18. Futuro (extra)

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-¡Jojo! ¡Quédate quieta de una vez!

Una niña de aproximadamente diez años y mechones semi verdes perseguía a su hermano al rededor del sofá, y un padre pelirrojo la llamaba desesperadamente con un cepillo en la mano y cicatrices desgastadas sobre los ojos.

-¡Papi! ¡Dile a Jouta que me devuelva mi peluche!

-Jouta, deja a tu hermana en paz, que a este paso vais a llegar los dos tarde al colegio. Y tu, ven aquí que tengo que acabar de peinarte.

-¡Nooo! Me haces daño y encima siempre me dejas un moño mas alto que el otro. Quiero que me peine papá.

Kakyoin-san, harto de tantos gritos, se rindió y llamó a su marido, quien acababa de salir de la habitación, vestido de blanco, a punto de colocarse una gorra a juego.

-Jotaro cariño, ayúdame a preparar a esta gamberra para el colegio.

-Jolyne, ¿Que has hecho esta vez?

-Papi me tira del pelo y no sabe peinarme, y el idiota de Jouta acaba de robar mi peluche.

-Cállate, peliverde, ¡Bicho raro!

-¿Que me has llamado? Eh, eh ¡Suéltame!

Los niños chillaron y volvieron a lanzarse al suelo con otra de sus peleas. Los padres intercambiaron una mirada de compasión y respiraron profundamente.

-Dios... Son las ocho de la mañana... Siéntate que ahora te hago los moños. Nori, usa tu stand para cerrar las mochilas y quítale el dichoso peluche a nuestro hijo.

-Papá ¿Que es un stand?

-Un fantasma mágico que te hará volar por los aires si no dejas de hacer el tonto.

Suspiró con una sonrisa cansada, como si la situación le pareciese hasta cómica. Los menores acabaron tranquilizándose y salieron por la puerta cargados con sus mochilas hacia la clase, dejando a los dos hombres solos.

-Bien, ya podemos ocuparnos del trabajo hasta la hora de comer.

-De eso nada, tu todavía tienes que descansar. No me fío de que ese crío te haya curado tan de repente.

Jotaro chasqueó la lengua y se acercó a el contrario, examinando con cuidado su espalda.

-Mi columna y órganos están como nuevos. No se como, pero el stand de ese tal Josuke Higashikata hace milagros. No te preocupes, ha hecho un buen trabajo, y parece que se lleva bien con Jojo y Jouta.

-Dios, no sabes cuanto me alegro... Después de tantos años...

El más alto le abrazó por detrás con ternura, dejando caer parte de su cansado peso sobre los hombros, y depositando un gentil beso entre su cuello y hombro derecho. Se apegó más durante unos segundos e inhaló el dulce olor a cereza que desprendía el pelo de su esposo.

-...Todo ha salido bien.

-Si...

-Y aún queda una hora para que tengas que ir al trabajo ¿Quieres tener una cita rápida en la terraza?

-Me encantaría.

Un pequeño roce de suavidad peluda se escabulló entre sus piernas al terminar la frase, emitiendo maullidos que exigían alimento, a juego con sus enormes orbes felinas y curiosas. El animal utilizó su habilidad para teletransportarse a los brazos de uno de sus queridos dueños, quien se encargó de llevarle fuera para desayunar.

--- Joui está muy cariñosa hoy, deberíamos conseguirle algún acompañante.

---Ya tenemos una pecera gigante con todo tipo de especies, ¿Para que quieres más animales?

---Decías lo mismo cuando adoptamos a esta preciosidad... ¿Te acuerdas?

---Bah... Era un adolescente de lo más imbécil, no se como conseguí que te colaras por mi.

---Lo sabes de sobra, abusón.

Bromeó mientras acariciaba a la pequeña bola de pelo con ternura, recordando sus primeros años de amor inexperto, con nostalgia. A partir de ahí su vida no se complicó más, creció enamorado de la idea de formar una familia con el hombre de sus sueños, el Dr.Kujo.

El mencionado marcó distancia entre ellos para ir a la cocina y agarrar un pequeño bol con cerezas para Kakyoin y tras dudar un momento, un viejo paquete de tabaco que guardaba para ocasiones especiales. El otro hombre le esperaba sentado afuera, con una sonrisa agradable.

-Pensé que lo habías dejado hace tiempo.

-Y lo hice, solo que... Me trae buenos recuerdos.

-Sigo sin saber como aguantas ese horrible sabor.

-Se que te parece atractivo.

-¿Pero que dices? Mírate al espejo, no necesitas fumar para ser atractivo. Te prefiero cuando no sabes a ceniza.

-¿Entonces no quieres que te bese?

Kakyoin se rió sutilmente y se tragó la cereza con rapidez, para después acercarse a los labios de su contrario, obligándole así a exhalar el humo. Se besaron lentamente, acostumbrados a alegrarse la mañana mutuamente. Pasados unos segundos de cálido silencio Jotaro clavó su tierna mirada en los ojos de su esposo.

-Las cerezas y los cigarrillos son una curiosa combinación. ¿No crees?

-Saben bien, a mi me gusta.

-...A mi también.

Un Latido ; JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora