3. Envidia

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Pasó casi un mes más, Noriaki ya se había recuperado lo suficientemente cómo para salir del hospital. Jotaro le visitaba todos y cada uno de los días que este pasaba ingresado.

Se encontró con lo que quedaba del grupo en el aeropuerto, como habían acordado hace unos días. Cada uno llevaba su maleta y documentos, el aeropuerto era inmenso y había demasiada gente.

-Chicos... Me temo que este viaje ha llegado a su fin, derrotamos a Dio de una vez por todas, gracias a los sacrificios de Avdol e Iggy, hemos salido todos victoriosos.- Exclamó Joseph Joestar con su usual y leve acento americano acompañado de una sonrisa agradable.

-Sin duda nunca olvidaré esta aventura. Gracias por todo, amigos- Dijo Polnareff, y agarró su billete de vuelta a Francia.

Quedaban aún unas dos o tres horas para que el avión despegase, así que los cuatro hombres decidieron comer algo en uno de los restaurantes del aeropuerto. Jotaro solo pidió un refresco, Kakyoin comió algo de arroz y Joshep ordenó carne para celebrar la derrota de Dio. Polnareff bebió alcohol. Ligeramente demasiado.

Estuvieron hablando bastante tiempo y las dulces carcajadas salían de la boca del pelirrojo, que se lo estaba pasando tan bien con Polnareff... Se estaba riendo por y con Polnareff, y no para Jotaro...

Esto le sentó mal al más alto, y apretó los dientes con rabia mientras observaba a los dos muchachos entenderse tan bien.

Polnareff apestaba a alcohol, y cada vez que se acercaba algo más de la cuenta al pequeño,  Jotaro apretaba el puño intentando controlarse.

Faltaba media hora para el vuelo. Joshep se dirigía a América para hablar con Suzie Q, Polnareff a Francia con su familia y Jotaro con Kakyoin irían solos de vuelta a Japón para continuar con sus estudios.

Los cuatro estaban despidiéndose cerca de la terminal.

- Bueno, supongo que esto es todo, espero volver a veros. Sobre todo a ti, pequeñajo.- Polnareff acarició el pelo de Kakyoin y le miró a los ojos mientras tocaba su mano indirectamente.-

En ese momento a Jotaro se le cruzó un cable. Ver a Polnareff, agarrando suavemente la suave mano de su pelirrojo y acariciando su pelo de forma tan confiada le hizo perder el juicio.

Kakyoin se sonrojó inconscientemente al mirar al hombre más mayor. Apartó la mirada para fijarse en la reaccion de Jotaro, como si quisiera asegurarse de que no le molestaba, pero- ¿Porqué le iba a molestar? -Pensó Kakyoin sonrojado.

Jotaro no aguantó más. Ver como Kakyoin reaccionaba así a un tacto que no era el suyo le enfureció mucho.

-Me voy! Hasta la vista!- Dijo Polnareff y se alejó después de guiñarle un ojo al más bajito.

-Yo voy al baño- Dijo Jotaro fríamente segundos después, aunque en realidad iba a seguir a Polnareff, para dejarle unas cuantas cosas claras.

Por sorpresa se lo encontró en el servicio del aeropuerto. Parecía que el pobre francés estaba destinado a sufrir siempre en los baños más inesperados.

-¿Jotaro?¿Que haces aquí?- Dijo el mayor mientras se lavaba las manos ante el gran espejo.

-No toques a Kakyoin.- Kujo soltó de golpe, con un tono amenazante y varonil mientras se acercaba al otro dando pasos regulares.

-¿Que no haga que?- Polnareff miró confundido a su amigo, quien tenía la mirada fría y aterradora en ese momento. Este se quedó en silencio.

-Él es mío.-

-N-no me digas que... ¿Te gusta Kakyoin? ¿Estas celoso por ese mocoso? Tiene que ser una broma-
El mayor soltó una estúpida carcajada, y siguió burlándose. -No sabía que eras ese tipo de hombre, Jotaro, pero no te preocupes, todo tuyo, ese crío no me interesa, es demasiado idiota.-

A Kujo le brillaron los ojos, mostrando nuevamente ese destello de ira.- ¿Que has dicho?-
Se acercó nuevamente a Polnareff, para agarrarle la parte de delante de su traje, dejándolo sin palabras.

-No seas tan infantil, ya te he dicho que no es mi tipo, si lo toqué fue por error, y si él se sonrojó es culpa suya, por desesperado! Y ahora suéltame ¡Maldito! - Esa posición tan incomoda comenzaba a dolerle al mayor, así que sacó a Silver Chariot e intentó atacar a Jotaro para liberarse, pero su movimiento fue detenido por el brazo de Star Platinum, quien le pegó un puñetazo en la cara, como advertencia para que retirase sus palabras.

-¿Pero a ti que demonios te pasa? ¡Déjame! - Gritó el mayor dolorido. Jotaro permaneció callado, su gorra ocultaba en la sombra parte de su rostro destacando sus ojos, punzantes, haciendolo aterrador.

-Retira lo que has dicho de Kakyoin y de mi.- Jotaro podría matarlo en un instante, tenía a Silver Chariot inmovilizado, pero se limitó a avergonzarle.

-¡Retiralo! - El pelinegro alzó la voz, apretando más su agarre y levantando ligeramente al hombre.

-¡Que vale! Lo retiro todo, no te pongas así por ese chaval, que no me gusta, es todo tuyo y no le volveré a molestar.- Bufó el francés ofendido, evitando mirarle a la cara ocultando el miedo al repentino cambio de personalidad de Jotaro. -¿Que coño te pasa?-

Jotaro suspiró y soltó a Polnareff dejándolo en el suelo apoyado contra la pared, desconcertado y confundido, mientras intentaba recomponerse y sacudir su ropa. No le dijo ni una palabra y solo se limitó a observar como el menor malhumorado salía del baño y cerraba la puerta de un golpe, sin siquiera despedirse.

-Pero que le pasa a esos críos...- Murmulló Polnareff mientras se levantaba.

- 🍒 -

- Eh Señor Joestar, Jotaro ya volvió. - Dijo Kakyoin educadamente dirigiéndose al anciano para avisar de que había vuelto del servicio.

-Jotaro, ¡¿Que haces tanto tiempo metido en el baño?! Venga, demonos prisa o perderemos el avión.

Nadie contestó, solo agarraron su equipaje y siguieron caminando hasta la terminal de salida, los dos jóvenes se despidieron de Joshep y entraron al avión para sentarse juntos en la parte de atrás.

Empezaba a hacer frío, eran las ocho de la tarde, el ruido de los motores del avión dió la señal de que ya abandonaban Egipto. El pelirrojo hizo una mueca de terror cuando despegaron, después del incidente con el Sr.Joestar le cogió miedo a los aviones que se tambaleaban.

Jotaro se dió cuenta de eso e intentó calmarlo, como si de un niño se tratase.

-Eh, ¿Tienes miedo?-
-Claro que no, solo me trae mal recuerdos...-
-Tranquilo, yo te pretegeré.- Dijo el mayor arripintiendose la instante, casi por instinto.
-¿Protegerme de que?- Rió el menor, burlándose.

Los dos se quedaron en silencio, y unos quince minutos después el pelirrojo se estaba comenzando a dormir.

Un Latido ; JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora