Confusiones.
No quería despertar.
Su cabeza yacía reposada sobre el fuerte pero al mismo tiempo suave pecho de Hashirama. Podía sentir como se movía con el leve vaivén de su calmada respiración, y su corazón llenarlo con una rítmica melodía que lo inducia a seguir dormido. Y claro, esa suave fragancia a jazmín que lo tenía drogado y sumiso en su regazo, protegido por aquel brazo que lo mantenía agarrado por la cintura.
El mayor desde hacía unos minutos había despertado y no podía dejar de ver lo calmado y tranquilo se veía aquel guerrero que tendía a insultarlo y sucesivamente a golpearlo cuando invadía su espacio personal. Nunca se había sentido tan enamorado de alguien en su vida. Repetía en su mente una y otra vez la escena de placer de la noche anterior, fue placentero, más que placentero le pareció hermoso. Besar los labios de Madara, hacerlo gemir por más, sentirlo estremecerse cuando besaba su piel o verlo perder el control por su nerviosismo...Fue hermoso.
Sonrió levemente y no pudo evitar acariciar aquellos negruzcos cabellos, suaves al tactos, sedosos, largos y desordenados. Beso aquel mechón de cabello que tenía en sus manos, y luego, la mejilla tibia y pálida. Lo amaba, dios como lo amaba. Quería tenerlo allí entre sus brazos todo el día y escucharlo suspirar en sueños. Pero, lastimosamente sus obligaciones como Hokague no le permitían ese capricho.
-Madara, ya es tarde-, le llamo con una voz suave, aunque por lo visto el Uchiha se negaba a salir del sueño, se rio levemente y acaricio aquella mejilla que acababa de besar, rozando levemente las marcas que yacía bajo sus ojos, que ahora parecían casi invisibles. - Despierta Maddy.
El pelinegro contrajo un poco el señor al sentir esas caricias en su rostro y el cosquillado aliento en su oído. Hundió la cara aún más en aquel regazo, ocultándola y evadiendo esa mano que lo sacaba de su pacifico mundo onírico. Mas sin embargo lo que obtuvo fue un beso en su oído aun expuesto, seguido de una juguetona mordidita. Eso lo saco de ensueños, específicamente, la lengua que buscaban colarse dentro. Abrió los ojos algo estresado y confundido.
Entonces se dio cuenta de lo que hacía o mejor dicho, que parecía, acurrucado cual chibi necesitado de afecto sobre el pecho de Hashirama Senju. Tuvo el primer sonrojo del día.
Y salto en un rayo hasta la esquina más lejana de la cama, sentándose y cubriendo todo su cuerpo con las blancas sabanas. Esa acción que en realidad no sorprendió nada al moreno le hizo reír bajo, Madara parecía un neko sensible y adorable. El azabache frunció el ceño ante esa risilla y se sonrojo un poco más. Había tenido sexo con Hashirama, agregando que había sido el pasivo, y para colmo se había quedado dormido en sus brazos.
-Buenos días-, le saludo el mayor mientras se incorpora un poco en la cama, la luz de la ventana llenaba la habitación de una tonalidad naranja. Ya había dejado de nevar, y por como lucia el sol, parecía que más nunca lo haría-, creo que ya estamos en primavera...-, dijo buscando algún tema de conversación, pero el menor solo tenía la cara ladeada y se negaba a verlo.
Y es que el uchiha tenía un gran, gran dilema existencial. Ser o no ser gay. Pero ahora había algo aún más preocupante. Era la primera vez que pasaba la noche en la misma cama con quien se había acostado y también, la primera vez que se había acurrucado con alguien. Para desgracia suya un hombre, y aun peor, le había gustado aquella sensación.
Había sido tibio, pacífico y reconfortante. Se sintió seguro, calmado, y de cierta forma protegido. No es que el necesitara a alguien que lo cuidara, él podía valerse por sí mismo, era un Uchiha, y uno poderoso, pero... se sentía tan bien por un momento no estar en guardia y dejar que otro se encargue de todo. Por un momento cerrar los ojos y sentirse seguro...
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Dulces Rivales.
RandomEran rivales, se supone que se deben odiarse a muerte, que los gritos solo debían de figurar en el campo de batalla, y no en la cama. Pero a veces, las cosas no son lo que todos creen, o al menos, no fue lo que Madara Uchiha creyó de su mortal enemi...