sus padres los descubrían.
...Eran buenos días...
-¿Qué crees que le guste a Madara?-Le pregunto a su hermano que caminaba a su lado.
-Por el bienestar de nuestra hermandad...no te responderé eso.
Tobirama le dedico una fría mirada para luego adelantar su camino dejándolo solo. No habían compartido ni una sola palabra en ese día. Prácticamente había tenido que arrastrarlo hasta el bazar al descubrir el regalo que su hermanito previamente había comprado, en una hermosa cajita rosada envuelta en un adorable listo azulado y con una preciosa tarjeta escrita a mano "Esto describe todo lo que siento por ti. Con amor: Tobirama. "
Dentro, un enorme pedazo de excremento de perro.
Hashirama había pensado que lo que le dijo aquel día su hermano era broma pero en realidad hablaba muy enserio. Hasta declaro que estuvo persiguiendo muchos perros hasta encontrar el excrementa más "bonito" de todos.
Al estar solo supuso que el mismo debía de idearse una idea sobre que darle al Uchiha. Pensó en regalarle una botella de licor muy fina pero le pareció absurdo contribuir en el alcoholismo del pelinegro. Pasó por unos puestos de espadas y armas pero estaba seguro que casi todos regalarían algo así y él quería darle algo que le gustara mucho, que lo destacara de los demás. Paso por una tienda que vendía joyas y estuvo a punto de comprar un anillo ridículamente costoso pero recapacito, las joyas era el segundo regalo más trillado de todos. Además el Uchiha jamás, jamás, jamás usaba ese tipo de cosas tan pretenciosas.
Suspiro, ¿Qué se le podría regalar a un hombre tan disperso y único como era Madara? Alguien tan humilde como a la vez tan prepotente, tan maduro como tan infantil.
-¿Qué tal esto?-La voz de su hermano menor lo saco de su trance, este sostenía entre sus manos una pequeña bolsilla que contenía pétalos de una flor blanca.
-¿Qué es? ¿Un té o algo así?-Pregunto curioso.
-Es cicuta.
Una extremadamente torva mirada le dedico Hashirama a su hermano. El cual formo un puchero y contrajo el ceño mientras devolvía la bolsita. Definitivamente nada proveniente de los intestinos de un perro, ni mucho menos un veneno mortal seria el regalo para su amado azabache de ojitos prepotentes.
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Dulces Rivales.
RandomEran rivales, se supone que se deben odiarse a muerte, que los gritos solo debían de figurar en el campo de batalla, y no en la cama. Pero a veces, las cosas no son lo que todos creen, o al menos, no fue lo que Madara Uchiha creyó de su mortal enemi...