Habían pasado tres días desde el incidente. Kakyoin había sobrevivido y se encontraba en cama, iba a estar ingresado en el hospital una semana más, los médicos dijeron que era un milagro que siguiese vivo.
Polnareff y Joshep vinieron a verle y le contaron lo que había pasado, como Jotaro derrotó a Dio solo, y como le había salvado la vida. Kakyoin sonreía cada vez que pensaba en eso.
Jotaro cuidaba de él y venía todos los días para hacerle compañía. Él siempre fue una persona muy reservada y fría, pero con Kakyoin era diferente, era cálido y protector, de vez en cuando incluso se reía, cosa que sorprendía mucho al otro.
-¿Te encuentras mejor?- Preguntó con una voz grave y agradable, mientras abría la puerta de la habitación hospitalaria en la mañana.
-Si... Ya casi no me duele. Oye... Gracias por salvarme la vida, supongo. - Jotaro se rió levemente al escuchar esas tímidas palabras que le parecían tan tiernas.
Espera...¿Tiernas?
Pasaron las horas, los dos estudiantes hablaron de muchas cosas, y decidieron que en cuanto se curase volverían juntos a Japón.
-Mis padres me van a matar cuando se enteren de que me escapé de casa todo este tiempo...- suspiró el herido -Lo peor es que no tengo excusa, porque no se creerían que un hombre fuerte y guapo me salvó la vida utilizando su mágico stand y mató a un vampiro rubio que amenazaba a su familia.-
Jotaro volvió a reírse tras analizar sus palabras. -¿Guapo..? ¿A que te refieres? -
Kakyoin se quedó callado y quitó la mirada de este. -Esto... Decía alto, eres muy alto.-
Se miraron por unos segundos algo nerviosos y confundidos mientras Kakyoin trataba de no sonrojarse.
-Ah...En fin, me voy a dormir. Cierra con llave cuando salgas-
-Claro, me iré ya. Buenas noches.- Mintió. No pensaba irse. Cuando sintió que la respiración del herido se hizo uniforme y ya estaba dormido se acercó un poco a su cama con una cálida sonrisa.
-Oh, Kakyoin... Te ves tan adorable cuando duermes... - pensó - No permitiré que alguien vuelva a herirte de esa forma, te protegeré y estaré contigo.- Acercó un poco la mano al rostro del dormido y le tocó el pelo, observó las cicatrices de sus ojos. Se fijó en sus labios. -Son tan suaves y delicados... Ojalá pudiese...-
Kakyoin abrió los ojos despacio, medio dormido, el tacto del hombre le había despertado.
-Jotaro...? ¿Que haces...? ¿No te ibas...?- entrecerró los ojos confundido.
Jotaro apartó las manos inmediatamente y tragó saliva intentando disimular sus pensamientos.
-Solo estaba comprobando que tus cicatrices se estaban curando correctamente, perdona por despertarte, ya me voy.- Soltó secamente mientras se alejaba y cerraba la puerta rápidamente.
-N-no te vayas Jotaro...- Susurró el más bajo pero el otro ya había abandonado la habitación con nerviosismo.
-¿Que estaba haciendo? ¿¡En que estaba pensando?!- Jotaro se repetía mentalmente mientras salía del hospital avergonzado. -¿Porque él me hace perder la compostura de esa forma?- Continuó dándole vueltas a la cabeza hasta llegar a su apartamento en el hotel, encerrarse en la habitación y tirarse a la cama intentando calmarse o dormir. Pero no podía, solo podía pensar en el pelo de su amigo, en su expresión somnolienta y mejillas tiernas.
Mientras dormía parecía tan indefenso... y Jotaro sabía que le podría hacer cualquier cosa en ese estado, pensamientos impuros le pasaban constantemente por el cerebro, se imaginaba que hubiese pasado aquella vez si le hubiese besado, si le hubiese desvestido...
Antes de que se diera cuenta ya había formado un rostro sonrojado con esas imágenes en la cabeza. Se sentía muy extraño, era la primera vez que le pasaba esto, y no se imaginaba que el mismo Kakyoin le produciera esa sensación.
Esa fue la noche en la que el pelinegro se había enamorado de Kakyoin, sin siquiera darse cuenta.
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Un Latido ; Jotakak
Fanfiction-Las cerezas y los cigarros son una curiosa combinación ¿No crees? AU en el que Kakyoin sobrevive. Tras la batalla final contra Dio, los dos jóvenes regresan a Japón donde conviven, se enfrentan a varios problemas familiares y se enamoran lentamente...