Un año nuevo.
Y paso un año.
Madara se había autocalificado como el hombre más fuerte y paciente del mundo cuando logro que Sasuke aprendiera a caminar sin llevarse media casa por delante o romperse la cabeza en el proceso, así mismo al poder mantener una sana relación amorosa con Hashirama sin tener que recurrir a la violencia domestica-aunque claro está, nunca falto una que otra patadita en medio del sexo- “Es para avivar la pasión” Le decía casi siempre el Uchiha.
Habían pasado muchísimas cosas en aquel tormentoso año que cuyo día parecía traer una sorpresa por sí mismo. Konoha en si misma había crecido a un paso asombroso y era la envidia del mundo y el orgullo de Hashirama, sin embargo sobre ella se vertían problemas a medida que sus niveles de desarrollo alcanzaban un nuevo nivel. Mantener un buen ingreso fiscal, asegurarse que las personas tuvieran tres comidas al día, cuidar las fronteras, tener buenos ninjas médicos, evitar la esclavitud, el racismo y el contrato de mercenarios era sin duda las tareas que hacían que el pobre Shodaime a veces sintiera la cabeza a punto de explotar.
Allí era cuando entraba Madara para apoyarle, aconsejarle y orientarle. Brindarle algo de paz y claridad. Siempre estaba allí, para recordarle cosas tan triviales y sutiles como ir a almorzar. No fue sorpresa para nadie que un Uchiha fuera el concejero principal del Hokague, desplazando a Tobirama de ese puesto. Eso no le molesto para nada al albino.
Casi todas los días el azabache iba a visita a Hashirama a su oficina, y siempre terminaban o bien en la cama del moreno desnudos y riendo agotados o se quedaban hasta tarde deambulando por la Aldea, habían tomado por costumbre ir al Monumento de Hokagues tallados en la montaña más alta. “La materialización del egocentrismo” Como le nombraba Madara. O si no, iban rio donde jugaban cuando eran niños, allí hablaban de política, economía, de las fiestas que se avecinaban, de sus problemas personales, del nuevo bar, de las gracias de Sasuke… Podían pasar todo el día juntos, ya sea mirando toda la aldea desde el gigantesco rostro tallado en piedra del Shodaime o lanzaba rocas al rio.
-Te he dicho mil veces, que tienes que mover la muñeca cuando la lances-, decía pacientemente el mayor mientras aventaba una piedra haciendo que esta saltara en el agua.
-Vale, déjame intentarlo de nuevo-, casi imitando exactamente el movimiento la lanzo. Cayó de golpe en el agua, hundiéndose. Un tic nervioso lo azoto-Es imposible.
-Claro que no, si lanzas shurikens a miles de metros puedes lanzar una tonta roca. Solo dobla la muñeca, ¿Ves?-, nuevamente lanzo aquel objeto el cual salió tan fuerte que dando un salto en el agua llego hasta el otro lado del rio. Madara formo una ligera mueca de asombro. Más fácil para él era bajar la luna.
Lo volvió a intentar una, dos, tres veces. En ningún momento logro hacer que cruzara el rio, el cual era el objetivo de la ridícula apuesta del mayor, quien lo cruzara pagaría la cena. Madara dio gracias a Dios que ese día tuviera encima su billetera. Frunció el ceño viendo como apaciblemente el moreno lanzaba piedras una y otra vez al otro lado del rio. Este tenía una sonrisita de superioridad. Esas que le fomentaban su agresividad.
-Es imposible, ya te dije…Es…Es cosa del demonio-, dijo mientras s tumbaba vencido en la grama y lanzaba un enorme suspiro.
-No, no lo es, es cosa de los más aptos-, un ligero nervio fue tocado con esa última palabrita. Volvió a sentarse y miro fijamente al radiante Shodaime- ¿Has escuchado esa teoría que dicen que los más aptos y fuertes prevalecen y los más débiles perecen?, bueno algo así se aplica a tu caso-, ¿Cuándo Hashirama podía achacarle su superioridad a Madara? Pocas veces. No tenía nada de malo disfrutarlo.
-¡Oh!, ¿Así que soy un inepto?-, dijo con visible molestia, de repente la sonrisilla del moreno desapareció-¿Y cómo el inepto que soy fracasare en tu teoría de superioridad? Es decir que soy inferior a ti, y tu mejor que yo, así que tienes derecho a dominarme, porque soy demasiado inútil. Soy inferior a ti, ¿Eso es lo que estas tratando de decirme?- El moreno amplio visiblemente los ojos sorprendido, no sabía que su pequeña bromita hiciera molestar tanto al Uchiha que en esos momentos tenia ojos muy rojos.
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Dulces Rivales.
AléatoireEran rivales, se supone que se deben odiarse a muerte, que los gritos solo debían de figurar en el campo de batalla, y no en la cama. Pero a veces, las cosas no son lo que todos creen, o al menos, no fue lo que Madara Uchiha creyó de su mortal enemi...