12. Deseo

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La mañana de Jotaro fue aburrida, se pasó las horas distraído, leyendo alguna revista o vagando por el patio exterior. No se molestó en hablar con nadie, solo quería llegar a casa.

En clase de inglés no hizo mas que mirar a la ventana, y los profesores le tenían demasiado miedo como para llamarle la atención.
Con la mano apoyada bajo la barbilla, contó una y otra vez mentalmente el número de baldosas del pasillo, para matar el aburrimiento, o sin motivo alguno.

Dirigió la mirada al cielo, estaba nublado, pero se alcanzaba a apreciar algo de luz agradable.

---¿Que estará haciendo él ahora mismo?

Pensó mientras visualizaba sus expresiones, y por supuesto se refería a la persona que mas visitaba su cabeza por el momento, Noriaki Kakyoin. Echaba de menos su presencia en el instituto, acompañarle a la azotea o la cafetería y comunicarse con sus stands sin que nadie mas pudiese verlo.

Sin él, aquel edificio solo estaba lleno de chicas ruidosas, maleducados y profesores irritantes.

Lanzó un suspiro al cielo y se permitió dar alguna que otra vuelta en su imaginación, que fue a parar a la silueta del estudiante, de nuevo, esta vez un escenario algo diferente.

---Estaba tumbado a mi lado, y su tierna faz se clavaba en mis párpados. Convencido de que dormía, pasó su delicada mano por mi cabello, trazando pequeños círculos, despeinando y jugando con mis oscuros rizos de forma inocente. Pude notar como sonreía, sus supiros eran tan jodidamente adorables. Un susurro casi sordo se escapó de sus labios en ese momento.
"...Te quiero..." "Si tan solo pudiese confesártelo a la cara..."
No pude evitar sonreír ante aquel murmuro, y entonces se dió cuenta de que le había escuchado. Abrí los ojos y pude ver su rostro mas rojo de nunca, avergonzado.
En cuestión de segundos ya me había girado, estando encima de él le pregunté con una voz grave, seductora y recién levantada.
"¿Decías algo?"
"Yo-"
Antes de que pudiese terminar la frase, nuestros labios se deshicieron de los pocos centímetros que se interponían entre el beso. Él comenzó a quitarme la camisa, léntamente, cosa que no esperaba, pero me incitó mas. Al instante sonreí cuando pude notar como-

---¡Jojooo!

El estudiante volvió en si mismo rápidamente, tenía la respiración agitada, las pupilas dilatadas, y unas mejillas delatadoras.

---¿Que te pasa? ¿Estás enfermo?

Rodeado de chicas molestas, estaba en la peor de las situaciones. No debería de haber fantaseado tantos detalles con su amigo, y menos en un momento como ese, en el instututo. Se llevó la mano al rostro, solo para retirarla al darse cuenta de lo mucho que ardía.

---Mierda.

---¿Te acompañamos a enfermería?

---Aunque te ves muy guapo ruborizado.

---Dejad de decir tonterías ¿No veis que igual tiene fiebre?

---Estoy bien, largáos todas de una vez.

Las admiradoras no obedecieron, solo siguieron asfixiándole con preguntas y chillidos. Justo cuando iba a levantarse para huir de allí, se dió cuenta del problema más importante. Y lo peor es que se encontraba justo entre sus piernas.

---...Mierda...

Necesitaba ocultar la erección causada por sus imaginaciones de alguna forma, antes de que tocase el timbre de la salida. Era muy, pero que muy vergonzoso. Se concentró profundamente en no volver a pensar en nada erótico, simplemente respirar y relajarse, en vano. Unos minutos después sonó aquel molesto y agudo pitido que indicó que podrían volver todos a casa. Los alumnos comenzaron a recoger sus cosas inmediatamente.

Un Latido ; JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora