9. Recuerdos

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-¿Un stand capaz de teletransportar cosas?

Preguntó mientras se llevaba la mano al mentón, aquel anciano al otro lado de la línea.

-En efecto, me atacó buscando comida mientras volvía de comprar. Su usuario está inconsciente en estos momentos.

-¿Huh? ¿Solo lo hizo por comida?¿No buscaría vengar la muerte de Dio?

-Me temo que no... El usuario es, como decirlo, un gato callejero.

Dijo dudoso el pelinegro, mientras giraba la cabeza y el teléfono, observando como se le alzaba el vientre a aquella alimaña cada vez que respiraba, dentro de una jaula.

-¿Que?¿¡Un animal?!

-Si, parece que por algún motivo o accidente se convirtió en portador al igual que aquel gorila en el barco. Tiene una cicatriz cerca de la pierna, probablemente hecha con una lanza, es gris y de ojos verdosos, pero no veo nada extraño el él. Parece utilizar su poder en beneficio propio ya me encontró por casualidad, no creo que Dio le haya manipulado.

Los dos Joestars siguieron hablando por un tiempo sobre aquel percance, hasta que decidieron que no era una amenaza y no era necesario matarle.

-No parece peligroso, pero aún así no deberíamos dejarle suelto.

-Ya veré que puedo hacer, al menos no supone una amenaza, y dudo que haya más como él por la zona.

-¿No te apetece tener una mascota?

-Escucha viejo, no tengo tiempo de cuidar bichos de este tipo. Le preguntaré a Kakyoin, tal vez él sepa que hacer.

-De acuerdo.

Dijo Joshep con un tono alegre, intercalando una pequeña risita entre palabras.

-¿Pasa algo?

-Nada... Solo me alegro de que mi nieto al fin se haya conseguido un amigo.

-Pfft. No soy un niño.

Jotaro rodó los ojos, aunque ninguno de los dos era consciente de que ambos sonreían al otro lado de la llamada.

-Bueno, entonces ya está solucionado. Informaré a la fundación Speedwagon por si acaso, para que revisen las perreras en busca de más usuarios de stand o una posible causa, pero tu no te tienes porqué preocupar.

-De acuerdo, llamaré si encuentro algo más, hasta luego viejo.

-Nos vemos.

Su abuelo colgó aquel antiguo teléfono y se quedó sonriendo en el sitio.

-¿Que tal está Jotaro?

Preguntó su esposa Suzie, quien había estado atenta a la conversación.

-Bien, de hecho bastante mejor desde la última vez. Se ve que el viaje le ha venido bien, además de que por fin se está empezando a llevar bien con Kakyoin, el del uniforme verde.

-Esos dos hacen buena pareja.

-¿Tu crees?

Ambos rieron con ternura, mientras Joshep recordaba aquellos felices momentos en Egipto.

- 🍒 -

El felino seguía dormido, en una jaula rumbo a la casa de Kakyoin. El pelinegro que le sujetaba también llevaba un videojuego de carreras y una cara cansada.

La puerta se abrió dos segundos tras picar, y una mujer de cabellos algo más rojizos, que era prácticamente la imagen viva de su hijo en femenino, recibió al invitado con desconfianza y desprecio en el tono de voz.

Un Latido ; JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora